Ciencia y Sociedad, Vol. 34, No. 2 Abril-Junio 2009: p.206-233, • ISSN: 0378-7680 (impresa) • ISSN: 2613-8751 (en línea) • Sitio web: https://revistas.intec.edu.do/

ECONOMÍA Y ÉTICA EN LA OBRA DE ADAM SMITH: LA VISIÓN MORAL DEL CAPITALISMO. SEGUNDA PARTE1

(Economy and ethics in Adam Smith’s work: the moral vision of capitalism. Part 2)

DOI: http://dx.doi.org/10.22206/cys.2009.v34i2.pp206-233

* Universidad Autónoma de Tamaulipas, México. e-mail: rcuevasfr@yahoo.fr

Recibido: Aprobado:

INTEC Jurnals - Open Access

Cómo citar: Cuevas Moreno, R. (2009). Economía y ética en la obra de Adam Smith : la visión moral del capitalismo ; segunda parte. Ciencia y Sociedad, 34(2), 206-233. https://doi.org/10.22206/cys.2009.v34i2.pp206-233

Resumen

Este artículo sostiene la idea que el padre de la Economía Política al fundar esta ciencia hereda al mismo tiempo una visión o dimensión moral para ésta y el capitalismo. La ideología de la sociedad capitalista tiene subyacente esa visión heredada por Smith. Para ese propósito se analizan dos obras mayores la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) y la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999). La relación de ambos trabajos se comprende a partir de la dialéctica del pensamiento del autor, su contexto histórico y las categorías hombre, sociedad, totalidad y praxis. 


Palabras clave:

hombre, sociedad, totalidad, praxis, moral, ética y capitalism.

Abstract

This article maintains the idea that the father of the political economy, while founding this science, had a vision or moral dimension for that and the capitalism. The ideology of the capitalist society has that underlying vision inherited by Smith. For that purpose two mayor works are analyzed: The Wealth of the Nations (Smith, 1991) and The Theory of the Moral Feelings (Smith, 1999). The relationship of both works is understood is understood from the dialectic of the author’thought, its historical context and the categories: man, society, totality and praxis.


Keywords:

Society, totality, praxis, ethics, capitalism.

Introducción

Este artículo defiende la idea que el fundador de la Economía Política Smith (1991; 1999) hereda una visión moral para la Economía Política, el capitalismo y los negocios (Cuevas, 2006; 2007). Esa concepción se encuentra a la base de la ideología de la sociedad burguesa actual.

En el artículo precedente2 se estableció que este renovado interés por la obra de Smith reposa sobre una serie transformaciones provocadas por la evolución del capitalismo. Ahí se menciona (1) la aplicación de las políticas neoliberales de Margaret Thatcher (1979‐1990) en Gran Bretaña y Ronald Reagan (1981‐1988) en Estados Unidos. (2) el establecimiento de la globalización, (3) las crisis económicas y financieras3 . En fin, (4) la corrupción en el Estado y las finanzas, el cuidado del medio ambiente, las biotecnologías (la trasplantación de órganos y las clonaciones)4 .

En el terreno teórico ese renovado interés por la obra del padre de la economía desemboca en el Problema de Adam Smith (Adam Smith’s Problem). En el artículo anterior se propone que la solución de esa problemática es posible mediante un doble pasaje de la ética a la Economía Política y de la Economía Política a la moral. Este trabajo desarrolla las relaciones del segundo pasaje. Al igual que el artículo precedente, las categorías totalidad, praxis, hombre y sociedad permiten deducir los nexos entre la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) y la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999).

I. De la Economía Política a la Moral

La teoría ética de Smith (1991; 1999) reposa sobre una concepción del hombre y de la sociedad cuyas características generales corresponden al siglo de Las Luces. A partir de esta idea, se debe analizar cómo la concepción ética de Smith se expresa en su Economía Política.

Es evidente que el punto común entre la Teoría de los sentimientos morales (1999) y la Riqueza de las naciones (1991) es la sociedad. La sociedad es el objeto general de estudio abordado por el padre de la economía. Es decir, el conjunto de relaciones que los hombres establecen para satisfacer su vida material y espiritual. Sin embargo, en esta unidad aparece de inmediato la diferencia, puesto que el conjunto de relaciones estudiadas es diferente. En la primera de las obras, las relaciones morales y la conciencia moral son el objeto de estudio. En revancha, en la Riqueza de las naciones, las relaciones de la vida económica son el objeto de estudio. Así, existen en apariencia dos Smith: el Smith filósofo, más exactamente, moralista de la corriente de los sentimientos morales y el Smith economista, critico de los sistemas del pensamiento económico que lo precedieron. Es como si dos personalidades habitaran en un mismo individuo pero ambas animadas por un mismo cuerpo y por una misma alma.

Pero una metáfora como esa deviene peligrosa al instante de creer que es posible tomar esa división de Smith como base para el análisis: de esa manera seria necesario establecer el nexo entre esas dos personalidades, con la finalidad de recuperar la verdadera alma. O bien, entre el “Smith filósofo” y el “Smith economista” se encontraría cual de los dos prima sobre el otro: por ejemplo, el economista podría tener una mayor validez que el filósofo porque la historia del pensamiento económico parece así confirmarlo. De cualquier manera, se trata de recuperar un alma perdida como si se tratara de un exorcismo sobre la obra de Smith. Bajo esa perspectiva se terminaría por creer que los dos Smith son entidades diferentes cuyo acercamiento provendría del exterior.

Al contrario, Smith estudia dos mundos de la realidad social a partir de una misma perspectiva histórica y social. Subráyese, se trata de una concepción del hombre, una concepción de la sociedad y un mismo método. Sin embargo, nada impide considerar esas dos obras ‐la Teoría de los sentimientos morales (1999) y la Riqueza de las naciones (1991)‐ por separado, sea como un momento del análisis, sea como un estudio independiente, pero siempre suponiendo la unidad del pensamiento de Smith.

Entonces, es posible abordar el pensamiento de Smith en su unidad y su diferencia. Por eso, la concepción ética es un pilar que sostiene su Economía Política. El otro pilar de su economía es la crítica de los sistemas de Economía Política que le preceden, el sistema mercantil y el sistema de la agricultura.

Por otro lado, la ambición de hacer de su obra un todo único es mencionada por Smith mismo: él desearía dar una explicación de los principios generales del derecho y del gobierno, de la justicia, de las armas, de las rentas y todo lo que concierne al derecho. Hacia 1790 Smith piensa que en su Investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones, cumplió esa ambición analizando las rentas, la policía y las armas (Smith, 1999: 19).

El pasaje de la ética a la Economía Política significa un cambio de registro, de objeto de estudio, por tanto, un cambio de categorías y de juicios, puesto que ahora se trata de presentar el sistema económico y no el sistema ético. Así la simpatía y la división del trabajo son dos categorías sobre las cuales Smith construye la explicación de esos dos mundos de la sociedad burguesa. Por eso, uno puede tomar la categoría de simpatía como hilo conductor de la Teoría de los sentimientos morales y la categoría de división del trabajo para comprender la Riqueza de las naciones. Además, el objetivo de esas obras es distinto. Por ejemplo, Smith piensa que una teoría de los sentimientos morales debe estudiar dos cosas: primero, ella debe responder a la pregunta ¿qué es la virtud? Y ¿cuál es la mejor conducta o manera de comportarse que sea digna de elogio? Segundo, ¿cuáles son los mecanismos o medios para los cuales el espíritu prefiere una forma de comportarse u otra? He aquí el programa de investigación de la Teoría de los sentimientos morales.

Al contrario, en la Riqueza de las naciones el objetivo es descubrir el origen de la riqueza nacional. De una manera lacónica, la respuesta a la pregunta sobre cuál es el origen de la riqueza de las naciones, para Smith, es la división del trabajo.

a. La división del trabajo y las virtudes morales

De entrada en el libro primero de la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) no existe otra explicación para el incremento de los poderes productivos del trabajo y de la riqueza nacional que no sea la división del trabajo. La formación del valor del producto, de la mercancía y de las rentas que corresponden a las clases sociales no son más que el resultado de esa división del trabajo. Del mismo modo, en el libro segundo, para el crecimiento del capital y el aumento de su potencia, una vez más la división del trabajo ahí se encuentra como factor explicativo fundamental; lo mismo acontece con los sistemas de la Economía Política criticados por Smith, la fisiocracia y el sistema mercantil. Ahí nuevamente, la división del trabajo entre la ciudad y el campo aparece como el factor explicativo del desarrollo del capitalismo desde la época de los romanos. El comercio entre la ciudad y el campo es aun más benéfico para las dos gracias a la división del trabajo; más aún, el desarrollo del comercio impulsa la división del trabajo. El comercio extranjero introduce bellas mercancías colmando necesidades y haciendo benéfica aquélla división. Cierto, para Smith, la división del trabajo y la extensión del mercado desarrollan el curso natural de la riqueza.

En fin, en el último libro de la Riqueza de las naciones, el Estado juega un rol doble: el de Estado policía, protector de la propiedad privada y el de Estado promotor de toda clase de actividades para el florecimiento de la riqueza nacional: las obras publicas, la educación, el marco jurídico para la buena marcha de la economía y el comercio. Aquí nuevamente, la división del trabajo se alza como el factor económico fundamental explicativo. Más todavía. En la Riqueza de las naciones, la división del trabajo aparece como división social del trabajo entre las diferentes empresas de la producción, de la circulación comercial y de circulación financiera. Éstas son las diferentes formas de la división del trabajo organizadas por el capital social.

Sin embargo, este hilo conductor que es la categoría división del trabajo, no se encuentra en estado puro. En todas partes, eso que en este trabajo se nombra la dimensión ética o moral del pensamiento de Smith se expresa en el espíritu que anima su Economía Política. Este hilo conductor de la explicación económica se entrelaza con la explicación ética y moral. Por esa razón, el movimiento de la vida económica toma forma gracias a la práctica de los hombres en tanto que seres sociales, económicos y morales. Puesto que la corriente de los sentimientos morales pertenece a la filosofía moral. Smith piensa que ésta, al igual que la filosofía de la antigüedad tiene por objetivo conocer la perfección y la felicidad del individuo como miembro de la familia, la sociedad y el Estado. En este sentido, la Economía Política como rama de los conocimientos del legislador tiene por objetivo procurar los bienes y enriquecer al pueblo y al soberano. Luego, la relación entre la economía y la ética a partir de este punto de vista es clara. Cierto, la Economía Política tiene una finalidad inspirada de la teoría moral, la felicidad. Sin embargo, esta afirmación es relativa en Smith:

“La sociedad puede mantenerse entre diferentes hombres como entre diferentes comerciantes, a partir del sentido de su utilidad, sin ningún vínculo recíproco de amor o de afecto. Y bien que el hombre, que es miembro de la sociedad no esta ligado por ninguna obligación, ni por ninguna forma de gratitud frente a frente del otro la sociedad puede siempre estar sostenida por el intercambio mercenario de buenos oficios según los valores convenidos.” (Smith, 1999:140141), (Smith, 1991: 396)5 .

Sin embargo, esa afirmación tiene un límite. Para Smith la sociedad no podría sobrevivir sin la justicia. Para él, entre las virtudes sociales como las de beneficencia o benevolencia, es la justicia, la que implica una obligación o un castigo. Así, el bien‐obrar es siempre libre, si ello no se cumple, no mérita el castigo, pero si se cumple merece la más alta recompensa. Al contrario, romper las reglas de justicia es un prejuicio positivo. Por eso, ella no es abandonada a nuestra simple querer. Su cumplimiento merece apenas la recompensa. Smith piensa que el hombre es llevado por la Naturaleza a la conservación de sí. Por eso, la muerte es el más grande mal y el más grande castigo que un hombre puede sufrir. Los prejuicios a la propiedad son crímenes más graves que la ruptura de contratos. Es por eso, por lo que las reglas de justicia, protegen en primer lugar la vida de la persona y luego su propiedad. Finalmente, dichas reglas garantizan los derechos personales y las promesas hechas. La virtud de la justicia es tan importante que el mantenimiento de la sociedad depende en gran medida, de ella. Smith dice que la sociedad puede sobrevivir sin la virtud beneficencia pero el edificio de la sociedad sin el pilar de la justicia, simplemente se derrumbaría. La justicia hace posible la paz y el orden. Y esto, es más importante que el alivio de los miserables. Pues la justicia implica la libertad y la seguridad de la vida y de la propiedad. De esta manera, la teoría ética de Smith permanece como un fundamento indispensable de la vida económica. (Smith, 1999: 130; 137; 141‐143).

b. La división del trabajo, la autonomía y la independencia

Ciertamente, existe una unidad en el pensamiento de Smith y su programa de investigación. Pero eso no implica la ausencia de contradicciones, al menos en una de sus obras aquí estudiadas. Las contradicciones y limitaciones de la Riqueza de las naciones (1991) determinaron en gran medida el destino de la Economía Política.

Pribram (1986) establece que en la solución de los problemas como el origen del valor de cambio, la determinación del valor de los salarios, la teoría del capital y la ganancia, existe una ambigüedad en las soluciones dadas por Smith. Son las diferentes respuestas a los problemas las que permitieron el surgimiento de diferentes corrientes del pensamiento económico. Sin embargo, Marx (1995) antes que Pribram, encuentra las contradicciones en la Riqueza de las naciones. Según Marx, en Smith hay una doble manera de proceder: la investigación de los resortes ocultos internos del sistema capitalista y paralelamente, la intención de describir sus formas tales que ellas aparecen al exterior. De esta manera, Marx distingue entre los aspectos científicos y no científicos de la obra referida del padre de la economía. En el estudio de Marx, él está preocupado por comprender la teoría del valor, el origen del capital, la ganancia, el trabajo productivo y el trabajo improductivo. Es la lectura y el análisis correspondiente a una época, la de la continuación directa del mercantilismo y de la Economía Política clásica; preocupados por establecer el origen del valor de la moneda, de las mercancías o el valor de cambio. Según Marx, una de las virtudes mayores de la Riqueza de las naciones de Smith es la de haber establecido como el origen de la riqueza al trabajo en general. El trabajo anual es el fondo primitivo, la fuente primera de todo lo que consume una nación, dice el primer párrafo de esa obra (Smith, 1991).

Dado que la fuente de riqueza es el trabajo, según Smith, las más grandes mejoras de la potencia del trabajo son el resultado de la división del trabajo mismo. Ello ocurre de dos maneras: gracias al desarrollo de la destreza y habilidad del trabajador; gracias al perfeccionamiento de las máquinas. La manufactura de alfileres ilustra bien el aumento de la potencia del trabajo gracias a su división. Pero la división del trabajo, tiene por origen una inclinación natural, la cual es la inclinación a traficar o intercambiar. Según Smith, la multiplicación de los productos, resultado de la división del trabajo y del aumento de la potencia productiva del trabajo, es el factor que parece haber dado nacimiento a la separación de los diversos empleos y oficios.

Además Smith (1991) liga la división del trabajo singular del taller a la división social del trabajo. Él establece también, una relación directa entre la extensión del mercado y el aumento de la división del trabajo. Pues si la facultad de intercambiar los productos está al origen de la división del trabajo, la extensión de esta facultad (la extensión del mercado) explica el crecimiento de la división del trabajo. Según Smith, esta afirmación se funda en la apreciación práctica de los hechos. Pues nadie querría dedicar su vida a una actividad, si la extensión del mercado no le diera la seguridad de poder gozar de todos los bienes necesarios que el excedente de su producción le puede proveer. De esta manera Smith pasa del mercado y de la división del trabajo al individuo y a la división del trabajo en el taller. La razón de esta división individual y social del trabajo es la conveniencia para los individuos y la sociedad misma.

Bien que Smith (1991) observa las ventajas de la división del trabajo, también ve los efectos negativos de ésta para el trabajador. Tomando en cuenta que la división del trabajo encierra al individuo en un círculo limitado de operaciones simples y que la facultad de inteligencia se desarrolla mediante la práctica ordinaria, entonces, un hombre sujeto a cumplir un tipo de actividad, no podrá desarrollar su inteligencia ni sus facultades morales y sociales. Por tanto, ese hombre encerrado no podrá gozar de una buena conversación o de resentir los sentimientos de afecto o ternura. Él estará en la imposibilidad de concebir un juicio sobre su vida cotidiana. Se trata de la corrupción moral provocada por el sistema de la división del trabajo pero Smith no profundiza desafortunadamente ese tema.

Retomando la división del trabajo y al extensión del mercado, Smith explica el origen y el uso de la moneda como el resultado de la necesidad por superar los problemas que el intercambio y la extensión cada vez mayor del mercando provocan. Smith ilustra esa tesis haciendo un recorriendo en la historia de la Antigüedad y de la Edad Media. De ahí provienen las razones por las cuales los metales preciosos se convierten en moneda: su divisibilidad, su fácil transporte, el hecho de contener un gran valor en una gran masa (Smith, 1991: 406; 73‐77; 8385).

Las contradicciones en la teoría del valor y los salarios aparecen en el momento que Smith trata de resolver el problema del origen del valor de cambio y las oscilaciones del precio de las mercancías en los capítulos V a Viii de la Riqueza de las naciones. En efecto, un concienzudo estudio de las contradicciones mencionadas (Marx, 1995) muestra que el nudo de este análisis se encuentra en la teoría del valor de Smith. Se trata de dos teorías diferentes y contradictorias entre sí. La primera teoría toma el tiempo de trabajo dedicado a la producción de mercancías como el fundamento de la cantidad de valor. La segunda teoría toma como fundamento la pena, el esfuerzo. En términos modernos, el padre de la economía establece una teoría objetiva y una teoría subjetiva del valor. La causa de esta contradicción se encuentra, según Marx, en el hecho que Smith confunde la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo necesario y la cantidad de trabajo vivo con el cual uno puede comprar las mercancías. Esta contradicción en la teoría del valor de Smith desemboca en la imposibilidad de saber por qué en el intercambio entre capital y salario o trabajo y trabajo vivo, la ley del valor es abolida.

Al contrario, la conclusión de Smith es que el tiempo de trabajo no puede se él sólo la medida del valor de las mercancías, pues, existen otros factores en dicha evaluación, la pena, el esfuerzo y el sacrificio, es decir, los factores de carácter subjetivo. Según Marx, Smith debía haber dicho, tal que lo dice Ricardo (17721823) que cantidad de trabajo y valor del trabajo no son la misma cosa. Es por eso que Smith caí en un círculo vicioso donde él explica la formación del origen del valor por el trabajo y después por las rentas y sus fuentes: la renta de la tierra, la ganancia y el salario, las cuales no tendrían otro origen que el trabajo (Marx, 1995: 64‐68).

Smith comprende aspectos fundamentales de la economía con justeza. Así un hombre es rico o pobre según la cantidad de trabajo que el pueda comprar o comandar para proveerse de las cosas agradables y necesarias a la vida. Nuevamente, en esta idea de Smith, el fundamento es la división del trabajo:

“Su fortuna es más o menos grande en proporción a la extensión de ese poder, en proporción de la cantidad del trabajo de otro que el ponga en estado de comandar, o lo que es la misma cosa, del producto del trabajo de otro que el ponga en estado de comprar. El valor de cambio de cualquier cosa debe necesariamente siempre ser precisamente igual a la cantidad de esta suerte de poder que él trasmite a quien lo posee.” (Smith, 1991: 90; 100, 272).

Sin embargo, la evaluación del precio de la mercancía por el trabajo es sustituida por la de la fatiga o la pena. A pesar que el trabajo sea, según Smith, la medida real del precio de la mercancía, la apreciación común de la cantidad de trabajo de dos mercancías es difícil. Y justo aquí, Smith (1991: 100) da vida a lo que será la teoría subjetiva del valor:

“…Esta proporción no se determina siempre solamente por el tiempo que uno puso a dos obras diferentes. Es necesario tener también en cuenta los diferentes grados de fatiga que uno ha soportado y de la habilidad que ha sido necesario desplegar.”

Desde ese momento, las diferentes cantidades de fatiga, de pena, y de esfuerzo deben ser comprendidas en la determinación del valor de las mercancías. Por eso, el sacrificio de tiempo de reposo, de libertad y de felicidad, intervienen también en la determinación del valor. Sucede lo mismo con el grado de destreza,

“…si una especie de trabajo exige un grado poco ordinario de habilidad o de dirección, la estima que los hombres tienen por sus talentos añade naturalmente a su producto un valor superior a eso que sería debido por los tiempos de trabajo empleados. Entonces, cantidades iguales de trabajo deben ser, en todos los tiempos y en todos los lugares, de un valor igual para le trabajador.” (Smith, 1991: 102; 116; 267).

Para Marx, Smith confunde el trabajo de otro y el producto del trabajo. La expresión del trabajo de otro y el producto de ese trabajo esconde, según Marx, la relación entre trabajo privado y trabajo social. En la noción del trabajo de otro, y del producto del trabajo, existen implícitamente, la determinación social del valor de las mercancías que escapa a Smith; y por lo mismo, la distinción entre trabajo vivo y trabajo muerto o pasado. A esta última falta se añade una segunda. Smith no logra deducir la diferencia entre el intercambio de mercancías y el intercambio, capital y trabajo salariado.

Sin embargo, si Marx (1995: 68) observa un teoría del valor contradictoria en Smith, una precisión mayor es la de Pribram (1986:130) para quien Smith da a elegir entre una teoría del valor trabajo incorporado, una teoría del valor trabajo ordenado, una teoría del costo de producción, y en fin, una teoría de la des‐utilidad. La ambigüedad que él muestra en sus análisis –añade Pribram desemboca probablemente en un conflicto entre la tendencia de la filosofía utilitarista a buscar una motivación psicológica de los valores de cambio (el sacrificio, la des‐utilidad) y su adhesión al camino abierto por el mercantilismo tradicional, que consiste a asociar una cantidad mesurable de una cosa (su valor de cambio) a la fuerza (el trabajo) quien era considerado como el creador de esa calidad.

Otro ejemplo del doble contenido de la teoría del valor de Smith es la determinación del precio del trabajo o del salario del obrero. Ahí Smith abandona la determinación del valor por el tiempo de trabajo y trata de determinar los salarios por el juego de la oferta y la demanda, y por la escasez de brazos. Según Pribram (1986) en ese estudio, Smith presenta tres explicaciones diferentes del nivel de salarios: una teoría residual, una teoría del fondo de los salarios, y una teoría de la oferta y la demanda.

Resumiendo. Smith establece que la fuente de toda riqueza es el trabajo. El incremento de la potencia del trabajo está determinado por la división del trabajo. Ésta tiene por origen una cualidad innata, natural que es la inclinación al intercambio. En este juego da nacimiento a la división social del trabajo entre las diferentes profesiones. La reiteración de todos estos elementos sobrepuja aun más a la capacidad productiva del trabajo y a su consecuente división: es el origen del mercado a través de la práctica del intercambio. Pero Smith descubre este surgimiento, suponiendo al hombre libre propietario de su trabajo y del producto de su trabajo. En otros términos, el hombre puede realizar su inclinación natural al intercambio, si y solamente si, la libertad se alza como la cualidad moral primera para fundar la vida económica y el discurso económico.

Además, según Smith, el hombre libre se encuentra voluntario encerrado en un lugar asignado por la división del trabajo. En este sentido, se trata de individuos libres, autónomos e independientes los unos de los otros. En el caso contrario, el mercado no podría ser el puente y el punto de reunión de sus productos, pero también de sus expectativas, de sus deseos, o simplemente de sus intereses. En consecuencia, se puede establecer que el abuso de citas del célebre párrafo sobre “la mano invisible del mercado” de la Riqueza de las naciones olvida el marco de la filosofía moral de Smith, pero también las cualidades que tiene un hombre en el sistema económico. Solamente lo hombre libre, autónomo e independiente puede decir:

“Denme eso de lo que yo tengo necesidad, y yo les daré de mí eso de lo cual ustedes tienen necesidad, y ustedes tendrán de mí eso de lo cual ustedes mismos tienen necesidad; y la más grande parte de esos buenos oficios, que nos son necesarios se obtienen de esa manera. No es por la bondad del carnicero, del comerciante de cerveza que nosotros conseguimos nuestra cena, sino del cuidado que ellos aportan a su interés. Nosotros no nos dirigimos a su humanidad, sino a su egoísmo; y nosotros no les hablamos jamás de nuestras necesidades, es siempre de su ventaja.” (Smith, 1991: 82).

La verdad de esta idea es para Smith evidente: un mendigo que se decide a depender de la bondad publica, no puede escapar a ese principio. En un último análisis, el mendigo satisface la más grande cantidad de sus necesidades por el tratado para el intercambio y por la compra al igual que los otros hombres.

Nada es más sensato y más correcto en el marco de la división del trabajo en la sociedad capitalista. Los valores morales de la libertad, la autonomía y la independencia se encuentran así en le fundamento de la visión de la Economía Política de Smith. Pero también en la teoría del valor de Marx (1965). Para este último solamente, los productos del trabajo de propietarios autónomos e independientes los unos de los otros, toman la forma de mercancías. Más, en este caso, la división del trabajo, es sólo un elemento del juego que determina el valor de los productos del trabajo. La evaluación de Marx (1965) trata de ser objetiva y no basada en el sacrificio de la libertad, la felicidad, la fatiga o la pena, evaluadas por el individuo singular, y cuya validad es común a todo modo de producción o forma de vida. Sin embargo, la libertad, la felicidad, la fatiga o la pena, son valores morales con una existencia social pero que en la determinación objetiva del valor mistifican su verdadero origen que es el trabajo social.

La determinación contradictoria del valor de Smith adquiere una mayor importancia en el momento que determina el origen del capital y su división en capital fijo y capital circulante.

c. Las dos teorías del capital y la mano invisible

Según Smith (1991) el valor de una mercancía está formado por la renta, la ganancia y el salario. La tierra, el trabajo y el capital son las fuentes de esos valores. Esas tres partes son las tres fuentes de todo ingreso. Según Marx (1965). Smith tiene razón cuando piensa que la fuente de las rentas de las clases sociales son la renta, la ganancia y el salario. Sin embargo, esos ingresos no son el origen del valor de cambio como Smith lo sostiene. Al origen de ese error se encuentra el hecho que de que el padre de la economía no puede aislar la categoría de plusvalía como forma primera del trabajo excedente. Según Marx (1995) este error esencial aparece en la explicación del capital y el origen de la ganancia en el libro ii de la Riqueza de las naciones (1991).

Primero, según la definición del capital de Smith, el capital es múltiple: Él es el conjunto de fondos de los cuales el propietario espera tomar una renta. Él es también los medios físicos de la producción resultado del trabajo. El es también el dinero líquido destinado a renumerar los obreros. Smith establece una relación directa entre la división del trabajo y el capital: la existencia del capital antecede a la división del trabajo. En seguida, la acumulación del capital impulsa a una más grande división del trabajo. Los fondos destinados para obtener una renta son el capital. Al contrario, si los fondos son destinados al consumo individual, Smith los llama renta o ingreso. Segundo, Smith deduce a partir de la composición de las inversiones manufactureras individuales, la composición del capital social. Por otro lado, el padre de la economía realiza la representación de la empresa como modelo. Se trata de la empresa capitalista en el sentido propio y moderno.

El capital del dueño manufacturero o del dueño agricultor puede ser de dos tipos: si el sale de sus manos, por ejemplo, en forma de mercancías, en ese caso Smith lo llama capitales circulantes; o bien, el capital permanece en sus manos, por ejemplo bajo la forma de mejoramiento del suelo, de las semillas y de las máquinas, en ese caso, Smith lo llama capitales fijos. Si uno considera la masade fondo acumulados de un país, ésta es de tres tipos: la parte reservada al consumo inmediata que no aporta ni renta, ni ganancia, los capitales circulantes y los capitales fijos. Smith clasifica dentro del capital fijo social los elementos siguientes:

Todas las máquinas útiles e instrumentos de industria…

Todos los edificios con vocación útil y de los cuales el propietario obtiene un ingreso tales que las tiendas, los talleres, los establos, etc.

Las mejoras a las tierras: todo lo que uno gasta de una forma provechosa para secar, cercar, abonar y poner en un estado lo más propio a la cultura y a la labor

Los Talentos útiles adquiridos por los habitantes o miembros de la sociedad.

Smith clasifica dentro del capital circulante los elementos siguientes:

− El dinero que sirve a la circulación de los artículos.

− Los fondos de víveres de propiedad de carniceros, granjeros, comerciantes, etc. Los cuales piensan obtener una ganancia de su venta.

− Los fondos de materias brutas o manufactureras o en cursos de fabricación.

− La obra terminada y almacenada del comerciante o manufacturero. (Smith, 1991: 358‐361).

Para Smith, los capitales tienen por otro origen la división del trabajo; una vez que ésta se establece, la acumulación de capitales impulsa a una más grande división del trabajo en la empresa y en la sociedad. Sin embargo, Smith contradice en los términos siguientes su teoría del capital:

“La causa inmediata del aumento del capital, es la economía, y no la industria. A la verdad, la industria provee la materia de los ahorros que hace la economía; pero, las ganancias que hace la industria, sin la economía que los ahorra y los amasa, el capital no sería jamás más grande.” (Smith, 1991: 425).

En la teoría del capital de su Economía Política, Smith hace intervenir, lo que aquí se nombra la visión ética o moral para le Economía Política. En ese caso pasión una doble y contradictoria en el hombre: propensión al placer, al goce, al disfrute inmediato opuesto al instinto de ahorro, es decir, del deseo de mejorar su suerte está al origen del capital.

Es necesario retomar dos ideas precedentes. La primera se refiere a la clasificación del capital fijo y del capital circulante. Smith ignora primero, al trabajador activo y lo remplaza por los talentos útiles adquiridos por los habitantes o miembros de la sociedad en su clasificación de capital fijo. Él clasifica, enseguida, los fondos de los víveres que determinan los salarios dentro del capital circulante. Así, la fuerza de trabajo activa no se diferencia en nada de otros elementos del capital tales que los edificios y las máquinas; todos los elementos contribuirían por igual a la producción de la ganancia: error, retomado por Smith y sus herederos.

De esta manera la indiferencia del rol activo de la fuerza de trabajo en la producción del capital es una visión que encuentra su origen en el pensamiento de Smith. A pesar que Ricardo (1817) después, haya querido clasificar a los salarios en la categoría del capital circulante, el efecto es fundamentalmente el mismo: la fuerza de trabajo es clasificada como cualquier otro elemento de la producción, como lo son las materias primas o el dinero. De esta forma el papel activo de la fuerza de trabajo en la producción de la ganancia es borrado del discurso científico. Es además, la cosificación de las relaciones de producción explicada por Marx (1965) en el fetichismo de la mercancía y su secreto y cuyo desarrollo lo encontramos en Rubine (1978).

La segunda idea se refiere al origen del capital a partir del ahorro. Ese pensamiento sostiene las teorías del origen del capital por la abstinencia, las cuales, por tanto, tienen su fuente en la Economía Política de Smith.

De esta forma se cierra el círculo vicioso como llama Marx (1995) a la base y resultados de la teoría del valor contradictoria de Smith. El primer círculo vicioso: el producto anual de la nación es el resultado del aumento en la productividad del trabajo. El aumento de la productividad del trabajo es resultado a su vez, del aumento del capital. Más para acrecentar el capital, es necesario aumentar el producto anual. El segundo círculo vicioso es que el producto anual puede ser aumentado por la cantidad de trabajo empleado, pero éste no puede crecer más que a condición del crecimiento del capital el cual pone al trabajo en actividad. La solución de Smith es el ahorro que él comprende como la transformación de la renta en capital. (Smith, 1991: 182‐183).

Así para salvar esa dificultad la solución de Smith es doble: por un lado, él propone el sobre‐valor como forma del trabajo no retribuido a la clase obrera y que es a la vez, la fuente primera de todo ingreso; por otro lado, la dinámica de la acumulación y el factor tiempo anulan la posibilidad del origen del capital por el simple ahorro, bien que el sobre‐valor debe estar en barbecho, antes de transformarse en capital en funciones.

Cuanto a la ganancia, el padre de la Economía Política está seguro que el fin del capitalismo es la ganancia misma. Nadie contrataría trabajadores sin esperar una ganancia. Frente a esa explicación objetiva, al momento de analizar la movilidad de capitales y las oscilaciones de precios naturales, la explicación de tal movilidad por la competencia se entrelaza con la visión ética o pasional de los agentes económicos de Smith: la ganancia elevada en un cierto lugar de los negocios conduce a los intereses privados a ese lugar. El resultado de la emigración de capitales es la baja de la ganancia. Su alza consecuente en otros lugares conduciría a reformar esta distribución viciosa –dice Smith (1991)–. Es así –agrega él– que los capitales son empleados en los lugares más ventajosos para la sociedad. Y eso pasa sin ninguna intervención de la ley. Los intereses privados y las pasiones de los hombres llevan a la distribución del capital social y combinan más o menos el interés general de la sociedad (Smith, 1991: 245).

En esta explicación sobre la distribución del capital social y de la ganancia, subyace también la idea de las consecuencias no deseadas referidas en el artículo precedente. Ahí, las acciones de los individuos que desconocen el conjunto del sistema económico, conducen todavía de manera involuntaria al bien general. En Smith esa idea se origina en la Teoría de los sentimientos morales (1999). En ese cambio de registro de la moral a la Economía Política, esta idea de las consecuencias no deseadas impregna fuertemente la referencia de la mano invisible. Además, Pribram (1986: 134) piensa que la creencia de un orden social natural ligado a la creencia de la armonía natural de intereses de los individuos son los fundamentos mismos de la Economía Política. En sus Essays on Philosophical, Smith expresa la idea de la naturaleza como un todo armonioso. Las ciencias de la naturaleza tienen por tarea elaborar la concepción de un universo donde las partes trabajan bajo un plan preestablecido:

“En consecuencia, puesto que cada individuo trata, lo más que él puede, 1º. de emplear su capital para ser valer la industria nacional, y 2º. de dirigir esta industria de manera que ésta le produzca el mayor valor posible, cada individuo trabaja necesariamente a hacer los más grande posible la renta anual de la sociedad. A la verdad, su intención, en general, sobre ello no es de servir al interés publico y él no sabe hasta que punto el pude ser útil a la sociedad. Prefiriendo el éxito de la industria nacional al de la industria extranjera, él no piensa que darse personalmente una mayor seguridad; y dirigiendo esta industria de manera que su producto tenga el mayor valor posible, él no piensa que en su propio beneficio; en eso, como en muchos otros casos, él es conducido por una mano invisible a cumplir un fin que no entra de ninguna manera en sus intenciones; y eso no es siempre lo peor para la sociedad, que ese fin no entre para nada en sus intenciones. Buscando su interés personal, él trabaja a menudo de una manera más eficaz para el interés de la sociedad, que si él había realmente por fin trabajar por ello. Yo jamás ví, a los que aspiran en sus empresas de comercio, a trabajar por el bien general, haber hecho muchas cosas buenas. Es cierto, que esa pasión no es muy común entre los comerciantes, y que nos son necesarios grandes discursos para curarlos de ella.” (Smith, 1991: 42‐43).

Hardt y Negri (2000: 120) piensan que la interpretación de la mano invisible del mercando citada en la referencia de aquí arriba es precaria y flotante. Ella no resuelve sino parcialmente la contradicción entre el interés público y el interés privado, y el surgimiento del mercado. Un segundo nivel debería comprender la mano invisible del mercado como producto del sistema natural de libertad aboliendo todo sistema de preferencia y de presión como se expresa en la Riqueza de las naciones (livre, iv Ch, ix, p, 51). Un tercer nivel sería necesario: un Estado minimal que garantice la coincidencia entre el bien estar individual de los individuos y el interés publico, la seguridad y la justicia para el funcionamiento del sistema. Es decir, un Estado como eje de mediación entre los intereses particulares y los intereses públicos. De esta manera, el transcedental político del Estado moderno es definido desde su contenido económico. La teoría del valor según Smith es el alma y la sustancia del concepto de Estado soberano moderno.

Sin embargo, dentro de esta igualdad en el mercado, existe la diferencia entre las clases sociales. En el libro primero, capítulos x y xi de la Riqueza de las naciones, Smith establece que el interés de las clases que reciben la renta y los salarios están estrechamente e inseparablemente ligados al interés general de la sociedad. La clase propietaria de la tierra obtiene su renta casi sin ninguna dificultad. Al contrario, la clase que obtiene la ganancia es la que mueve la mayor cantidad de trabajo útil de la sociedad, así que ella proyecta y dirige las mayores inversiones de capital. El interés de clase de quienes obtienen la ganancia –los manufactureros y los comerciantesse encuentra limitado a la esfera de sus negocios que es la que les interesa. Su superioridad en relación al propietario del campo reside en que ellos tienen un conocimiento más precioso de su interés. Según Smith, este es la razón por la cual a veces los propietarios manufactureros sacrifican su interés por el bien general (Smith, 1991: 335‐336).

Además en la búsqueda del beneficio, la armonía de intereses permanece. Ahí existe aun el sacrificio del interés particular por el interés general de la sociedad. La conciliación de esta oposición toma de la ética de Smith su punto de apoyo: En el hombre existe un juego de pasiones y de razón. El origen de la moralidad se encuentra en las pasiones mientras que las reglas morales provienen de la razón. Las pasiones son asociales y sociales. Las primeras son las que provocan el disgusto y la reprobación del espectador imparcial. En revancha, las pasiones sociales como la humanidad, la amistad, la bondad, la beneficencia la compasión y la estima mutua que son particularmente agradables, forman un conjunto. El otro conjunto de pasiones sociales es las pasiones egoístas. Éstas tienen un lugar intermedio entre las pasiones asociales y sociales. Ellas no son bastante graciosas, ni bastante odiosas, se trata de la pena y la felicidad. El origen del comportamiento moral de los hombres, se encuentra en esos tres conjuntos de pasiones, según la Teoría de los sentimientos morales, mientras que en la Riqueza de las naciones, esos hombres ocupan un lugar en la división de clases sociales propuesta por Smith.

Por lo anterior es posible establecer la relación siguiente: la conciliación de intereses de las clases sociales establecida por Smith, reposa por un lado, sobre esa concepción moral del hombre, lugar de encuentro de pasiones contrarias; por otro lado, sobre una concepción de la sociedad como sistema natural y armonioso. Ahí, las unidades (los hombres) deben plegar sus intereses particulares y limitados, en beneficio del interés general, más amplio. Esa idea clave es justificada por el padre de la economía de la manera siguiente: ¿Cómo debe ser el hombre virtuoso? ¿Cómo debe comportarse en todas las vicisitudes de la vida? El hombre sabio, virtuoso –responde Smith‐ es capaz de dominar su egoísmo y de estar en buenos términos con el espectador imparcial, ese que se encuentra en el fondo del corazón. Este hombre que obra con conveniencia, prudencia, justicia y valor se opone al hombre sin virtud, egoísta y orgulloso. Recuérdese que para Smith, el hombre sabio es quien gracias al dominio de sí mismo y al respeto de lo que es conveniente, acepta voluntariamente sacrificar su interés individual por el de su orden, de su sociedad, de su Estado o de Dios mismo (Smith, 1999: 327; 331‐357).

El optimismo sobre el desarrollo de la economía, tantas veces citado, se expresa a través de lo que podríamos nombrar una suerte de ley compensatoria que se establece a través de la conducta individual de los hombres y a pesar de ellos mismos. Así para Smith, la conducta tendiente a la profusión, a la prodigalidad insensata de los individuos en los negocios está compensada por la economía y la buena conducta de otros. Por eso, la mala conducta de unos no puede influenciar mucho la suerte de una nación. En ese caso, la filosofía moral de Smith sostiene la perspectiva de la Economía Política. En efecto, según él todo hombre quiere la conservación de sí y ser el objeto de la aceptación, de la afección y del mérito. Entonces, en su conducta privada, el hombre se ve presionado a cumplir el sistema de moral que el pueblo respeta más. En consecuencia, la práctica de las virtudes durante la vida, como lo establece el Autor de la Naturaleza o Dios, conduce a la compensación conveniente de la felicidad y de la riqueza. En otros términos, la recompensa divina es la fortuna en los negocios personales y en toda clase de empresa (Smith, 1991: 428; 438) (Smith, 1999:176; 235‐236).

d. La empresa en Smith

Para el análisis siguiente es necesario tomar en cuenta dos cosas. Primero la relación entre la ética y la Economía Política desarrollada en las páginas precedentes. Segundo, el hecho que no puede haber una ética distinta para la sociedad capitalista y otra para la empresa (Cuevas, 2006; 2007).

Wolf (1993) nombra las representaciones del conjunto a los grandes sistemas de la Economía Política. La obra madre de ésta ciencia parte de la unidad más simple de la producción: el taller. Para luego, elevarse hacia el mundo económico de la sociedad y el Estado. Al parecer Smith no quiso estudiar en detalle a las empresas capitalistas que componen el sistema. Ellas aparecen dentro y a lado de la exposición central que es la del sistema económico. Sin embargo, en toda la obra de la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) ellas están presentes.

Es conocido que Smith piensa que las más grandes mejoras de la potencia del trabajo son el resultado de la división del trabajo. Tales mejoras se limitan a la destreza, a la habilidad del trabajador y al perfeccionamiento de las máquinas. Por eso en la división del trabajo en la manufactura de alfileres, el obrero dotado de habilidad, del conocimiento por ese quehacer y su útil de trabajo son los elementos simples. Según Smith, la manufactura de alfileres ilustra muy bien los efectos benéficos de la división del trabajo en cualquier manufactura. Las operaciones divididas en la mayor simplicidad posible acrecientan la potencia productiva del trabajo.

Esa manufactura es una inversión de capital, en el sentido moderno del término, es decir, que los fondos invertidos tienen por finalidad la ganancia. Los fondos son adelantados en salarios y materiales para trabajar se resuelven –según Smithen dos partes: una que paga los salarios y los materiales, otra que consiste en la ganancia. El interés del empresario es el de contratar la más grande cantidad de trabajadores, pues una masa de más en más grande del capital aportará una ganancia mayor. A partir de eso se puede decir que es el interés práctico de las relaciones sociales de esta sociedad basada sobre la propiedad privada y la libre empresa, quien explica la estructura de la manufactura de alfileres. Ésta es para Smith una manufactura típica. Ellas es un modelo que representa a las manufacturas de esa época. El otro elemento, indispensable sin duda, es el empresario capitalista. En suma, Smith, en le primer libro de la Riqueza de las naciones, presenta la empresa característica de la época y su estructura. Las ciencias de la administración la denominan empresa del empresario, en la cual la centralización de las decisiones depende de un solo hombre que está en la cima. Smith no analiza casi la gestión de esta empresa típica. Su análisis se limita a establecer en el corazón de su sistema a la división del trabajo. Sin embargo, Smith (1991: 449) piensa que existen cuatro maneras diferentes de emplear el capital. Una lectura de esa clasificación sirve para darse una idea de las empresas capitalistas de la época:

  1. Para producir el producto–materias primas–necesarias al consumo anual.
  2. Para manufacturar el producto bruto listo para el consumo y al uso de la sociedad.
  3. Para el transporte de los dos productos precedentes.
  4. Para la división de esos productos en parcelas, se trata del consumo en detalle.

Según lo anterior, Smith considera como las principales inversiones de capital, las que se dedican a la producción y a la circulación social. Según él, los trabajadores que desempeñan sus actividades de esas maneras, son trabajadores productivos, pues, ellos añaden al precio un valor. Es evidente que la ganancia se obtiene del precio de la mercancía y que la cantidad de trabajadores productivos depende de la masa del capital. Por consiguiente, la contribución que hace el capital a la renta anual nacional, está de acuerdo con el trabajo productivo movilizado por ese capital.

Así, el estudio de la renta de la tierra da la oportunidad a Smith de analizar las empresas en el campo, las cuales han devenido en empresas capitalistas. Es el caso de las explotaciones agrícolas y de minas. Para que haya renta de la tierra es necesario que el suelo sea una propiedad privada. Sin embargo, la ambivalencia de la teoría del valor del padre de la economía reaparece al momento de determinar el precio del producto de las minas. Según Smith, su precio no puede ser necesariamente determinado por la escasez. Los precios previstos no son determinados por otra mercancía sino por la abundancia. Así, el aumento en la escasez o en la abundancia de oro provoca que una parcela pequeña sea valiosa:

“Las minas más abundantes, sea en metales preciosos, sea en piedras preciosas, no podrían más que añadir muy poco a la riqueza del mundo. La abundancia degrada necesariamente el valor del producto, que no obtiene su principal valor sino de la escasez.” (Smith, 1991: 221‐349; 251; 253).

El mantenimiento del dinero de la nación, lleva a Smith a hablar sobre la empresa que comercia con el dinero. Ésta gana un interés por poner a disposición el dinero necesario para las ventas, las compras y saldar las cuentas indispensables para los negocios. Así los billetes que los bancos ponen a la disposición de los comerciantes sirven para comprar las mercancías a sus proveedores. Éstos pagan a la vez a los granjeros, que al mismo tiempo compraran las cosas necesarias por el lujo o la producción. Finalmente, los billetes regresaran a los bancos, cerrando círculo llevado por esas empresas.

La sabiduría de Smith subraya aún más las virtudes de la existencia de los bancos para las empresas y el sistema. Los bancos hacen activo el capital que quedaría inactivo en manos del manufacturero y para toda clase de negocios. La mayor virtud de las operaciones de los bancos, no proviene de un crecimiento positivo del capital sino el hecho que los bancos, hacen activo una más grande parte del capital que la que hubiera sido sin ella.(Smith, 1991: 385; 406).

Otras empresas que aparecen en los libros iv y v de la Riqueza de las naciones son, en la historia del capitalismo comercial, las empresas de conquista y las compañías comerciales. Smith las califica como empresas arriesgadas, una lotería. Las empresas de conquista por la búsqueda del oro no costarían nada sino la pena de pillar a los salvajes sin defensa. En el estudio de esas empresas de conquista por satisfacer la sed de oro, Smith regresa aún a su teoría de la determinación del valor por la escasez. Por otro lado, las empresas de conquista dieron el monopolio del comercio a las grandes compañías: la anciana compañía de los comerciantes de aventura, (Compañía de Rusia) la Compañía de las tierras orientales, la Compañía de Turquía y la Compañía de África.

Sin embargo, la Riqueza de las naciones (1991) estudia fundamentalmente las empresas capitalistas industriales. Por eso, Smith piensa que las empresas por acciones que pueden gozar del suceso sin privilegio exclusivo, son las que su actividad se reduce a la rutina y a la uniformidad de su método: las empresas de construcción y el mantenimiento de un canal navegable; las empresas de aguas potables para la ciudad, las empresas de seguros contra incendios y capturas en tiempos de guerra, los correos postales son, hablando propiamente, una empresa de comercio, su suceso se debe al hecho que el capital que ellas avanzan no es muy considerable y la recuperación de éste es segura e inmediata.

Toda empresa nueva reporta grandes beneficios. Continuando con el camino señalado por Smith se diría que las empresas y los empresarios merecen el suceso, siempre y cuando ellos se comporten de acuerdo a la moralidad prescrita en la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999). Según su autor, en los negocios en número de empresas afortunadas supera siempre las empresas imprudentes y desafortunadas. Eso se debe al hecho que la bancarrota es una calamidad tan fuerte y la peor humillación que puede sufrir un inocente. Razón por la cual todo hombre la evita (Smith, 1999: 429). Además, los hombres de empresa pueden alcanzar el suceso puesto que viven en el marco del sistema de libertad natural y de justicia que les da la seguridad de gozar de su propiedad y de su trabajo.

Las razones de la aceptación del lugar que los hombres ocupan en el sistema económico, se encuentran en la Teoría de los sentimientos morales y a la Riqueza de las naciones. En el hombre hay una disposición para admirar la riqueza y rechazar la pobreza. Esta disposición permite mantener la distinción de rangos y orden en la sociedad. Sobre esta disposición de admirar y hasta venerar la riqueza reposa la capacidad de los hombres a dirigir y hacer el mundo. Además, el padre de la Economía Política establece las cuatro causas que conducen de manera natural a la dominación de ciertos hombres sobre otros: primero la superioridad de cualidades personales como son la fuerza, la belleza, la justicia, la moderación, entre otras. Segundo, la superioridad de edad que permite ser respetado. Tercero, la superioridad de fortuna. Cuarto, el nacimiento que da una superioridad de fortuna. (Smith, 1999: 103; 106) (Smith, 1991: 333‐335).

Finalmente, Smith confía en que el mismo sistema de orden natural y la filosofía moral que de éste se desprende, dé la seguridad de la aceptación de roles de los individuos en la sociedad. Es necesario subrayar que en ese sentido Smith es sumamente optimista pues, él tiene confianza en la sabiduría de los hombres y en su virtud que los conducen hasta el sacrificio personal para la felicidad de la sociedad, del Estado y de la humanidad.

CONCLUSIÓN

1. La visión moral para la Economía Política y el Capitalismo tiene su origen la Teoría de los sentimiento morales (Smith, 1999) y la Riqueza de las naciones (Smith, 1991). En esta última obra las explicaciones científicas se alternan con las explicaciones basadas en la filosofía moral o ética de Smith.

2. Así en la división del trabajo y los cambios, el origen de valor de las mercancías, del dinero, la fuente de la ganancia, el crecimiento del capital, la distribución de capitales, la renta de la tierra, la justificación de la existencia de la empresa, el capitalista y el papel del Estado se basan tanto en el movimiento económico como en la filosofía moral de Smith.

3. El padre de la economía se esfuerza por explicar los fenómenos económicos sin renunciar a los valores morales y pasionales en sus explicaciones económicas; a pesar que él comprende que la economía puede funcionar con los intercambios útiles y mercenarios sin simpatía y sin ninguna afección. Es de esta manera como Smith crea una visión moral de la economía y el capitalismo.

4. Bien que la concepción del hombre y la sociedad establecidas en la Teoría de los sentimiento morales (Smith, 1999) subyace en la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) el estudio del mundo económico desemboca en otros valores morales para la visión de la Economía Política y el capitalismo: la pena, el esfuerzo, el sacrificio de los intereses individuales por el bien común y una suerte de predestinación de las consecuencias no deseadas del orden económico.

5. La concepción moral de la sociedad y del hombre permite a Smith establecer para la Economía Política y par la sociedad burguesa, el optimismo y la armonía de intereses. El padre de la economía no llega a comprender claramente las contradicciones entre las clases sociales. Más, él tiene confianza en la virtud y la sabiduría del hombre para la vida social y económica.

6. Cuando Smith establece la división del trabajo como punto de partida y piedra angular de su Economía Política, él proporciona a la Economía Política los valores de la autonomía y de la independencia de los individuos. Esos valores morales son al propio tiempo condición para la división del trabajo, el intercambio y en general para la existencia de la economía.

7. Paradójicamente, Smith clasifica al trabajo (la fuerza de trabajo) como un elemento más del capital. Entonces, el padre de la economía lega una visión moral del capitalismo, del hombre y de la sociedad, y una explicación económica, donde el hombre ocupa el lugar de cosa, al mismo tiempo que en filigrana se encuentra su concepción moral del hombre. Esta contradicción, la ciencia económica la porta hasta nuestros días. Bien que sea una contradicción del pensamiento de Smith, es también una contradicción expresión de un estado social de la historia humana, el del modo de vida capitalista.

8. La libertad y la justicia parecen ser las virtudes las más altas en la Economía Política de Smith y del capitalismo. Es visión del mundo capitalista y de la empresa donde la felicidad es el fin supremo de la sociedad capitalista y por tanto, del servicio que la Economía Política debe rendir a esta sociedad.

9. El estudio de la obra de Smith y sus contradicciones, se evita recurrir a elementos artificiales, exteriores, como un espectador imparcial, en la evaluación del valor económico, tal que lo hace Mathiot (1990) en su Adam Smith, Filosofía y Economía. Pues, los valores de las mercancías tiene un precio, no el precio que uno cree (valor subjetivo) y el precio de mercado (valor objetivo). Otro recurso artificioso, es el de Petkantchin (1996) en su libro Los sentimientos morales hacen la riqueza de las naciones. Su idea fundamental parte del hecho que para el padre de la economía, la Economía Política pertenecería a la Filosofía Moral y formaría un conjunto con la jurisprudencia y la moral. Luego, existe un elemento que liga esas tres disciplinas en el pensamiento de Smith, las instituciones sociales. Entonces, la obra de Smith tiene por objetivo de proporcionar el mayor marco constitucional posible para la vida económica. Esas dos alternativas violan las reglas de la interpretación del texto recomendadas por Kosik (1970) y mediante las cuales se aborda la obra de Smith en este trabajo y el artículo anterior.

10. La crítica de los valores morales del capitalismo debe completar la visión idealizada y originada en la obra de Smith, con la finalidad de tener una visión completa del esos valores. Esa es la etapa siguiente de nuestra investigación.

NOTAS

  1. Esta investigación fue realizada dentro del el marco del Acuerdo Relativo a la Formación y Capacitación para la Investigación Científica y Tecnológica suscrito entre la Secretaria de Educación Pública (SEP) el Consejo Nacional de Ciencia y (CONACYT) y el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia (Ecos), Universidad Autónoma de Tamaulipas (Mex)‐Universidad de Poitiers (Fr)
  2. Ética y Economía en la obra de Adam Smith. La visión moral del capitalismo. Primera parte
  3. Las crisis de ese nuevo tipo se suceden en el orden siguiente: México (dic‐1994), Tailandia (julio‐ 1997), Brasil y Rusia (1997‐1998)
  4. A decir verdad existe un renovado interés no solo por la obra de Adam Smith (1723‐1790) sino por la ética y la moral. Sin embargo, la obra del padre de la economía en ese aspecto juega un papel clave.
  5. Todas las citas textuales contenidas en este trabajo son una traducción libre de las obras en francés hechas por el autor.

BIBLIOGRAFÍA

Engels, F. (1963) : Anti‐Dühring, Paris, Editions Sociales, (1877) traduit par Bottigelli, E

Cuevas Moreno, R. (2006): La ética de los negocios y la economía de la informatización, Revista de Contaduría y Administración. Nueva época arbitrada, Núm. 219 UNAM, ISSN 0186‐102, mayo‐agosto

Cuevas Moreno R. (2007): Las formas de la ética de los negocios: la síntesis o las formas propiamente dichas. La doctrina social de la iglesia cristiana, Revista de Contaduría y Administración: Nueva Época arbitrada, Núm. 221 UNAM, ISSN: 0186‐1042, enero‐abril

Freud, S. (1971): Introduction à la psychanalyse, Paris, Petite bibliothèque Payot

Hardt, M et Negri. A. (2000): Empire, Paris Exils Editeur, traduit de l’américain par Canal, D‐A

Hazard, P. (1963): La pensée européenne au xviii siècle, de Montesquieu à Lessing, Paris, éditeur Fayard

Hirschman, A. (1997): La morale secrète de l’économiste, Paris, Editeur Les Belles Lettres, 1997, Entretiens avec Donzelle, C ; Petrusewicz, M et Rusconi, C ; Traduit de l’italien par Dauzat, P‐E

Hirschman, A‐O. (2005): Les passions et les intérêts: Justifications politiques du capitalisme avant son apogée, Paris, PUF. Traduction par Andler, AlbertO et Pierre (Broché ‐ 26 mai)

Honoré, L. (1997): L’économie est‐elle une science, Editions Flammarion

Hume, D. (1991): Enquête sur les principes de la morale, Paris, éditeur GF, Flammarion, traduction par Baranger, P et Saltel, P

Leroux, A et Marciano, A. (1998) : La philosophie économique, PUF, Collection Que sais‐je?

Leroux, A et Marciano, A. (1999) : Traité de philosophie économique, Paris, Economique

Mandeville, B. (1750) : La fable des abeilles. Les fripons devenus honnêtes gens, traduit de l’anglais sur la sixième édition, Londres, éditeur Chez Jean Nourse

Mandeville, B. (1998) : Recherche sur la nature de la société. Addition a la seconde édition (1723) de la Fable des Abeilles, France, Arles, Traduit de l’anglais par Carrive, L., éditeur Babel

Marciano, A. (1999): Ethiques de l’économie. Introduction à l’étude des idées économiques, Paris, Economique, Balises

Marcuse, H. (1968): L’homme unidimensionnel. Essai sur l’idéologie de la société industrielle avancée, Traduit de l’anglais par Wittig, M et l’auteur, 1968 Editions Minuit

Marx, K. (1968): Manuscrits parisiens, Paris, Bibliothèque de la Pléiade. Œuvres iii Philosophie, édition établie, présentée et annotée par Maximilien Rubel. NRF Gallimard

Marx, K. (1965), (1968): Le Capital, livres i, ii et iii, Paris, Bibliothèque de la Pléiade. Œuvres i Economie, édition établie, présentée et annotée par Maximilien Rubel. NRF Gallimard

Marx, K. et Engels, F. (1982): L’Idéologie allemande, Paris, Bibliothèque de la Pléiade. Œuvres iii Philosophie, édition établie, présentée et annotée par Maximilien Rubel. NRF Gallimard

Marx, K. (1995): Théories sur la Plus‐value (Livre iv du Capital) Paris, EDITIONS SOCIALES

Mathiot, J. (1990): Adam, Smith; Philosophie et économie, de la sympathie à l’échange, PUF

Meidinger, C. (1994): Science économique : question de méthode, Paris, éditeur Vuibert

Meyer, M. (1994): La philosophie anglo‐saxonne, Paris, PUF, Collection Premier Cycle

Novak, M. (1987): Une éthique économique. Les valeurs de l’économie de marché, Paris, les éditions Cerf

Petkantchin, V. (1996): Les sentiments moraux font la richesse des nations. Moralité des comportements et moralité des procédures dans l’œuvre d’Adam Smith, Editeur Librairie de l’Université d’Aix‐en‐Provence

Pribram K. (1986): Les Fondements de la Pensée économique; Paris, ECONOMICA

Rubine, I.I. (1978) Essais sur la théorie de la valeur de Marx, Maspero

Sen, A. (1986): Ethique et économie, et autres essais, Paris, PUF, traduit de l’anglais par Marnat, S.

Sen, A. (1999): L’économie est une science morale, Paris, Editeur, La Découverte,

Smith, A. (1999): Théorie des sentiments moraux, Traduction par Biziou, M, Gautier, C, Pradeau, J., Paris, PUF

Smith, A. (1991): Recherche sur la nature et les causes de la richesse des nations, Traduction de Garnier, G., Paris GF. Flammarion

Kolm, S‐C. (1996): Philosophie de l’Économie, Paris, Éditions du SEUIL

Kosik, K. (1970): La dialectique du concret, Traduit de l’allemand par Dangeville, R ; Paris, éditeur Maspero, 1970

Villey, D. et Nême, C. (1996): Petite histoire des grandes doctrines économiques, Paris, Editions Litec

Weber, M. (1995): Economie et société, Paris, Plon, T. 1 et 2

Wolf, J. (1993): Les Pensées Economiques des origines à nos jours, éditeur, ECONOMIQUE