Ciencia y Sociedad, Vol. 29, No. 4, • ISSN: 0378-7680 • ISSN: 2613-8751 (en línea) • Sitio web: https://revistas.intec.edu.do/

LA VISION ANTILLANISTA DESDE LA PERSPECTIVA HAITIANA

THE ANTI-LIAISON VISION FROM THE HAITIAN PERSPECTIVE

DOI: https://doi.org/10.22206/cys.2004.v29i4.pp616-630

*Area de ciencias Sociales. INTEC

INTEC Jurnals - Open Access

Cómo citar: Bissainthe, J. (2004). La visión antillanista desde la perspectiva haitiana. Ciencia Y Sociedad, 29(4), 616-630. https://doi.org/10.22206/cys.2004.v29i4.pp616-630

Resumen

La noción del antillanismo en Haití empezó como una visión de con­federación. como un proyecto de unificación dominico-haitiana para la seguridad insular. Pero, ese concepto se fue desan-ollando y llegó a inscribrise dentro de una perspectiva geopolítica más amplia, unavisión panamericanista con la llegada de Alexandre Petión al poder en Haití en 1807. El enfoque cambió y tornó más fuerzas con la separa­ción de la parte oriental de Haití en 1844. Eso explica los diversos in­tentos de parte de las autoridades haitianas de mantener la integración insular hasta el final de la década de los años 1850. Pero, en los años 1860 y 1870, se inauguró u na nueva era. una nueva forma de pensar más coherente y disciplinada de parte de la clase política e intelectual haitiana. Ya los liberales de ambas partes de la isla acordaron de crear una liga antillana con la integración de Cuba y de Puerto Rico. No fue sin razón que las autoridades haitianas dieron todo su apoyo a favor de la restauración de la República Dominicana. Anténor Fernín es uno de los más destacados políticos y escritor de esa generación de hom­bres eclécticos de Haití. El concibió una Haití liberada que asume su papel en las nuevas construcciones geográficas é ideológicas median­te la unidad antillana para contrarrestar las fuerzas del imperialismo americano. La ocupación americana de 1915 motivó la reformulación de este pensamiento y se crearon los movimientos indigenistas y de la negritud como un intento de despertar la conciencia identidaria y volver a las raíces africanas. Pero, esos movimientos mantuvieron u na posición exclusivista que integran únicamente los países francoparlantes. Hoy en día. hay una corriente que retoman las ideas del siglo xiX para buscar una unidad que trasciende el antillanismo debido a los retos de la globalización.


Palabras clave:

Antiffanismo. Haití, panamericanismo, negritud.

Abstract

The notion of antillanism in Haiti began as a vision of confederation. as a Dominican-Haitian unification project for island security. But. that concept went discolouring and became inscribed within a broader geopolitical perspective. Pan-Americanist vision with the arrival of Alexandre Petión to power in Haiti in 1807. The approach changed and became stronger with the separation of the eastern part of Haiti in 1844. This explains the various attempts by the Haitian authorities to maintain integration insular until the end of the decade of the 1850s. But. in the years 1860 and 1870, a new era was inaugurated, a new, more coherent and disciplined way of thinking on the part of the Haitian political and intellectual class. Liberals from both parts of the island have already agreed to create an Antillean League with the integration of Cuba and Puerto Rico. It was not without reason that the Haitian authorities gave their full support in favor of the restoration of the Dominican Republic. Anténor Fernín is one of the most prominent politicians and writer of that generation of eclectic men in Haiti. He conceived a liberated Haiti that assumes its role in the new geographic and ideological constructions through the Antillean unity to counteract the forces of American imperialism. The American occupation of 1915 motivated the reformulation of this thought and the indigenist and blackness movements were created as an attempt to awaken the identity consciousness and return to the African roots. However, these movements maintained an exclusivist position that integrates only the Francophone countries. Nowadays. there is a current that retakes the ideas of the nineteenth century to seek a unity that transcends antillanism due to the challenges of globalization.


Keywords:

Antifanismo. Haiti, pan-Africanism, negritude.

En este trabajo voy a compartir con ustedes el pensamiento antillanista desde la visión haitiana. A mí, me ha llamado mu­cho la atención cada vez que yo participo en u na con ferencia o seminario sobre este tema, de ver la poca importancia que se da a la nación haitiana en el desarrollo de la visión anti llanista. Haití siempre aparece como una simple referencia que sirve de catalizador a la abolición de la esclavitud en el hemisferio occidental. Sin embargo, recordamos que Haití fue no solamente la primera nación en abolir la esclavitud sino. que es la segunda nación del hemisferio que logró su independencia. un ejemplo de conquista de los ideales modernos revolucionarios. Por co­incidencia, mi país que acaba de celebrar el principio de este año 2004, el bicentenario de su independencia. presenta dos caras distintas. La primera es gloriosa porque triunfó la Revo­lución Haitiana al lograr rescatar la dignidad del hombre negro. La segunda es diría yo "miserabilista" porque el país nunca ha podido salir de sus atrasos y de otras inconveniencias históri­cas. Sin embargo, debemos mencionar el gesto de independen­cia haitiana como una respuesta anti-imperialista, de cualquier bandera que fuese, francesa, inglesa o española porque los eu­ropeos tomaban a la Hispaniola como una especie de marione­ta. Nosotros de la parte occidental de la isla de Saint Domingue , nos levantábamos un día siendo franceses. de tarde españoles y de noche ingleses y al otro día franceses de nuevo.

Siempre cuando se habla de antillanismo suele hacerse referencia exclusivamente a los países hispanohablantes del Caribe como Puerto Rico, República Dominicana y Cuba. Los discursos siempre se focal izan sobre Betances, Hostos, Espaillat, Luperón, José Martí, Máximo Gómez, etc. Vengo a traer un aire nuevo en el debate para hablar de la evolución del pensamiento antilllanista en Haití, con sus diferentes matices e interpretaciones, desde la independencia hasta el día de hoy y su conexión con la noción de la identidad nacional haitiana.

Primero, hay que decir que desde el punto de vista de la geopolítica, Haití ha jugado un papel estelar en ese proyecto antillanista. Primero, dicho proyecto fue concebido desde una visión de confederación insular, desde una perspectiva de uni­dad domínico-haitiana. En otra palabra, se inscribió dentro de una óptica geopolítica, de seguridad insular.

Nacimiento del pensamiento antillanista en Haití

Fue la idea de Tousaint Louverture, el precursor de la in­dependencia haitiana. Cuando analizamos el desarrollo de las ideas políticas en Haití, nos dimos cuenta de que los ideales libertarios de Toussaint abarcaron una dimensión mucho más amplia que la isla de Santo Domingo. Eso es tan verdadero que varios de los esclavos que estuvieron bajo el mando de Toussaint se alistaron en uno de los batallones del General francés Lafayette para participar en la revolución norteameri­cana. La historia revela que él mantenía una correspondencia estrecha con las autoridades norteamericanas en contra de los intereses europeos.

Toussaint se alió a España al final de los años 1790 porque España le había prometido la libertad de los esclavos, un prin­cipio del liberalismo que todos nuestros prohombres habían defendido cabalmente, ya se trate de Luperón, de Hostos o de Betances, de Toussaint, de Dessalines o de Pétion. Pero, Toussaint cambió a Francia por las nuevas ofertas recibidas de Napoleón Bonaparte y por la muestra de debilidad de España frente al imperio de Napoleón.

¿Qué ha hecho Toussaint para poner su visión al servicio de la praxis política?

Él concedió las bases jurídicas al clero católico. reconociendo la iglesia católica, apostólica romana. en la primera constitución de 1801 como la única religión oficial que se pro­fesa en la isla. Por lo tanto, el estado debería apoyar sin reser­vas a los misioneros y sacerdotes en sus trabajos pastorales. En ese sentido, el catolicismo viene constituyendo la religión universal que sirve de medios para acercar los diferentes paí­ses de la región que profesan la fe católica.

Lo más importante de esa constitución fue el artículo prime­ro que consagró la indivisibilidad de la isla. Lamentablemen­ te, ese artículo ha traído muchos perjuicios y controversias en el seno de la intelectualidad dominicana y haitiana. Toussaint quien se inspiró en la constitución francesa de 1795, planteó que el territorio de la Francia Republicana era uno e indivisi­ble. Él lo había puesto en ejecución después que España había concedido a Francia la parte oriental de la isla mediante el Tratado de Basilea.

Pero la razón primordial que prima en su pensamiento era la creación de una confederación dominico-haitiana para ga­rantizar la independencia y la soberanía de la isla. Era como un contrapeso contra las permanentes amenazas de invasión de los imperios europeos y contra las ofertas engañosas de libertad por algunos, a los esclavos.

Más adelante, la constitución de 1804 que promulgó Des­salines, el padre de la independencia haitiana, también planteó la indivisibilidad de la isla. Se puede entender aún la debilidad de una nación que apenas salió de la esclavitud. en un momen­to cuando la parte oriental era usada como lugar de luchas y de escondites de las fuerzas imperiales francesas y de colonos franceses deseosos de venganzas.

El presidente Alexandre Pétion que sustituyó a Dessalines iba mucho más lejos. Ya para 1808, el antillanismo estuvo ins­crito dentro de una visión más amplia, u na visión panamericanista. Eso explica la razón por la cual Pétion se adhirió a la gran Colombia y apoyó a Bolívar en su proyecto de la Gran Colombia al suministrar hombres, annas y municiones. sin pedir nada en cambio, sino "dondequiera que haya ese/ años. favor que los libere".

Haití estuvo dividida en dos: Pétion en el Sur y Christophe en el Norte. Boyer, quien fue secretario de Pétion y quien lle­gó a ser presidente de la isla de Santo Domingo por veintiún años, concretizó el ideal de Toussaint. Él hizo la unidad entre las dos regiones haitianas y después hizo la unidad insular.

Algunos intelectuales dominicanos lo critican; pero, hay que entender que desde la perspectiva haitiana para esa época que era inconcebible la supervivencia de Haití sin la integra­ción de la parte oriental, por razones puramente estratégicas.

A pesar de todo lo que se le puede reprochar a Boyer, hay que afirmar que su ocupación de la parte oriental de la isla confirmó la creación de una especie de confederación, ya que hubo diputados dominicanos en el parlamento haitiano que representaba los intereses de la parte oriental como también Boyer creó una armada en la parte oriental compuesta de militares dominicanos bajo la supervisión del general Desgrottes y todos los asuntos de masonería fueron también una práctica y francesa porque originalmente, esa secta oculta nació en Francia y se importó a Haití y a República Dominicana.

Nosotros debernos entender que durante la ocupación de Boyer de Santo Domingo no hubo resistencias y que los hé­roes dominicanos que lucharon por la independencia dominicana se sublevaron cuando él emprendió la fuga hacia Francia. En Haití no hubo cohesión social, por los confüctos internos de tipo racial que existía y que existe aún en la sociedad haitia­na. Sobre los hombros de Boyer está el peso de una indemnización de 150.000 millones de francos que le había impuesto Francia por la independencia de Haití y quien tampoco quería una intervención extranjera directa en la isla.

Ya después de la independencia dominicana, los presiden­tes Herard, Pierrot y Soulouque aunque eran contrarios a la política interna de Boyer, coincidieron en su visión internacio­nal. Las luchas que el los emprendieron para integrar la parte oriental de la isla eran feroces. Pero, fue Solo que quien de­fendió con más ahínco la importancia del Este para la supervivencia de Haití. En aquel tiempo había muchas intromisiones de los imperios europeos en los asuntos de la isla y por razones estratégicas y geopolíticas, era indispensable la reintegración dominicana a Haití.

Los que llegaron a catalogar a Haití como un país imperia­lista peligroso, yo creo que han exagerado al distorsionar la realidad histórica, al no querer poner los hechos dentro de sus contextos reales.

Casi nadie habla de la posición de un respetado político dominicano, el expresidente dominicano Ulises Francisco Es­paillat, quien ya creyó en la década de los años 1 860, que los problemas de guerras entre los dos países eran cosas del pasa­do. Dondequiera que florecían las ideas liberales, debía haber un Estado que predica la justicia social, el bienestar común y la convivencia pacífica.

Ya después de la restauración dominicana, el enfoque ha cambiado un poco. El antillanismo sigue viéndose desde una visión geopolítica pero bilateral o multilateral y empezó a tener más fuerzas con los movimientos republicanos y liberal. Los que seguían esa corriente que se originó en Europa particular­ mente en Francia, no eran solamente hispanos. Habían haitia­nos ilustres, judíos sabios, latinoamericanos revolucionarios, caribeños intelectuales, etc. que defendían los ideales de jus­ticia y de libertad. La primera idea que nació en la Hispaniola después de la restauración era la creación de una liga antillana. Las ambiciones de los liberales dominicanos y haitianos como Espaillat, Luperón, Cabra], Geffrard, Nissage Sget, tenían u na firme visión de crear esa liga antillana; y eso fue iniciativa hai­tiana porque el pueblo haitiano estuvo dispuesto a sacrificar todo para un irse con la República Dominicana para preservar su independencia que fue amenazada en varias ocasiones por los países imperialistas.

Decía Espaillat: "De Haití , no tenemos nada que temer. Por lo menos, si algún temor, pudiéramos abrigar de parte de aquella nación , no sería de naturaleza de aquellos que podrían disiparse con el esfuerzo de las armas. Haití no nos declarará jamás la guerra y preferirá siempre el true­que de mercancías por reses y andullos al de carabinazos por sablazos. Pero eso no quiere decir que Haití no tenga su política que sí la tiene y si me lo permitís , lo dejaremos aquí, apuntando aún cuando no sea más que con el fin de que os sirva algún día de tema para un estudio. Haití tratará siempre de unirse a nosotros , y por motivos tan poderosos algunos. que me veo tentado a decir que para conseguirlo lo haría hasta con la condición de ser nuestro subordinado. Y es que Haití ha visto ya dos veces su independencia en peli­gro. y para precaver su muerte , le ha de a[!.uijonear el deseo de inmiscuirse en nuestra política de un modo muy directo. Ya podéis ver que contra esos temores son inútiles los fusiles y los machetes y solamente se pueden conjurar con mucha ilustración . pero mucha , muchísima y muy generalizada ." (Termina la cita). 

Ese discurso se nutre de u na esperanza que los liberales haitianos han aplaudido calurosamente y que empezó a imple­mentarse con la firma del famoso acuerdo de paz y de amistad del 9 de noviembre de 1874, concertado entre los gobiernos de Fabre Nicolás Geffrard e Ignacio María González. El artículo tercero estipulaba: "Ambas partes contratantes se obligan a mantener con toda su fuerza el poder de integridad de sus respectivos territorios, y a no ceder, comprometer, ni enajenar a favor de ninguna potencia extranjera , ni la totalidad ni una parte de su territorio, ni las islas adyacentes que de ellos de­penden. Asimismo se comprometen a no solicitud ni conquis­tar anexión. ni dominación extranjera".

Fue sobre la base del antillanismo que el presidente Ge­ffrard ayudó a los liberales y nacionalistas dominicanos, con hombres, armas y municiones durante la Guerra de la Restauración.

Hay que decir que la década de los años 1860 y 1 870 había inaugurado una nueva era en Haití, una nueva forma de pensar muy coherente y disciplinada de parte de la intelectualidad haitiana con respecto al antillanismo. Ya con la penetración de las ideas liberales y republicanas en Haití, los dos partidos políticos más influyentes en toda la historia haitiana fueron: el Partido Nacionalista y el Partido Liberal, ambos compuestos por una generación de hombres capacitados, tal vez una de las mejores de toda la historia haitiana. Ese grupo de hombres había empezado ya a dar forma a esa visión antillanista. Pri­mero, en las literaturas, en el arte, en las poesías se observa el desarrollo de u na visión ecléctica y universal del hombre. Hay una frase que siempre recordamos en la literatura haitia­na, escrita por EtzerVillaire al final del siglo xix y traduzco: Eclectismo , debemos darle todo, aprender todo y ganar todo; ser un sí, pero elástico y extenso.

Los dos partidos que ya hemos mencionado no eran realmente opuestos en su proyecto de sociedad. Los objetivos eran iguales, mejorar las condiciones del pueblo haitiano mediante la educación y el trabajo, mantener una mejor relación con los demás países del mundo. Pero las luchas de poder entre los dos partidos afectó mucho al país.

Uno de los representantes de ese movimiento antillanis­ta para esa época fue el ilustre político e intelectual haitiano Antenor Fermín. Él luchó en vano para ser presidente de la República: pero, el sistema militarista tradicional frenó sus aspiraciones, las contradicciones internas no permitieron a los liberales haitianos real izar sus ideales. Por lo menos, Fermín tuvo la oportunidad de ser Ministro de Finan zas, desempeñan­do u na gestión pública ejemplar durante los gobiernos de los generales Francois Légitime y Tiresias Simón Sam. Por razo­nes políticas, él tuvo que exiliarse, en la isla Danesa de San Tomás y desde allí, escribió varias cartas en las cuales explicó la necesidad de crear una confederación antillana.

Hacemos la pregunta para saber por qué Fennín era tan obsesionado por el antillanismo. ¿Por qué ese hombre que se encontró en una isla danesa tan retirada mostró tantas preocu­ paciones por ese proyecto?

Hay que decir que, con la penetración de las ideas liberales en Haití en el siglo xix, hubo también una gran preocupación en el seno de la élite intelectual haitiana debido a las fuerzas avasallan tes de los imperios americano y europeo que ya es­taban inmiscuidos profundamente en todas las instituciones de nuestro país. Pues Fermín consideró que la única forma de combatir la ingerencia extranjera era luchar juntos y unidos.

Con él, el pensamiento político haitiano fue concebido como una idea de post-independencia es decir que Haití no era ya atrapada en la dominación colonial como sucedió en el pa­sado. Según él, se debería concebir un Haití liberado que asuma su papel en las nuevas construcciones geográficas e ideo­lógicas, un papel que trascendería el dualismo estrecho del dominante y del dominado, de la metrópolis y de la colonia, del centro y de la periferia. Es dentro de este contexto como podemos tener una visión cosmopolita, establecer una rela­ción entre lo particular y lo universal y modificar las nociones de inmutabilidad de la identidad nacional y las diferencias ét­nicas en contra de aquellos que retoman o tratan de rescatar el discurso racial para que la identidad deje de ser la esencia del hombre, un proceso, un devenir y no algo estático.

Yo creo que Fermín fue un hombre que trascendió su épo­ca. Su posición en cuanto a la reconstrucción de la identidad haitiana en función de la geografía regional tiene un gran sig­nificado. La creencia de la degeneración de la raza blanca por el hibridismo es contestado por él cuando citó a varios escri­tores mestizos por sus logros y sus aportes a las letras, a la literatura como Alexandre Dumas, gran intelectual francés del siglo xix y nieto de una esclava de Saint-Domingue y Des­mesvar Délorme de Haití. En el año 2002, los franceses llega­ron a hacer justicia a ese genio de la letra después de cien años de su muerte, al depositar sus restos en el panteón nacional. Me pregunto por qué ese hombre quien fue admirado por el mundo, por sus colegas de letras como Víctor Hugo, Lamar­tine. Chateaubriant, por políticos influyentes del mundo, tuvo que esperar cien años para finalmente descansar en paz en el panteón de París. Fermín concluye su argumento al hablar del mestizaje como un fenómeno fisiológico. Él escribió y repito: "El mulato es inteligente como el hombre blanco; sin embar­go, él no hereda sus actitudes intelectuales solamente de sus parientes blancos porque la inteligencia es el patrimonio co­mún de la especia humana entera". Allí, nos damos cuenta que Fermín rechaza categóricamente la noción del determinis­mo biológico o cultural como algo innato. como lo hizo también José Martí, cuando dijo que no hay odios de razas porque no hay razas (se supone que hay una sola).

¿Cuál ha sido la base filosófica del proyecto antillanista en Fermín? La filosofía del siglo xix como Gobineau , Spencer, Darwin defendían la idea de la superioridad racial. Para 1848, Gobineau ya había publicado su doctrina mediante su obra titulada: "Ensayo sobre las desigualdades de las razas hu­manas". Fermín publicó también un ensayo en 1885 de 640 páginas titulado: "Ensayo sobre las igualdades de las razas humanas" , como una antítesis a la doctrina de Gobineau. Fue a través de esa obra que Fermín había ganado su fama como universalista, al definir las razas humanas como parte de una misma especie. Volvemos a repetir que lo que Fermín trató de hacer es redefinir la noción de la identidad haitiana en térmi­nos de geografía regional. Él fue prisionero de esa visióncos­ mopolita y vio que la especie humana era única; por lo tanto su tesis principal no era esencialita sino universalista.

El escribió y repito "el ser humano dondequiera que esté tiene las mismas cualidades y defectos , sin distinción de color o deforma anatómica. Las razas son iguales y son capaces de elevarse hacia las más nobles virtudes. de alcanzar el desa­rrollo intelectual más alto; ellas son capaces también de caer en un estado de degeneración total".

En una de las cartas escritas en el exilio, él redactó lo si­guiente: "El nombre de San Tomás noca invariablemente , para el haitiano , la experiencia del exilio con sus momentos de angustia y a menudo sus sugerencias llevadas por la nos­talgia patriótica y el deseo ardiente de volver para reformar las cosas".

Fermín reflexiona en el exilio, en sus momentos depresivos, sobre la aridez saludable y el aislamiento de la isla de San Tomás que él consideró como una roca en el medio de un inmenso océano. Finalmente, él encontró un camino de liberación de su alma cuando él escribió: "Hay que tener en cuenta la ubicación geográfica de Haití en el Caribe y la necesidad de recordar que estamos todos en el medio del mar caribe. Pues , es imposible quedarnos indiferentes siente a las aspi­raciones y los sueños que están tomando sus formas reales fuente a nosotros" .

Allí la visión insular de San Tomás funciona frente a él, como un espacio intermediario entre Haití y la región del Caribe.

Dado el contenido de sus cartas que contienen argumentos profundos para el futuro de nuestros países , Fermín redefinió la identidad haitiana también sobre la base de un dinamismo. Él habló con gran pasión de su encuentro con José Martí en 1893 y su pasión por las ideas de Betances. Él fue muy sensible por la unidad caribeña. El no concibió una unidad afroca­ ribeña sino caribeña. Él vio que la unidad entre Haití, Cuba, República Dominicana, Puerto Rico y las demás islas meno­res del Caribe es indispensable para defender la región. El se expresó de la manera siguiente: ''Las tres pequeñas naciones que se han formado sobre las dos islas más grandes del Cari­be. no constituirán , cada una por sí sola , un poder capaz de exigir respeto. Por lo contrario, al unir sus destinos naciona­les y atrayendo todas las otras islas amillanas que viven hoy en día bajo el dominio colonial , ellas últimamente formarían un estado sustancial capaz de mantenerse solo al establecer un nombre por sí solo para ser mantenido en alta estima fuen­te a otras nacionales".

Al evocar la supervivencia regional, Fermín había empeza­do a articular sobre una redefinición de las nociones de raza, nación y exilio.

Durante la ocupación americana, el pensamiento antillanista volvió a tener otras connotaciones en el seno de la intelectualidad haitiana. Los intelectuales resistieron a la invasión americana del 1915 mediante sus publicaciones tales como literaturas, novel as y revistas. Estamos hablando de los años 1920 y 1930, cuando nació el movimiento indigenista y más tarde el movimiento de la negritud, ambos constituyen un in­tento de volver a los orígenes africanas, una postura exclusi­vista de la el iteintelectual negra porque veía la sociedad como dividida entre mulatos y negros. Con esa visión los defensores de esas visiones buscaban identificar Haití con los países del Caribe, francohablantes y tomaron a Haití como punto de refe­rencias identitarias, culturales y raciales para luchar en contra del imperialismo norteamericano. Ellos defendían una visión afrocaribeña del anti llanismo. Los que han tenido la oportuni ­ dad de leer la novel a de Jean Price Mars titulada "Así habla el Tío" , pueden entender mejor lo que estaba pasando en la sociedad haitiana durante la época de la ocupación americana de 1915 a 1934. Con los representantes de la negritud se distorsionó el proyecto antillanista universal de Fennín porque contenía muchos prejuicios raciales.

A mi forma de ver las cosas, ese discurso de la negritud ha hecho mucho daño a las generaciones posteriores que han mantenido unos prejuicios raciales casi sistemáticos con res­peto a otros países del Caribe especialmente con República Dominicana por la matanza del 1937 y las condiciones de los trabajadores haitianos agrícolas en los cañaverales dominica­ nos. En la República Dominicana se dio también el mismo fenómeno con respeto a Haití, debido a la política ultranacio­nalista del gobierno de Trujillo que se originó a partir de una ideología racista, un anti-haitianismo a ultranza y puesto en práctica con la política de dorninicanización fronteriza. Esas actitudes constitu yen un duro golpe a lo que se había logrado entre los dos países durante la segunda mitad del Siglo xix.

Todavía el discurso sectarista sigue existiendo en Haití y en algunas islas del Caribe francoparlantes como Martinica y Guadal upe como también hay un interés de un sector de la intelectualidad dominicana que intenta despertar las vie­jas conjeturas ideológicas nacionalistas mediante un discurso desfasado y contradictorio.

En lo que respeta al Caribe francoparlante, uno de los prota­gonistas actuales de esa corriente responde al nombre de Edo­ uard Glissant. quien es famoso por su obra "El Discurso Anti ­ llano" y ''Marie Condé" que es u na profesora en la Universidad de Colombia de New York. El primero goza de gran prestigio dentro de las nuevas generaciones de intelectuales haitianos que se encuentran tanto en Haití como en la diáspora.

Hoy en día, hay intelectuales de mi generación que retoman las ideas del Siglo xix debido a las fuerzas del mercado, de­bido a una globalización deshumanizante e incontrolable que destruye las bases de nuestra cultura y de nuestra identidad. No queremos caer dentro de un revisionismo racial o buscar una identidad afrocaribeña sino que entendemos que existen proble­mas comunes que se encuentran en todos los países del Caribe, un problema de alineación que obstaculiza nuestro desarrollo. Pues, buscamos primero encontrar en Haití un término medio que no es ni la africanidad ni la europeidad sino la haitianidad. La haitianidad será una obra de una conciencia nacional que buscará la cohesión porque la fragmentación del cuerpo social tiene su origen en la carencia de una conciencia nacional y que sólo se puede alcanzar mediante un pacto social duradero. La experiencia de esa falta de conciencia nacional la hemos pagado muy cara después de la independencia de 1804. El movimiento independista fue incapaz de crear las bases sólidas para prod u­ cir una unidad nacional firme y permanente. Son los problemas étnicos entre mulatos y negros en toda la historia haitiana, la di­cotomía existente entre los que tienen complejo de inferioridad y de superioridad la causa parcial de nuestros males. 

Yo creo que los jóvenes antillanos y latinoamericanos de­ben despertarse más que nunca en la era globalizadora , deben entender sin perjuicios algunos la parte negativa y deshuma­nizante de ese fenómeno como también su parte positiva. Para las nuevas generaciones de estudiantes cubanos, haitianos, puertorriqueños, jamaiquinos. dominicanos, guadalupenses, etc. es importante saber cómo piensan nuestros antepasados y los enemigos de nuestra cultura y de nuestra supervivencia. Por ejemplo, el respetado intelectual americano contemporá­neo Thomás L. Friedman , quien es también columnista del periódico New York Times afirmó en su libro titulado "The Lexus and the Oliver Tree" y traduzco: "No podemos espe­rar preservar cada cultura en el mundo justamente como está. No podemos pretender preservar una cultura si le falta cohe­sión y voluntad interna de mantenerla. Como las especies , las culturas se desarrollan y mueren como parte de la evolución. Sin embargo. lo que está pasando hoy en día, gracias a la globalización es turbo-evolución. No es justo. En un mundo sin ji- anteras , incluso algunas culturas robustas no resistirán o competirán con las fuerzas de la era electrónica. Ellos ne­cesitan ayuda para sobrevivir o serán destruidos a un ritmo tan rápido de lo que ellos pueden regenerar por evolución y terminaremos con un solo animal en el zoológico".

Friedman nos dio la solución y debemos buscar esa cohe­sión social y esa voluntad interna que solamente pueden lo­grarse cuando nos despertamos de nuestro sueño de incons­ciencia, cuando logramos crear una verdadera conciencia de identidad nacional y regional.