Introducción a la obra poética de Héctor Incháustegui Cabral : (primera parte)
Issue | Vol. 3 Núm. 2 (1978): Ciencia y Sociedad |
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Publicado | dic 1, 1978 |
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Resumen
Esta nota teórica muestra la poética y motivos que mueven la poesía del poeta dominicano Héctor Incháustegui Cabral. Hay poetas que van revelando los elementos constitutivos de su poesía en la medida en que publican sus libros. A pocos les ocurre que siguen descubriendo distintos aspectos del universo hasta el final de sus días. Otros -los menos- dan a conocer su visión del mundo y sus recursos poéticos en un solo libro. Y esto es lo raro: que un poeta revele en su primer libro las preocupaciones fundamentales que orientarán su obra ulterior, muestre madurez en el empleo de los materiales de la escritura, conciencia de su labor literaria y aptitudes formales que buscará desarrollar hasta situarse en un nivel donde la destreza en el manejo del verso corra pareja con la hondura en el tratamiento de los temas. Tal es el caso de Héctor Incháustegui Cabral quien ya en su obra Poemas de una sola angustia demostró estar en posesión de buena parte de las claves de su vasta obra posterior.
Héctor Incháustegui Cabral. Rumbo a la otra vigilia. Santiago de los Caballeros, El Diario, 1942. 84 p.
Héctor Incháustegui Cabral. En soledad de amor herido. Santiago de los Caballeros, El Diario, 1943. 94 p.
Héctor Incháustegui Cabral. De vida temporal. Ciudad Trujillo, La Opinión, 1944. 92 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Canciones para matar un recuerdo. Ciudad Trujillo, La Opinión, 1944. 26 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Versos 1940-1950. México Spylo, 1950. 301 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Muerte en el Edén. México, Spylo, 1951.158 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Casi de ayer. México, Spylo, 1952. 130 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Las ínsulas extrañas. México, Porrúa y Obregón, 1952. 77 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Rebelión vegetal y otros poemas menos amargos. Buenos Aires, Américalee, 1956. 117 p.
Héctor Incháustegui Cabral. El pozo muerto. Ciudad Trujillo, Librería Dominicana, 1960.197 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Por Copacabana buscando. Buenos Aires, Amérícalee, 1964. 91 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Miedo de un puñado de polvo. Buenos Aires, Américalee, 1964. 254 p. Hay re-edición de 1968.
Héctor Incháustegui Cabral. Diario de la guerra y los dioses ametrallados. Santiago de los Caballeros, UCMM, 1967. 257 p.
Héctor Incháustegui Cabral. De literatura dominicana siglo veinte. Santiago de los Caballeros, UCMM, 1968. 413 p.
Héctor Incháustegui Cabral. Poemas de una sola angustia; obra poética completa 1940-1976. Santiago de los Caballeros, UCMM, 1978. 572 p.
Octavio Paz. Corriente alterna. 5 ed. México, Siglo XXI, 1971. p. 148.
La Ignorancia misma de los sectores dominantes fue un resguardo seguro para el escritor. El ha confesado: “Cuando publiqué, en el 1940, Poemas de una sola angustia y no me regañaron, perdí, también, mi tiempo porque así quedó demostrado algo que he venido repitiendo desde hace mucho: que aquí antes nadie ni en la Administración Pública ni en la Oposición secreta, leía. Critiqué todo lo que se me vino en gana, desde la utilización de los que entonces se llamaban ‘prestatarios’ —gente que tiene que ofrecer días de trabajo o dinero para la realización de una obra determinada- en la apertura de caminos o canales, hasta la explotación de los que cultivan café. El ‘Canto triste a la patria bien amada’ resume el libro bastante bien. Y no pasó nada”. Héctor Incháustegui Cabral. De literatura dominicana siglo veinte, p. 128.
Había una razón de mucho peso para que el poeta no levantara su voz contra el dictador, fue funcionarlo prominente del régimen y tenía estrechos vínculos de amistad con Trujillo.
El poeta es descendiente de los Billini (Francisco Gregorio Billini, Padre Billlni) y de los Cabral (General José María Cabral, Marcos Cabral).
Ramón Francisco. Oc literatura dominicana 60. Santiago de los Caballeros, UCMM, 1969. p. 112-118.
En El pozo muerto, el poeta escribió: “Yo lo he admirado siempre, y a él debo mucho si algo he podido hacer en años de tarea literaria’'. Héctor Incháustegui Cabral. El pozo muerto, p. 54. Se refería a Moreno Jimenes.
El poeta ha dicho: "... no hay poesía sin tradición y un gran poeta suele ser el resultado, cuando se es realmente grande, de todos los que antes que él ejercieron la profesión y que, nléguese o no, él será el resumen en grande de todo lo que antes que él hicieron sus antecesores en el tiempo”. Héctor Incháustegui Cabral. El pozo muerto, p. 170.
También se le ha relacionado con Robert Frost (1875-1963). Cf. Antonio Fernández Spencer. Nueva poesía dominicana. Madrid, Ediciones Cultura Hispánica, 1953. p. 58- 62; y José Alcántara Almánzar. Antología de la literatura dominicana. Santo Domingo, Ed. Cultural Dominicana, 1972. p. 54-55.
El poeta escribió: “Mientras tanto había descubierto a Whitman,en la traducción de León Felipe publicada por La pajarita de papel, a Eliot en la traducción que aparece en una antología de poesía norteamericana que no recuerdo de quién es, a Frost, all í mismo, al García Lorca de Poeta en Nueva York, al Guillén de Cantos para soldados y sones para turistas, y más lejos, llevado por la mano de Dámaso Alonso, de Góngora, del Góngora de Las Soledades y del Polifemo, a Eluard, al López Verlarde de Suave Patria y renacía, recios, los recuerdos de un poeta olvidado: Monteagudo, el del Canto a Lindbergh y del Poema a Maceo". “Tenía por delante a Unamuno, áspero como buen vasco, pero con la humana entraña palpitante, persiguiendo a un Dios cristiano y católico con su traje sobrio de sacerdote protestante. AI Machado de los campos de Soria, a Neruda en las canciones de amor, a León Felipe con sus invectivas que recuerdan, sin parecido, las voces tonantes de los profetas indignados del Viejo Testamento, a Lucrecio, a los primitivos poetas griegos, mitad filósofo, mitad vates; a Dante, siguiendo las huellas de Eliot; a Horacio, a través de traducciones potentes y sencillas de Fray Luis de León y de Pombo, perfectas; a Ariosto, a Homero, a Virgilio, a Pound, a Berceo, al Alberti de Los ángeles y de Marinero en tierra, a Guerra Junqueiro, a Garcilaso, de sencilla majestad; a San Juan de la Cruz, antes que Maritain hiciera el profundo examen del místico". Héctor Incháustegui Cabral. El pozo muerto, p. 165.
Antonio Fernández Spencer. Op. cit. p. 61.
Héctor Incháustegui Cabral. El pozo muerto, p. 174-175.
Ramón Emilio Reyes. “Héctor Incháustegui CabraJ y la preocupación por la vida". El Nacional de Ahora; suplemento cultural, Oct. 22, 1972. p. 3, 8.
Flérida García de Nolasco. “Héctor Incháustegui Cabral”. El Caribe; suplemento sabatino, Ago. 7, 1976, p. 4; Ago. 14, 1976, p. 4; Ago. 21, 1976, p. 4.
En una parte del poema, Wilde dice: “V, sin embargo cada hombre mata lo que ama, sépanlo todos: unos lo hacen con una mirada de odio; otros con palabras cariciosas; el cobarde, con un beso; el hombre valiente con una espada”. Oscar Wilde. Obras completas. 11 ed. Madrid, Aguilar, 1966. p. 857.
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