Ciencia y Sociedad, Vol. 34, No. 1 Enero-Marzo 2009: p.52-79, • ISSN: 0378-7680 (impresa) • ISSN: 2613-8751 (en línea) • Sitio web: https://revistas.intec.edu.do/

ÉTICA Y ECONOMÍA EN LA OBRA DE ADAM SMITH: LA VISIÓN MORAL DEL CAPITALISMO. PRIMERA PARTE 1

(Ethics and economy in Adam Smith´s work: the moral vision of capitalism. Part 1)

DOI: http://dx.doi.org/10.22206/cys.2009.v34i1.pp52-79

* Dr. En sciences de la gestion par l’Université de Corse (IAE) Investigador y Profesor a Tiempo Completo en la Universidad Autónoma de Tamaulipas, Centro de Excelencia, México. E-mail: rcuevasfr@yahoo.fr

INTEC Jurnals - Open Access

Cómo citar: Cuevas Moreno, R. (2009). Ética y economía en la obra de Adam Smith : la visión moral del capitalismo. primera parte. Ciencia y Sociedad, 34(1), 52-79. https://doi.org/10.22206/cys.2009.v34i1.pp52-79

Resumen

Este artículo sostiene la idea que el padre de la Economía Política al fundar esta ciencia hereda al mismo tiempo una visión o dimensión moral para ésta y el capitalismo. Ese objetivo se alcanza analizando dos trabajos fundamentales la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) y la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999). La relación de ambas obras se estudia a partir de la dialéctica del pensamiento del autor, su contexto histórico y las categorías hombre, sociedad, totalidad y praxis.


Palabras clave:

Hombre, sociedad, totalidad, praxis, moral, ética y capitalismo

Abstract

This article maintains the idea that the father of the political economy, while founding this science, had a vision or moral dimension for that and the capitalism. That objective can be reached by analyzing two fundamental works, The Wealth of the Nations (Smith, 1991) and The Theory of the Moral Feelings (Smith, 1999). The relationship of both works is studied from the dialectic of the author’s thought, its historical context and the categories: man, society, totality and praxis.


Keywords:

Man, society, totality, praxis, morals, ethics and capitalism.

INTRODUCCIÓN

En este artículo se sostiene la idea que Smith al fundar la economía política hereda una visión moral para la economía política, el capitalismo y los negocios. La ideología de la sociedad burguesa moderna tiene en su núcleo tal visión. Visto en retrospectiva la Economía Política surge “…de la crisálida de la filosofía moral” (Leroux y Marciano, 1998) para despojarse de todo contenido de valor moral. Sin embargo, después de tres siglos la Economía vuelve su rostro a sus orígenes pues se ve sustraída de esa dimensión ética y moral para responder a los problemas de la sociedad actual. En este sentido, en la obra de Smith (1991; 1999) inicia ese proceso de integración de los valores morales a la Economía.

Desde principios de los 1980 se presencia una renovación en el interés por la obra de Adam Smith (1723‐1790)2. El neoliberalismo impulsado por los países centrales pone en primer plano la libertad comercial y la libre empresa. Quien mejor que el fundador del liberalismo para con su autoridad justificar la apertura de las fronteras al libre cambio. Esto a despecho suyo debido a la ola de privatizaciones de finales de 1980 y la reducción del papel del Estado en la Economía3.

El estudio de la obra de Smith se ve reforzada por la nueva etapa de la sociedad capitalista nombrada con la noción de globalización. Ese movimiento puede ser aprendido a partir de dos momentos cruciales. En primer lugar, la puesta en obra de las políticas económicas neoliberales de los gobiernos de Margaret Thatcher (1979‐1990) en Gran Bretaña y Ronald Reagan (1981‐1988) en Estados Unidos. Un nuevo liberalismo: libertad comercial y una nueva competencia basada en el conocimiento; las cuales preconizaban en voz de sus adeptos niveles altos de desarrollo y de progreso.

El segundo momento es el surgimiento de la tercera revolución en la industria: nombrada la economía de la informatización y la comunicación. Está comienza en E.U.A con la liberación de los transportes; siguiéndole la liberación y la desregulación financiera; la cual gracias a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación se extiende a todo el mundo. Este hecho cambia la fisonomía y dinámica del sistema financiero mundial. Pero las nuevas tecnologías crean y renuevan otras industrias: las biotecnologías y la creación de nuevos materiales; el tele‐trabajo o trabajo virtual, el cual engloba a la actividad transformadora una gama creciente de actividades basadas en la informática, el Internet y las comunicaciones; en fin los servicios conexos a todas esas actividades.

Estos hechos dan origen a la noción de globalización. Termino popular con el cual se denotan los resultados de la transferencia de la producción y la emergencia de una nueva soberanía imperial (Hardt y Negri, 2000). En ésta la liberación del comercio y la liberación financiera son los aspectos más notables, pero no los únicos, de una transformación profunda en la infraestructura y la reproducción del capital social. Castells (2001) llama la sociedad en red, a esta nueva fisonomía de la reproducción social. Con agudeza este autor establece que esa sociedad reproduce las contradicciones capitalistas entre los países y al interior de los países mismos; creando amplias zonas de rezago, pobreza e inequidad; las cuales son administradas bajo el modo de vida capitalista pero con el predominio de la nueva infraestructura basada en el conocimiento, la informática y las comunicaciones.

En efecto, la revolución de la informatización transforma la infraestructura y por tanto, la manera como el capital social se reproduce y circula. Este hecho, que obnubila a los teóricos, a la masa y a la opinión pública, revela su verdadero carácter cuando se comprende que la infraestructura de la informatización es apropiada bajo el modo de vida capitalista. En otros términos son los propietarios privados capitalistas quienes se apropian del sub‐producto de la masa de desposeídos bajo una nueva base tecnológica. Sin embargo, una tal perspectiva no es meramente económica. Según Hardt y Negri (2000) cuando se establecen como ejes de análisis, por un lado, al capital y la soberanía; por el otro, producción y política, es posible comprender la emergencia del Imperio. Es decir, el ejercicio del poder en la reproducción material y espiritual del modo de vida burgués basado en la informatización y la gestión del conocimiento.

La Tercera Revolución Industrial no emerge sin obstáculos. Por un lado, durante dos décadas las crisis económicas y financieras se suceden afectando tanto a los países centrales, como a los países explotados. México (dic‐1994), Tailandia (julio‐1997), Brasil y Rusia (1997‐1998) son ejemplos de los efectos adversos de la hegemonía del capital financiero para la economía real y el bienestar de la población. Por otro lado, ocurren un conjunto de fenómenos sociales: (1) la corrupción de las finanzas y el Estado, (2) el daño al medio ambiente por parte de las empresas transnacionales y nacionales, (3) las experiencias en las biotecnologías como lo son las clonaciones y los transplantes de órganos.

Estos fenómenos llaman al pensamiento de Smith de una manera doble.Primero, para que sostenga la necesidad ab initio, del primado del mercado y la libertad económica en todos los órdenes. Segundo, para que oriente a una ciencia económica en crisis. En efecto, el fin de los treinta gloriosos y las consecuentes crisis de los 1980 y los 1990 pondrán en tela de juicio las previsiones de los economistas, basadas en el paradigma neoclásico dominante para la economía. Es de notar que esta manera doble de acudir al pensamiento de Smith desemboca en la necesidad de apelar a la moral y a la ética, para orientar el presente. Así economistas de la talla de Sen (1986, 1999) y Hirschman (1997) en el mundo anglosajón, Kolm,(1996) Leroux y Marciano (1998) y Mathiot (1990) en Francia, piensan que para la Economía la Ética se hace indispensable y que es en la obra de Adam Smith (1759, 1776) donde debemos buscar el camino para salir del extravío.

Por ejemplo, Sen (1986) establece que el empobrecimiento que vive la economía se debe al alejamiento que esta ha sufrido de la ética con el nacimiento de la economía moderna. Su crítica tiene como vía de acceso el cuestionamiento a los postulados del paradigma dominante y las corrientes derivadas del mismo, como lo son la economía del bienestar y la economía del cambio social. Otro ejemplo lo proporciona Hirschman (1997) quien considera necesario la fundación de una nueva ciencia, la económica‐ética. Esto porque la historia del pensamiento económico demuestra el alejamiento de la economía de las cuestiones morales a favor de la constitución de la ciencia exacta. Cuando al contrario, la moral no es un componente accesorio de la economía sino un componente esencial. Por lo tanto, a partir de Sen y Hirschman se puede decir que la integración de la moral a la ciencia económica posibilitará enfrentar y resolver de manera consecuente problemas como la justicia social, el desempleo, la pobreza y el bienestar.

Este artículo tiene la siguiente estructura en donde la conformación de la visión o la dimensión ética de Smith para la economía y la sociedad capitalista se explica gracias a un pasaje doble: de la ética a la economía política (Primera Parte) y el de la economía política a la moral (Segunda Parte). Este artículo esta dedicado a la Primera Parte. La Segunda Parte será desarrollada en el artículo siguiente; siendo ambas partes complementarias.

I. La Vida de una obra: Smith filósofo vs. Smith economista

La influencia de los grandes pensadores no es siempre directa, ella pasa por la interpretación de su obra. A lo largo de la historia dicha interpretación cambia de acuerdo al momento que la sociedad vive. El alejamiento de la fuente original, es un resultado indeseable pero necesario, que deja en filigrana las ideas de lo que el autor dijo y de lo que sólo bosquejo. En el caso extremo la deformación del pensamiento es tan grande que se puede hablar de una mixtificación del pensamiento.

En la dialéctica de la interpretación de la obra se resuelve y renueva el alcance de la misma. Si las obras de arte y las obras de los grandes pensadores alcanzan el calibre de “clásicos” es porque en su reinterpretación la sociedad los renueva y los hace actuales durante su historia. Este hecho se torna negativo cuando al trastocar el pensamiento original se modifica, se rebasa el límite de la interpretación. Ese límite es la verdad de lo que el autor quiso decir. Dicha verdad se encuentra en la obra misma. Ella no reposa sobre un vacío histórico‐social, cultural y moral. Al contrario, la verdad de la obra se encuentra en relación con su contexto social. Primero, la obra es expresión del contexto social. Después, cuando ella es difundida, leída e interpretada, influencia el contexto que la originó.

Aceptando lo anterior la desmitificación de la obra se convierte en una tarea necesaria una vez infringido el límite impuesto por la verdad. Entonces, la crítica a las interpretaciones pasadas y presentes es un momento fundamental de la interpretación de la obra. Precisamente, para el pensamiento popular Smith es el campeón de la competencia y el egoísmo. Cuando al contrario, él veía la necesidad de sacrificar los intereses personales por el bien de la sociedad y del Estado. Otro ejemplo es el de Marx (1818‐1883) y Weber (1864‐1920) quines son criticados por tener una posición determinista del desarrollo social. El primero a partir de lo económico; el segundo a partir de las ideas del protestantismo; cuando en verdad ambos pugnaban por evitar el determinismo en sus teorías.

El encuentro entre la obra y la sociedad no es pasivo. Los hombres de nuestra época la leen, la interpretan y la recrean. La sociedad burguesa ve con los ojos de su nueva etapa a la obra de Smith, al hacerlo transforma, recrea el pensamiento original del primero de los economistas clásicos. Esto se debe, en primer lugar, porque el pensamiento del padre de la economía estudia a la sociedad burguesa. Sin embargo, esta condición necesaria debe ser completada por un hecho fundamental. Al estudiar la sociedad burguesa de su tiempo, Smith lega una visión moral para la economía y los negocios. La importancia de eso, que en ese trabajo se nombra la visión o la dimensión ética de Smith para la economía y la sociedad capitalista, no es sólo teórica sino práctica. Ella subyace y permanece, hasta el día de hoy, en el discurso de los economistas, los políticos, los hombres de Estado y los empresarios. Parafraseando la idea de J.M. Keynes (1936) sin darse cuenta uno es influenciado por un economista o un filósofo ya muerto. Y es que el pensador sigue vigente gracias a la vida de su obra; ésta es aprehendida en interacción con el contexto histórico social.

a. El Problema de Smith

Freud (1971) dice que interpretar es descifrar pero se añadiría que interpretar es también revalorar. El mundo anglosajón al estudiar la obra del padre del liberalismo económico observa que antes de la Riqueza de las naciones (1776) Smith escribe la Teoría de los sentimientos morales (1759). La primera de estas obras está dedicada a la Economía política mientras que la segunda a la Moral. El estudio de la relación y la conciliación entre esas dos trabajos es denominada el Adam Smith’s Problem. Conceptuando, se trata de la conciliación entre el individuo egoísta impulsado por el interés individual y el individuo benévolo, altruista, considerado con los otros, en la búsqueda de la aprobación del espectador imparcial. El problema es de todo interesante pues toca los fundamentos mismos de la Economía Política clásica y el paradigma dominante en economía (el homo oeconomicus, el valor, el beneficio y el capital) para quienes el individuo egoísta e interesado es el punto de partida. Aparentemente ese supuesto se encuentra en la Riqueza de las naciones pero en germen y supeditada a la explicación que parte de la categoría de división del trabajo. Esto conduce a algo que Sen (1986) establece con justeza, se trata de la separación entre el pensamiento de Smith y su interpretación comúnmente aceptada, según la cual él es el campeón del egoísmo.

En otras investigaciones el autor de estas líneas ha enfrentado ese problema (Cuevas, 2005; 2006; 2007; 2008). En ellas la finalidad es explicar cómo se construye una forma de ideología de la época de la informatización que es la ética en los negocios.

b. Una alternativa de interpretación de la obra

A partir de estudiar la obra de Smith (1991; 1999) es posible establecer que existe una notable diferencia entre su pensamiento original y la versión comúnmente aceptada del mismo. Para superar esta dificultad en este trabajo se parte de cuatro categorías: totalidad y praxis, sociedad y hombre. La totalidad es comprendida, de acuerdo con Kosik (1970) quien a su vez rescata esos conceptos de Marx (1844, 1857, 1867) como un todo estructurado, interrelacionado, diferente a la simple adición o suma total de partes. La praxis es la actividad práctica transformadora del hombre sobre el mundo natural, social y espiritual. Siendo la praxis la actividad dialéctica y creativa del hombre, ésta es comprendida en el tiempo y el espacio; y por supuesto en influencia recíproca con el hombre. En lo que toca a los conceptos de sociedad y hombre Smith asimila la concepción dada por la época de Las Luces escocesas.

En este sentido, la actividad teórica, artística a la manual y productiva, son formas distintas de la praxis. Ellas tienen igual valor en tanto trabajos que contribuyen a la reproducción del organismo social. Sin embargo, bien que la producción prime como fundamento indispensable para la existencia de las otras formas de las praxis, ella no crea las obras intelectuales o artísticas.

Por eso abordamos la obra de Smith como totalidad, como producto genuino de un pensador. Pero además, una totalidad que pertenece a una época determinada. Así la obra y Smith mismo, son hijos de la teoría de los sentimientos morales, pero también son hijos de la época de la Ilustración. Pues, en la obra de Smith se aprecia cómo las nociones de Naturaleza, Razón, Pasión, Justicia, el Hombre adquieren forma pero en una interpretación particular, la cual conserva al propio tiempo un substrato social propio del Siglo de las Luces. Las Luces escocesas, dan una explicación del comportamiento moral de los individuos a partir de la constitución de mecanismos, los cuales parten del hombre y regresan al hombre mismo4.

En el caso de Smith, la ética o si se prefiere la filosofía moral es la base sobre la cual se edifica la economía política. La manera particular de integrar esas dos ciencias sociales en ciernes proporciona a la Riqueza de las naciones, una forma y un contenido nuevo y original en sus explicaciones. Sin embargo, el estudio del sistema económico fundado en la ética de Smith, crea una serie de contradicciones imposibles de resolver, al propio tiempo de abrir la vía para el nacimiento de distintas corrientes del pensamiento económico (Pribram, 1986). Una de esas corrientes es el paradigma neoclásico de la economía. En éste las cuestiones éticas se filtran con persistencia. Parecería que el esfuerzo de convertir a la economía en una ciencia positiva o dura se ve menguado por el fantasma de su fundador quién continua siendo la fuente en la cual la sociedad capitalista actual, se presenta libre de contradicciones, en armonía, optimista, sin sentido histórico.

Sin embargo, la concepción de Smith es más crítica en relación a la de sus intérpretes. Él tiene bien presentes las contradicciones del capitalismo. El efecto negativo de la división del trabajo sobre la vida y la moral de la masa de obreros es observado con certitud. Del mismo modo Smith comprende que la justicia es la piedra de toque del edificio social. Y que es el Estado en su calidad de promotor de la economía y guardián del orden social quién debe hacer cumplir la justicia, la seguridad y la educación para todos sin distinción. El padre de la economía creía firmemente, optimistamente, en el progreso. Pero también en la capacidad de los hombres en su sabiduría, para actuar con respeto, bondad y justicia. En el mundo de Smith, aún el hombre rico, pero sabio, acepta con gusto el sacrificio de su interés individual en aras del interés general, más amplio (Smith, 1999:324; 327).

En suma a partir de la perspectiva explicada en este apartado, el Problema de Adam Smith podría ser resuelto. Pero hablando con justeza, dicho problema reposa sobre una compresión unilateral del pensamiento de Smith; es decir, sobre una oposición falsa: Smith el moralista y Smith economista; cuando en realidad se trata de un mismo pensamiento que cambia de registro (de lo moral a lo económico y de lo económico a lo moral) conservando su integridad. En lo que sigue se sustenta esta idea.

c. Una Economía despojada de todo valor moral

La integración de los valores morales en la Economía Política se encuentra en la fundación misma de esta ciencia. Eso es el fruto del nacimiento de la sociedad capitalista y de las expresiones teóricas que le corresponden. En otro sentido, la ciencia económica es también el resultado de la separación de la economía de la filosofía moral. Hasta hoy tal separación es relativa. La teoría liberal y la teoría neoclásica parten del individuo egoísta e interesado. A partir de éste es posible hablar de utilidad, utilidad marginal, comportamiento racional y del establecimiento de precios y el equilibrio general (Walras, 1874). Sin embargo, en la realidad eso difícilmente conduce al bienestar general y la justicia. Por ejemplo, los óptimos de Pareto (1896) pueden ser numerosos e iniguales. En el caso de 10 personas, 9 pueden vivir en la miseria y 1 en la abundancia, cumpliendo la preposición que no es posible mejorar la situación de uno o varios individuos sin disminuir el bienestar de otro (s) (Dupré, 2002:96‐97). O bien un grupo de personas puede concentrar el 95% de la riqueza y la masa de la población estar desposeída. Sin embargo, uno no puede hacer una redistribución de la riqueza sin afectar la situación del grupo. Un caso más cercano a la realidad es la asignación eficiente de recursos hecha por los privados o el Estado; esto conduce al problema de la responsabilidad y la justicia social.

A partir de los casos señalados se puede afirmar que el desarrollo de la razón racionalista en la Economía Política es un proceso contradictorio que separa los juicios de valor moral pero que al mismo tiempo los supone. En la obra de Smith se encuentra el origen de ese proceso y las bases para su desarrollo posterior. Una consecuencia mayor de la manera como la Economía Política fue fundada es la construcción de la ideología burguesa en vigor.

Lo anterior conduce a la vigencia del pensamiento de Smith. Uno puede partir del análisis de Kosik (1970) sobre la validez de la obra de arte griego propuesto por Marx. Según el primero, si una obra como la Venus de Milo es aún válida, es porque ella encarna la vida de la humanidad. Sin embargo, esa validez permanente en la obra de arte, cambia con la evolución de la sociedad. La vida de la obra de arte es la relación entre ella y la sociedad que la observa, de los hombres que la sienten, la viven, la analizan y la interpretan en un tiempo dado. Esto es un diálogo entre la obra y el hombre que cambia a través del tiempo. Esa relación entre eso que es la obra de arte y eso que es la sociedad, es al mismo tiempo la síntesis de la vida presente y las posibilidades para su permanencia en el futuro; es decir, la relación entre la obra de arte y la sociedad que la observa, es su vida y su realidad histórica‐cultural.

Un fenómeno análogo ocurre con las obras como La Riqueza de las naciones (1991) El Capital (1965). Su vida es la historia de sus interpretaciones. Cada momento histórico subraya, observa ciertos trazos de esos textos. A pesar el tiempo transcurrido uno continúa haciendo referencia a esas obras. Y esto por que esos trabajos siguen contando eso que fuimos y eso que somos. Pero interpretar los textos es emitir un juicio de valor y expresar la subjetividad. Encontrar el sentido inicial del texto parece entonces, una labor difícil. Más todavía, si uno se apoya en las interpretaciones que han obscurecido ese sentido original. Es necesario entonces, ir a la fuente misma. Kosik (1970: 98; 107) establece que en la interpretación del texto es necesario tomar en cuenta las siguientes reglas: (1) que ella no deje de puntos oscuros o contradictorios; (2) que ella explique el texto, la obra en su totalidad y en sus pasajes particulares; (3) que ella sea lógica y sistemática; (4) la crítica de las interpretaciones como un momento de la interpretación.

En consecuencia, en lo que sigue se estudian los nexos entre las dos obras de Smith la Riqueza de las naciones (1991) y la Teoría de los sentimientos morales (1999). Se evita como supuestos decir que Smith escribe tal o tal obra pensando en los hombres de negocios o buscando establecer el mejor marco institucional, si el no lo ha dicho. Se trata de marchar sobre las huellas de Smith para así comprender su obra.

ii. De la Ética a la Economía Política

La visión moral de la empresa y del capitalismo se inspira en una gran medida en el pensamiento del fundador de la economía política Adam Smith. Más que un análisis científico, en el sentido moderno del término, el autor de la Teoría de los sentimientos morales (1999), lega una visión de lo económico a partir de la filosofía moral o la ética. Justamente, la Riqueza de las naciones (1991) sintetiza el saber económico de su tiempo. No obstante, la virtud de esta obra es menos la consistencia del método, la definición de categorías, la solución correcta de los problemas formulados que de proponer varias soluciones abriendo la vía al desarrollo de teorías diferentes (Pribram, 1986:136).

En las páginas siguientes se sostiene la tesis que el nexo entre las dos obras de Smith puede comprenderse a partir, por un lado de las categorías praxis y totalidad; y por el otro, de su concepción del hombre y de la sociedad.

a. La concepción del hombre y de la sociedad de Smith

La ética del siglo de Las Luces contiene una serie de ideas comunes a esa época independientemente si se trata de Las Luces escocesas o de Las Luces continentales. Así, el primado de la Naturaleza y de la Razón en la explicación del mundo fundada a partir del método experimental, se establece como forma dominante del pensamiento. Los esclarecimientos del origen de la sociedad parten de esta base. La sociedad y la sociabilidad de la cual goza el hombre, son naturales al igual que su moral. Las Luces retoman los valores morales del pasado pero al mismo tiempo crean nuevos como la beneficiencia (bienfaisance) y la humanidad o dándoles nueva forma a los valores ya existentes.

La diferencia entre Las Luces continentales y Las Luces escocesas es que mientras las primeras toman a la razón del hombre como premisa fundamental, las segundas las luces de los filósofos disidentes, establecen que el hombre se caracteriza por las fuerzas de los instintos. Y según Villey y Nême (1996: 68) esos instintos son de dos categorías: los primeros son los instintos egoístas –de conservación de la vida, de conquista, de placer‐ los otros son los instintos altruistas‐ de sociabilidad, de sacrificio por los semejantes‐. Para esos filósofos de Las Luces escocesas, la conducta del hombre está determinada por ese juego de fuerzas contradictorias que forman las dos categorías de instintos.

Según Villey y Nême (1996) esta concepción se encuentra en Hutcheson (1694- 1746) y Shaftesbury (1671–1713). Este último piensa que existe un orden cósmico armonioso en todo lo existente, producto de una concepción divina. De igual modo él establece una teoría de la virtud moral “sentimentalista y racionalista” distinta al racionalismo de Descartes (1596‐1650) y la teoría del contrato social de Hobbes (1588–1679). Esos elementos se encuentran en la obra de Smith. Se piensa que tal concepción del hombre en los filósofos escoceses del siglo xviii pretende concebir al hombre de carne y hueso, hombre singular en sus relaciones morales y económicas. Así para estos pensadores una de sus preocupaciones es de explicar los mecanismos de la moral y los medios de aprenderla. Smith (17231790) y Hume (1711–1776) por ejemplo, intentan explicar el mecanismo que rige el comportamiento moral, la conciencia moral y el surgimiento de las reglas morales.

Smith, como todo pensador reflexiona a partir de su época. En ésta coexisten una misma realidad social y una serie de ideas comunes a esta realidad. El hombre es un ser dotado de ciertas cualidades que lo hacen diferente de los animales: las pasiones y la capacidad de resentir las pasiones, la capacidad de simpatizar, la razón y la inteligencia, la búsqueda de la felicidad. La conservación de la vida y el egoísmo son naturales. Smith, no más que los otros pensadores de su época, no se pregunta cuál es el origen de esas cualidades que habitan en el hombre y que lo definen. Ellas pertenecen a su naturaleza porque Dios o el Autor de la naturaleza lo quisieron así. De ello resulta que la vida en sociedad es también una facultad innata del hombre; lo mismo acontece con las cualidades las inclinaciones a simpatizar con los otros, a efectuar intercambios o hacer el comercio. Así el hombre tiene la posibilidad de ser conmovido por la desdicha o la felicidad, la belleza o la fealdad. El hombre tiene la capacidad de sacrificar su interés individual en tanto que simple simpatizante o empresario buscando el bienestar general o el de su prójimo. Según Mathiot (1990) Hirschman (2005) comprende en le interés el punto de coherencia y el regulador de las pasiones contradictorias para los pensadores de la época de Smith. Sin duda las ideas descritas en los párrafos precedentes se encuentran en la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) y la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999).

Según Mathiot (1990) y Petkantchin (1996) Smith no se interroga sobre el origen de las pasiones, de la sociedad o la inclinación al intercambio del hombre, así como Newton (1643‐1727) no se interroga sobre el origen de la fuerza de gravedad. Mathiot subraya con fuerza, el paralelismo entre el carácter experimental del método de Smith y las leyes de Newton de las cuales se inspira el padre de la economía política. Según (Pribram, 1986) en Smith se encuentran las motivaciones que unen a los hombres: el egoísmo y la simpatía. Pribram agrega cuatro motivaciones más, que son, en los términos de Smith las inclinaciones: el deseo de la libertad, el sentido de la propiedad, la tendencia (inclinación) a intercambiar y la predisposición al trabajo. (Petkantchin, 1996: 22); (Mathiot, 1990); (Pribram, 1986: 127). Así en las primeras páginas de la Riqueza de las naciones (Smith, 1991) la inclinación a intercambiar es innata al hombre. Ella no puede concebirse sino como un proyecto previo del hombre para el florecimiento de la riqueza. Smith no puede establecer si esa predisposición forma parte de la naturaleza humana o si se trata de una adquisición, más le parece que es una consecuencia necesaria del uso de la razón y de la palabra. No obstante, permanece el carácter natural de esa cualidad propia del hombre:

“Esta división del trabajo, de la cual derivan tantas ventajas, no debe ser observada en su origen como el efecto de la sabiduría humana la cual haya previsto y que haya tenido por fin esta opulencia general que es su resultado; ella es consecuencia necesaria, bien que lenta y gradual, de una cierta propensión natural a todos los hombres quienes no se proponen visiones de utilidad así extendidas: es la propensión quien los lleva a traficar, a efectuar trueques y intercambios de una cosa por otra.”(Smith, 1991: 81)5.

En la Teoría de los sentimientos morales, obra que Smith considera como la mejor de su vida, se encuentra nítidamente su concepción del hombre. Primero, todas las cualidades del hombre tiene por origen la Nature, el gran jefe del Universo o Dios. La Naturaleza recomienda al hombre la conservación de sí y de su salud, al igual que satisfacer sus necesidades de hambre, de sed, de frío. Según Smith esas son las primeras lecciones de la Naturaleza. Luego, ella recomienda al hombre evitar el dolor, buscar la felicidad y el placer; de igual manera para su salud, la conservación de su fortuna y de su sangre. En esas tareas la virtud comúnmente llamada a actuar es la Prudencia. La Naturaleza, cuando formó al hombre para la sociedad, lo dotó del deseo original de gustar a sus hermanos y del temor original de ofenderlos (Smith, 1999: 179). Es la Naturaleza quien dotó al hombre también del deseo de vivir en sociedad, de buscar la aprobación y de contribuir a la felicidad de los otros. Frente a eso, el hombre aprendió a sentir el dolor y el placer, la aprobación y la desaprobación. Para Smith la Naturaleza es una entidad que obra con finalidades. (Smith, 1999: 295, 296, 305).

En consecuencia, las reglas de la moralidad que son dadas primero por la Naturaleza y después expresadas por la filosofía moral son los mandamientos de la Divinidad o el Autor de la Naturaleza. Esto implica la recompensa para los que obedecen al deber y el castigo para quienes los violan. La teoría ética de Smith es una moral del deber fundada en esta concepción del hombre:

“Por egoísta que el hombre pudiese ser supuesto, existen evidentemente ciertos principios en su naturaleza que le conducen a interesarse en la fortuna de los otros y que le hacen necesaria la felicidad, bien que de ello no obtenga nada que el placer de verlos felices.”(Smith, 1999: 231, 234, 238).

Es comúnmente aceptado que a partir del siglo de Las Luces, la idea del hombre como miembro de la sociedad, se impone de manera definitiva. En el corazón de la concepción de la sociedad se encuentra el pensamiento según cual durante el orden social puede ser fuente de penas y de felicidad, al igual que el origen de valores morales e inmorales. De ahí proviene la idea de las consecuencias no deseadas del orden económico de los filósofos escoceses y del perfeccionamiento de la sociedad sostenida por los filósofos franceses del siglo xviii (Novak, 1987), (Hirschman, 1997).

Esa idea, la de las consecuencias no deseadas del orden social y del orden social como fuente de valores morales y de la inmoralidad se encuentra en Smith bien que ella no sea su monopolio. Además la dimensión de lo sentimientos morales, propia de la tradición a la cual Smith pertenece, juega un papel primordial en su pensamiento ético y económico. Subyacente, existe siempre un sentimiento que impulsa a los individuos a obrar. Smith al igual que su adversario Mandeville (1670‐1733) comprende –visto socialmenteque las acciones individuales desembocan en resultados que los individuos no habían previsto. Para Mandeville eso es resultado de la acción interesada, egoísta de los individuos en una sociedad corrompida. Mientras que Smith tiene una visión optimista de los sentimientos que animan a los individuos, al igual que de las consecuencias de sus acciones, las cuales por tanto, desembocaran generalmente a resultados afortunados. Así, Smith establece una visión optimista y armoniosa del estado de la sociedad y su futuro.

En este sentido la visión del hombre y de la sociedad de Smith se puede comprender de la categoría de sistema. Kosik (1970) afirma que la economía política clásica postula la categoría de hombre económico a partir del concepto de sistema y no a partir del concepto de individuo. Pues el hombre no puede ser conocido más que en la sociedad y para la sociedad. Ésta en tanto que sistema, no puede ser entendida más que como un conjunto de elementos interrelacionados en funcionamiento. Por eso Mathiot (1990) establece el sorprendente paralelismo entre el método, ciertas ideas de Smith y la física de Newton.

Por eso la sociedad es concebida por Smith como un conjunto, cuyos elementos son los hombres ligados por relaciones invariables y exactas como lo son los del sistema astronómico. Más si la astronomía de la época explica las formas de movimiento mecánico, ella no explica el origen del Universo. Según Smith, todas las partes del Universo se encuentran ajustadas de tal suerte que ellas producen los resultados sutiles y precisos. Uno puede explicar cualquier parte del sistema de la Naturaleza distinguiendo la causa eficiente de la causa final; lo cual se aplica al sistema que es la sociedad. El movimiento mecánico, regular, en armonía impregna la concepción de la sociedad de Smith y la finalidad de su movimiento. Pero éste es un movimiento eterno. Visión que al ser aplicada a la sociedad resulta una concepción a‐histórica y falsa.

“La sociedad humana, cuando nosotros la contemplamos de una manera abstracta y filosófica, aparece como una grande e inmensa máquina cuyos movimientos regulares y armoniosos producen millares de efectos agradables. Al igual que en toda y bella máquina que es producto del arte humano, todo lo que tiende a hacer los movimientos más fluidos y más fáciles tendrá alguna belleza; al contrario, todo lo que tiende a impedir sus movimientos disgustará por esa misma razón. Así la virtud, que pule finamente los engranes de la sociedad, gusta necesariamente, mientras que el vicio, como el oxido sin valor que hace rechinar los engranes los unos contra los otros, disgusta necesariamente.” (Smith, 1999: 142, 422).

Esta idea clave es también una premisa y resultado de la teoría ética de Smith. En su Teoría de los sentimientos morales, cuando él explica el mecanismo de simpatía en la conformación de los juicios morales, él analiza de paso el efecto de la belleza que la apariencia de la utilidad confiere a las creaciones del hombre. El efecto de la belleza que las creaciones del hombre provocan es un factor muy importante para el desarrollo de la humanidad. Los hombres están inclinados, predispuestos a admirar la belleza de cómo las cosas están dispuestas: Un palacio, las máquinas en su movimiento armonioso, al igual que los sistemas; los placeres de la riqueza y la grandiosidad considerados bajo ese aspecto complejo, tocan a la imaginación. Por esa razón Los hombres son llevados a consagrarlas. Se trata del efecto útil del sentimiento de aprobación. Smith formula esta idea fundamental como sigue:

“Es esta ilusión que suscita y mantiene el movimiento perpetuo del la industria del genero humano. Es ella quien primero incita a los hombres a cultivar la tierra, a construir las casas, a fundar las ciudades, y los Estados, a inventar y a mejorar todas las ciencias y todas las artes que ennoblecen y embellecen la vida humana.” (Smith, 1999: 256).

De esta manera, el sentimiento de aprobación que la belleza de las creaciones del hombre provoca al ser humano encuentra en la ética de Smith un lugar que él mismo liga con las actividades económicas. Ello es el resultado de una visión general de la sociedad y del hombre a partir del concepto de sistema.

Las inferencias de ese razonamiento son del todo interesantes. Pues, el empeño que la belleza despierta, se manifiesta también en la creación de redes de comunicación, en la fertilización de la tierra y la conquista del océano virgen. Es independientemente de todo fin que el orgulloso e insaciable propietario se alegra de la extensión de sus campos. En realidad, los ricos cosechan más de lo que su estómago puede consumir; ellos obtienen de su lujo y de su capricho, al igual que los pobres, todo lo que es necesario para su vida, y no más de lo que ellos podrían obtener de sus sentimientos de humanidad o de justicia. Pero los ricos que escogen del producto, el más precioso y el más agradable guiados por su egoísmo y su rapacidad naturales, emplean a millares de brazos sin otro fin que la satisfacción de sus vanos y insaciables deseos. Sin embargo, -agrega Smith- ellos comparten con los pobres los productos de las mejoras que ellos realizan. En suma, es un resultado producido por el juego de intereses y de emociones en el marco del sistema armónico concebido por Smith. Ese resultado anuncia la célebre cita del carnicero y el zapatero de la Riqueza de las naciones. Tal cita debe ser comprendida a partir del comportamiento moral de los hombres a la manera de Smith: los ricos, los empresarios,

“son conducidos por una mano invisible a cumplir casi la misma distribución de necesidades de la vida que la que tendría lugar si tierra hubiera sido repartida en porciones iguales entre todos los habitantes; y así, sin quererlo, sin saberlo, ellos sirven a los intereses de la sociedad y dan los medios para la multiplicación de la especie.” (Smith, 1999: 256‐257).

Por otro lado, la ética de Smith logra conciliar en el sistema que elle propone los intereses de los individuos gracias a los sentimientos provocados por el mecanismo de simpatía. Pues el sentimiento de aprobación y de mérito es esencialmente el resultado del sentimiento de simpatía, es decir de la afinidad con toda pasión que sea. Ella puede provenir de la imaginación o de una situación dada. La simpatía puede aplicarse tanto al sufrimiento, tanto a la alegría, tal que Smith lo establece en su primer capítulo de la Teoría de los sentimientos morales. De esta manera, la explicación de la práctica económica está provista de una base moral. Ésta concilia los intereses antagónicos de los ricos y los pobres, a fin de sostener la idea de la marcha armoniosa del sistema. Villey y Nême (1996) señalan que esta concepción de un sistema social no ha sido jamás monopolio de Smith. Los fundadores de la economía política francesa, los fisiócratas conciben también, un Orden natural armonioso venido de Dios. Además su liberalismo propugna por una reducción de la acción del Estado a la administración, al gobierno y a la promulgación de las leyes naturales. La acción del Estado debe conducir a los hombres hacia la conciencia de los designios de Dios, para alcanzar la felicidad.

En efecto, se trata del laissez faire laissez passer de la fisiocracia la voz lacónica del sistema económico liberal. En este sentido quedaría por establecer la justa influencia de les economistes de la phisiocratie sobre el pensamiento del padre de la economía. Le Tableau économique de Quesnay (1694‐1774) data de 1758 y el viaje a Francia y el encuentro de Smith con Quesnay y Turgot (1727‐1781) data de 1765. La publicación de E. Cannan de las notas de curso de un estudiante de Smith hacia 1763 permite afirmar que Smith tenía antes de su encuentro con los economistas, las ideas de armonía de intereses y del liberalismo. En apoyo a esta idea se constata que en la Teoría de los sentimientos morales, dos ideas centrales ya existen: la de la sociedad como sistema en armonía y la del resultado no previsto de las acciones individuales y del interés social. Así, se trata de ideas de una época y no de un monopolio de un pensador. Además esas ideas encuentran una fuente común en la obra de Newton Historia de la astronomía (1687).

Por otra parte, es necesario profundizar en la idea de las consecuencias no deseadas del sistema social destacada por Hirschman (1997) cuando caracteriza el pensamiento de Las Luces escocesas. Ese pensamiento se encuentra claramente en la obra de Smith, siendo muy próxima a la idea de las zonas de sombra de Hume. Según Mathiot (1990) la idea de las zonas de sombra es un punto importante en el programa de investigación de la Teoría de los sentimientos morales. La primera zona de sombra se refiere al origen y la constitución de la sociedad. La segunda, habla sobre la conciliación entre el interés individual y el interés común. Y la tercera, versa sobre la explicación de las reglas generales a las reglas particulares, por ejemplo la propiedad. Smith explica el origen de la sociedad y de las reglas morales a partir del mecanismo de simpatía. Según Petkantchin (1996) Smith quería también explicar el surgimiento del mejor marco institucional para el desarrollo de la sociedad. Bien que Smith no halla declarado expresamente esa conjetura lo que queda cierto, es el hecho de que el padre de la economía política deja una zona de sombra, borrosa, confusa, sobre el funcionamiento del sistema social y económico. Es ahí que la idea de las consecuencias no deseadas del sistema social, subrayada por Novak (1987) e Hirschman (1997) toma forma a todo lo largo de las obras aquí estudiadas de Smith.

La concepción de la sociedad y del hombre de Smith tiene otra característica que debe ser señalada. Dado el mecanismo de simpatía, en sus dos partes – la de sus condiciones de funcionamiento y la de la formación de los juicios morales; el hombre debe, cuando la ocasión se presenta, renunciar a sus pasiones y sus deseos por el bien general, con la finalidad de participar en el sistema que es la sociedad. Ahí Smith habla de la benevolencia universal en la cual él cree firmemente. Esta virtud es una de las cualidades del hombre sabio. Éste acepta sacrificar sus intereses particulares por el bien de la sociedad:

“El hombre sabio y virtuoso quiere siempre que su propio interés privado sea sacrificado al interés público de su orden o de su sociedad particular. Él siempre quiere también que el interés de este orden o de esta sociedad particular sea sacrificado al interés superior del Estado o de la soberanía de los cuales él no es más que una parte subordinada.” (Smith, 1999: 324; 327).

b. La simpatía contra el vicio

Según Mathiot (1990) el secreto de Adam Smith debe buscarse en la articulación entre la economía política y la filosofía moral. A partir de esta hipótesis el autor sostiene que el origen de la problemática económica y ética de Smith se encuentra en las obras de Mandeville (1750), Hutcheson (1694‐1746) y Hume (1991) entre otros. Así, las nociones de división del trabajo y de simpatía son una deuda de Smith con sus predecesores y contemporáneos. Por ejemplo, Mathiot nombra el problema de Mandeville a la contradicción expresada en la célebre Fábula de las Abejas entre la naturaleza, la moral y la práctica que parecen estar en un conflicto que afecta los fundamentos de la moral, el interés individual y el interés público, y la confluencia de unión entre la moral y la teoría social (Mathiot, 1990: 11).

Existe la idea común en la literatura de la Ética en los Negocios según la cual la concepción de la sociedad de Mandeville y la de Smith son opuestas. En apoyo a esta idea, se encuentra el hecho que el padre de le economía condena la explicación del Dr. Mandeville sobre el origen de la sociedad, en su capítulo iv Los sistemas licenciosos de la Teoría de los sentimientos morales. (Smith, 1999: 415‐416). Según Mandeville (1750) “…los vicios privados son las virtudes públicas, puesto que sin ellos la sociedad no podría ni prosperar ni florecer”. Por consecuencia, para Mandeville verdaderamente, no existe ninguna virtud, pues todas son el producto de la vanidad y del obrar egoísta, hecho condenado por Smith.

Recuérdese la célebre Fábula. Una colmena de abejas que trabaja dividida en diferentes órdenes, goza de la prosperidad gracias al obrar egoísta e interesado de sus diferentes miembros. Los vicios reinan potentes corrompiendo dondequiera la vida moral y las profesiones. En la colmena, los médicos prefieren la reputación a la eficiencia y las riquezas al restablecimiento de sus enfermos (…) Los soldados desertores eran colmados de honor (…) Hasta la balanza de la justicia, ciega por naturaleza, se inclinaba del lado del oro. Cada orden estaba así llena de vicios, pero la Nación gozaba de una afortunada prosperidad. En resumen, los vicios privados de los particulares contribuyen a la felicidad pública (Mandeville, 1750: 7; 9; 13‐14). Sin embargo, cuando las abejas piden a Júpiter de convertirlas en abejas virtuosas el resultado fue la ruina de la Nación. La moraleja de la historia establece que es en vano asociar el grandor de la sociedad a la probidad. La virtud sola no puede jamás hacer una Nación celebre y gloriosa. Para recuperar esa virtud será necesario regresar al pasado de nuestros padres.

En su Investigación sobre la naturaleza de la sociedad. Adición a la segunda edición de la Fábula de las abejas, Mandeville (1998) explica el origen de la sociedad y los verdaderos fundamentos que permiten su existencia y su florecimiento. Primero, Mandeville se opone a Shaftesbury quien considera que la virtud es un don natural del hombre. Para Mandeville la sociabilidad del hombre no proviene de las buenas y amables cualidades. Así por este autor, el hombre es un ser egoísta. Él no aprende sino lo que le permite su historia personal y sus costumbres a través de su experiencia. En este sentido, los hombres son esclavos de lo que ellos aprendieron durante su infancia; ello obliga a la naturaleza a plegarse, pero –agrega él– les difícil saber si es la naturaleza o la experiencia personal quien les influencia en un momento dado. Luego, el hombre tiene sensaciones agradables y desagradables, el siente dolor y alegría, es egoísta y al mismo tiempo ama la compañía. De esta forma Mandeville acepta la concepción del hombre de Las Luces escocesas (Mandeville, 1998: 30).

Sin embargo, en este juego de emociones, es el lado negativo que triunfa siempre. Y esto es lo que diferencia a Mandeville de la mayoría de los pensadores. Sin embargo, esta diferencia se encuentra unida a la concepción de los defectos y cualidades del hombre como dones naturales propios de la época de Mandeville y Smith. Salvo que para el primero, es el lado malo del hombre el fundamento sobre el que reposa la sociedad. Para Mandeville, el origen de la sociedad, su florecimiento así como de las artes, las ciencias y las profesiones es lo que el nombra “…el mal del mundo, moral al igual que físico, el cual es el gran principio que hace de nosotros criaturas sociales…” (Mandeville, 1998: 30).

Para Mandeville, la validez de su hipótesis proviene de la observación de la práctica cotidiana de los individuos. Esta práctica afirma que el hombre obra solamente por su interés, lo que él busca es su propia satisfacción. Por ese fin el hombre puede mostrarse amable, tierno y educado. Pero detrás de eso, se encuentra escondido el interés, como en el caso del vendedor de pompas fúnebres quien muestra la pena por el difunto con la finalidad de conseguir la venta. Según esto, parece ser que el lado malo hace desaparecer el lado positivo del humano. Pero Mandeville, no olvida que el lado humano de los afectos naturales y las virtudes que el hombre es capaz de adquirir. En efecto, en este juego de instintos y de pasiones es donde el comportamiento moral nace. En consecuencia, la explicación del origen de la sociedad y la concepción del hombre entre Mandeville y Smith es una diferencia de forma más que de contenido. Por otro lado, esa concepción tiene un lado cuantitativo. El grado de virtud o de vicio determina la prosperidad de la sociedad. (Mandeville, 1998: 43‐44).

Siendo la base de la prosperidad de la Nación los vicios, entre éstos, la vanidad ocupa un lugar importante para Mandeville. La producción para satisfacer el lujo fastuoso es la que ocupa la más grande masa de trabajadores. El antojo, el tener ganas de las cosas y el amor propio son los ministros de la industria, ellos hacen florecer el comercio y las Artes. En breve, la satisfacción del lujo es la mejor parte del Negocio en la colmena murmurante de la fábula. Según Mathiot, ese resultado de Mandeville, es para Smith, más bien un problema. En su Teoría de los sentimientos morales la simpatía por el lujo y la alegría son un móvil del nexo social. Los hombres son tendientes a simpatizar con el lujo y la alegría más que por otra cosa. Pero eso no explica en sí, el surgimiento de la moralidad. Al contrario, según Mathiot (1990) la evaluación moral a partir de la vanidad es para Smith una corrupción de nuestros sentimientos. Entonces, la vanidad en tanto que práctica social no es un factor explicativo de la articulación de los sentimientos y del orden social. Es así, que el mecanismo de simpatía interviene en Smith para explicar dicha articulación.

Y es que para Smith se trata de establecer un mecanismo explicativo para el funcionamiento de la moral. En este sentido, la superioridad en relación a Mandeville es notable6. Pese a sus diferencias, es necesario remarcar un punto común entre Smith y Mandeville. El origen de la naturaleza de la sociedad y de la moralidad es un problema a resolver por los dos. Se trata de explicar el movimiento que se encuentra frente a sus ojos. Se trata de la Inglaterra del siglo xviii donde el proceso de la acumulación originaria del capital llega a su fin. La gran concentración de tierras en las manos de los propietarios privados capitalistas y la imposibilidad de vivir en el campo como propietario individual crea la aglomeración del nuevo proletariado en las ciudades. Ahí las manufacturas en transito al maquinismo usan cada vez mayores cantidades de capital. En suma, Inglaterra vive el auge económico y comercial que será llevado a su punto más álgido con la Primera Revolución Industrial. Más frente a este auge se encuentra la pobreza de la masa de trabajadores, consecuencia de la entrada del modo de producción capitalista a su fase intensiva.

Mandeville (1750; 1998) describe algunos años antes que Smith esta nueva sociedad a través de una metáfora. Más toda metáfora tiene un elemento de realidad. La colmena murmurante es la descripción de esta sociedad cosmopolita, con sus órdenes de soldados, de comerciantes, de artesanos, de profesionistas liberales y de trabajadores pobres. Cada orden de abejas realiza un funcionamiento específico dentro del sistema. A Mandeville lo sorprende este orden y este movimiento. Este mecanismo social parece funcionar gracias a las acciones que el hombre efectúa para satisfacer sus apetitos, sin tomar en cuenta el interés público; esas acciones el autor les llama vicio. Según Engels en su Anti‐Dühring (1963) la hegemonía del capitalismo ha significado el auge económico pero también el auge de la corrupción de la moral y de la vida de la gran masa de la población. Ello no significa que antaño, no existían estas consecuencias de la economía mercantil. Ciertamente, esto existe desde la división del mundo en clases sociales y el surgimiento del dinero. Lo que sorprende a los hombres de Las Luces es la magnitud y la manera diferente como eso ocurre y se desarrolló ante sus ojos.

Recuérdese que para los pensadores del siglo xviii, el origen del nexo social es ante todo moral. Ello es una constante en Mandeville y Smith. Los dos creen que los comportamientos individuales llegan a resultados sociales no previstos para los hombres en su vida práctica. La marcha continua del sistema es el punto de encuentro entre los dos pensadores. En otras palabras, una armonía basada sobre la simpatía o la prosperidad basada sobre el vicio, son dos concepciones que tratan de explicar el funcionamiento del sistema capitalista a través de una causalidad que las ciencias sociales no encontraban aún.

El argumento de la célebre Fábula de las abejas resulta sorprendente y al igual que el mecanismo de la simpatía convincente para las relaciones cotidianas. En el fondo, la concepción del hombre y de la sociedad de Mandeville y de Smith se basa en la realidad social y la filosofía de su época. El hecho que uno destaque un aspecto es tan solo una disposición diferente de elementos comunes7 .

El análisis precedente explica las ideas morales, la concepción del hombre y de la sociedad de Smith. Esas ideas se encuentran como substrato en la Riqueza de la las naciones (1991). Ellas emergen cada vez que Smith analiza una cuestión capital. Así las se encuentran de una manera neta en la división del trabajo, el origen de la ganancia y la movilidad de capitales y el rol del Estado. Pero lejos de ser una simple reproducción de la concepción del hombre de la Teoría de los sentimientos morales (1999), el estudio de la Riqueza de las naciones pone en evidencia otras cualidades morales del hombre, propias de un totalidad de relaciones que son las de la economía política.

CONCLUSIÓN

1. Este artículo estudia cómo Smith crea la visión ética para la economía y la sociedad capitalista. Esta visión se expone a través del pasaje que va de la ética a la economía política. Dicha visión parte de una concepción del hombre y la sociedad propia de las Luces Escocesas y que toma en Smith una interpretación particular.

2. Las cualidades que definen al hombre y su comportamiento moral son dones proporcionados por la Naturaleza. Por un lado, existen las cualidades de egoísmo e interés individual; por el otro las de sociabilidad, bondad, beneficencia, humanidad. La sociedad y el comportamiento moral nacen del encuentro de esos dos géneros de características. Sin embargo, el origen de la moral y la sociedad permanecen ocultos para Smith para quien eso no representa un problema a resolver.

3. Esta concepción del hombre es crucial pues funda dos ideas cruciales en la explicación del desarrollo social: 1) las acciones (morales y económicas) individuales desembocan en resultados no previstos por los individuos bien que éstos actúan por interés, por gusto, la vanidad o la belleza. 2) Esos resultados imprevistos desembocan –en el pensamiento de Smithen una visión armónica y optimista de la vida moral, económica y social.

4. Estos elementos convergen y están a la base de la célebre referencia de mano invisible del mercado de la Riqueza de las naciones (Smith, 1776) cuyo primera versión se encuentra en la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999, 1759)

5. En este sentido, nada más equivoco que considerar a la concepción del hombre propuesta por Smith, como un ser egoísta e interesado; es decir como simple hommo oeconomicus. Antes bien, para él, el comportamiento moral del hombre puede llegar al extremo del sacrificio del interés individual en aras de su sociedad, su Estado o Nación. Además ese comportamiento moral funda la transformación del mundo mediante la industria es decir, la economía.

6. Sin embargo, el mismo sistema natural desde donde se postula la concepción del hombre y la sociedad de Smith, provoca que él comprenda a la sociedad como un mecanismo en armonía, optimista, libre de contradicciones entre las clases; en suma de manera a‐histórica y eterna. Es ahí donde la visión moral de Smith para la economía, el capitalismo y los negocios, toma vida y validez para la ideología burguesa de nuestros días.

7. El pasaje que va de la Ética a la Economía Política pone de manifiesto:

1) una concepción del hombre y la sociedad que es por decirlo así, núcleo de la ideología burguesa y cuya cuna se encuentra en la Teoría de los sentimientos morales (Smith, 1999, 1759).

8. En consecuencia, el Problema de Smith, es un problema ficticio pues establece una contradicción en el pensamiento de Smith inexistente.

9. No obstante el cambio de registro que va de la Economía Política a la Moral deberá comprobar que esa concepción del hombre y de la sociedad es uno de los pilares de la Economía Política de Smith y por lo tanto corroborar el equivoco que funda el Problema de Smith.

NOTAS

  1. Esta investigación fue realizada dentro del el marco del Acuerdo Relativo a la Formación y Capacitación para la Investigación Científica y Tecnológica suscrito entre la Secretaria de Educación Pública (SEP) el Consejo Nacional de Ciencia y (CONACYT) y el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia (Ecos), Universidad Autónoma de Tamaulipas (Mex)-Universidad de Poitiers (Fr).
  2. El fin del siglo xx y el comienzo de presente siglo existe un renovado interés por la obra de Adam Smith (1723‐1790) que corresponde a un interés importante por la ética y la moral.
  3. Margaret Thatcher (1979‐1990) realiza las primeras privatizaciones con las empresas British Airways (privatizada en 1987) y British Steel (privatizada en 1988) hecho a partir del cual esas empresas se convierten en unas de las más rentables de su sector.
  4. En el caso de Smith (1999:434) se trata del mecanismo de simpatía a través del cual el individuo primero es conmovido por una acción y de ahí se construye el juicio de valor de acuerdo a la moral de la sociedad.
  5. Todas las citas textuales contenidas en este trabajo son una traducción libre de las obras en francés hechas por el autor.
  6. El padre de la economía política resume su sistema al final de su obra. “Cuando aprobamos un carácter o una acción, los sentimientos que sentimos son, según el sistema que yo expuse, derivados de cuatro fuentes que son, bajo algunos aspectos, diferentes las unas de las otras. Primeramente, simpatizamos con los motivos del agente; segundamente, entramos en una gratitud de quienes reciben el beneficio de su acción; terceramente, observamos que su conducta ha sido conforme a las reglas generales según las cuales esas dos simpatías obran generalmente; en fin, cuando consideramos de tales acciones como siendo partes de un sistema de comportamiento que tiende a promover la felicidad del individuo o de la sociedad, ellas parecen retirar alguna belleza de esta utilidad, que no es diferente a la belleza que atribuimos a toda maquina bien engrasada.” (Smith, 1999: 434).
  7. Por otro lado, ello corresponde a una concepción de hombre y a una concepción de la ciencia social en proceso de nacimiento. Ahí la explicación del movimiento de la sociedad se encuentra aún dentro de una gran zona borrosa. Al igual que le hombre en tanto que ser social queda aún en la zona borrosa dotado de cualidades naturales, tales que ellas se presentan al espíritu que reflexiona. Así, la definición de ciencia social de Mandeville acusa la ausencia de una ciencia social pero en donde las acciones individuales e involuntarias crean el sistema social. “Yo espero que el lector sepa que por sociedad yo entiendo un cuerpo político, en el cual el hombre, o bien sometido por una fuerza superior o bien sacado de su estado salvaje por persuasión, deviene en una criatura disciplinada, la cual sabe cumplir sus propios fines trabajando para los otros, y donde bajo un solo jefe o otra forma de gobierno cada miembro se pone al servicio del todo, y todos ellos conducidos por una hábil dirección son llevadas a actuar como uno solo”. (Mandeville, 1750: 4445). En otro sentido, esta definición remarca el deber y la disciplina propios de la época del trabajo salariado como forma general de la vida social.

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