Entre los diferentes enfoques que consideramos interesantes analizar sobre este tema, se encuentra el enfoque acerca del desarrollo moral de los preescolares desarrollado por J. Piaget y algunos de sus seguidores (Kohlberg-Constance Kamii), asi como el de la escuela historico-cultural liderada por L. S. Vigotsky y algunos de sus continuadores (Boschovich L. I. y otros).
Ambos enfoques coinciden en el caracter no innato de la moralidad en el individuo, entienden, entonces por supuesto que la misma, debe formarse, construirse, interiorizarse por el mismo en su quehacer en el medio social en el cual actua y esta inmerso. En la forma en que el individuo adquiere o forma su inoraL el papel del mismo en este proceso constituye puntos no comunes en ambas teorias.
Piaget y sus seguidores desde su enfoque psicogenetico señalan diferentes momentos en el desarrollo moral en estas edades. El primer momento lo denomina como heteronomia moral durante la cual, la presión adulta ejerce una influencia determinante llevando al niño a cumplir obligaciones. a tener una obediencia acritica, a cumplir normas y reglas concebidas por eL no como una realidad elaborada por la conciencia, sino que se da, acabada exteriormente la conciencia, concibiendose ademas como revelada por el adulto e impuesta por este.
En dependencia del cumplimiento de las normas o no, el adulto, recompensa o castiga al niño, el cual presenta una conducta de evasion, conformismo y rebelión.
Esta presión adulta o coercion según plantea Piaget no es el resultado unicamente del surgimiento de la moral heterónoma, sino que esta surge de la convergencia de estos métodos adultos, el estatus de estos ante el niño y el egocentrismo infantil el cual es para el autor un estado de concentración del niño en su propio yo, que se origina en la imposibilidad de diferenciar entre las experiencia objetivas y subjetivas, donde el niño no distingue el propio yo de todo lo exterior, de modo que lo externo se hace interno y a lo interno o mental se le da una consistencia real u objetiva. Asi mismo el niño no es capaz de diferenciar su perspectiva de la propia de los demas, ni por tanto adoptar la perspectiva de los demás. En tales circunstancias entonces, le resulta muy facil aceptar como suyas todas opiniones, mandatos y sugerencias de los adultos.
Por lo tanto la coercion y el egocentrismo se refuerzan mutuamente y cuando coinciden de esta manera, estamos en presencia de una moral heterónoma, la cual posee una etapa inicial basada en el realismo moral durante el cual el niño considera y siente que los deberes y valores se imponen obligatoriamente con total independencia de la conciencia y circunstancias del sujeto. Por lo tanto existe un carácter heterónomo del deber, la definición del bien como obediencia de las normas adultas, la necesidad de observar las normas al pie de la letra y no en su espíritu, y por ultimo la concepción objetiva de la responsabilidad, que impide evaluar los actos en función de la intención y lo hace en cambio de acuerdo con sus resultados. El realismo moral piagetiano es el resultado de la síntesis de la presión adulta, el respeto unilateral y el egocentrismo infantil.
Sus investigaciones ademas determinaron la existencia de dos tipos de la responsabilidad, la objetiva y la subjetiva. La primera forma la responsabilidad juzga los actos por su resultado y se manifiesta predominantemente aunque no exclusiva en torno a los siete años. La responsabilidad subjetiva juzga por su parte los actos por la intención de su ejecutor y domina alrededor de los 9 ó 10 años de edad.
Desde su posición cognitivista Piaget afirma que el dominio del juicio moral propio de cualquier estadio requiere que antes se hayan adquirido ciertas estructuras intelectuales, por lo tanto la formación moral supone también potenciar aquellos estímulos cognitivos que facilitan el desarrollo intelectual del niño.
En sus estudios sobre el desarrollo moral Piaget concibe el desarrollo moral en un transito desde una moral heterónoma ya explicada anteriormente hasta la aparición de la autonomía moral, donde el tipo de relaciones interpersonales están basadas en igualdad, la reciprocidad y la cooperación. En este modelo el individuo posee una opinión propia, establece intercambios de opiniones, toma decisiones y es capaz de construir las reglas del juego.
En opinión de Piaget, estos dos modelos de la moralidad han de entenderse como dos etapas sucesivas, fruto de las relaciones sociales que se establecen con iguales y con a los adultos y que en circunstancias normales serán recorridas unas tras otras por todos los sujetos: se pasara de heteronomia a la autonomía moral.
Después de lo antes expuesto podemos percatarnos que en la psicología de J. Piaget, este limita el desarrollo moral del niño a la interiorización de reglas culturales o sea, un desarrollo intelectual y concibe la socialización como un proceso espontaneo en la vida del niño, que va de un egocentrismo absoluto a una etapa de oposición adulta, hasta llegar a un llamado estado de cooperación. Para Piaget la sociedad actúa como un agente de prisión externa al individuo y no como un factor que condiciona y modela el desarrollo moral.
En nuestro criterio resulta necesario trabajar la formación en valores atendiendo a las características pedagógicas y psicológicas de la edad, teniendo en cuenta en este trabajo el componente afectivo de la personalidad, el cual en estas edades preescolares posee una alta connotación y fuerza y que el niño se comporte como un sujeto activo que a través de la comunicación sr socialice.
Cuando nos acercamos a los criterios de los representantes de la escuela socio-historico-cultural encontrarernos puntos comunes y diferentes con lo planteado por Piaget y sus seguidores con referencia a este tema.
L. S. Vigotsky señaló que una de las nuevas formaciones importantes de la edad preescolar es el surgimiento de instancias éticas internas.
Uno de sus mas fieles seguidores D. B. Elkonin elaboró una hipótesis que considera la aparición de éstas instancias móviles vinculadas directamente a un nuevo tipo de interrelación que se establece entre el niño y el adulto en la infancia preescolar. Durante la infancia temprana existe un estrecho vinculo niño adulto. Estas relaciones se van debilitando y cambian de aspecto, pues el niño al culminar la edad temprana alcanza una serie de logros que le permiten ser mas independiente, puede actuar sin la constante ayuda del adulto, comienza a tener conciencia de su yo. Simultaneamente su nivel de aspiración se eleva considerablemente por lo que mantiene la necesidad de actuar en conjunto con el adulto, imitarlo, reproducir su actividad, sus actos, sus interrelaciones, lo cual se materializa en la situación de juegos de roles.
En todo lo antes expuesto podemos apreciar que el adulto en esta etapa adquiere la categoria de modelo para el niño y es en esta etapa donde se inicia con mayor fuerza el desarrollo de la esfera moral y volitiva del niño preescolar.
Otra estructura importante que surge en estas edades es la subordinación de motivos, que no es mas que la supeditación de sus actos al modelo que se le ha dado con orientación y proceso de socialización que se inicia con el nacimiento. Por lo tanto las representaciones éticas primarias no son mas que la asimilación de los modelos de conducta, que pueden ser llamados personales, que se mediatizan por las formas orientadas y cuyo contenido lo constituyen las funciones sociales de los adultos, su relación con los objetos y con las personas que lo rodean.
Como se puede apreciar muy bien el adulto deviene para el preescolar en un modelo de imitación, pero ademas, las valoraciones que este hace también son asimiladas por el niño y las hace suyas.
Resulta de gran importancia para el niño preescolar establecer relaciones positivas con el adulto. Estas constituyen la base para las vivencias de bienestar emocional en el. Por lo tanto cualquier alteración o relación negativa con el adulto el niño la vive en forma muy penosa, por que este constantemente, ya sea de manera consciente o no, trata de actuar con las exigencias de los mayores y va asimilando paulatinamente las normas, las reglas y valoraciones que provienen de ellos.
En sus estudios D. B. Elkonin expresa que el juego como actividad vital en esta edad preescolar es el medio fundamental para que el niño vaya asimilando las normas éticas. En éste los niños asumen roles donde representan el contenido adulto de la vida y de esta forma en el plano de la imaginación al someterse a las reglas del rol, asimilan las formas de conducta, interrelaciones y exigencias por las cuales los adultos se rigen. En este mecanismo de asimilación de las primeras normas y valoraciones éticas de la conducta, las concepciones y las valoraciones éticas de los niños están mezcladas con las relaciones emocionales directas a las personas, con personajes de obras literarias, personajes históricos y de atracción emocional para ellos y solo en una forma gradual, la valoración moral se separa de las vivencias emocionales directas del niño y se hace más independiente y generalizada
Por todo lo antes expuesto consideramos necesario resaltar la necesidad, la importancia que tiene el hecho de que las educadoras de las instituciones preescolares centren fundamentalmente su trabajo de formación de instancias éticas, de orientaciones valorativas en la actividad lúdica de los niños, en las experiencias, en las vivencias de estos durante la misma, aprovechando las interrelaciones y las acciones que se produzcan en relación con cada rol asumido, en aras del fomento y del desarrollo moral positivo. También es necesario el establecimiento de relaciones emocionales positivas con los niños basadas en el respeto a sus derechos, a su integridad y ofreciendo modelos correctos. valoraciones asequibles a ellos y que sean ademas formadoras. Consideramos necesario también destacar la importancia de formar en valores a los preescolares hacienda referencia a relatos u otras formas de expresión de aspectos que demuestren la conducta asumida por nuestros héroes, trabajadores destacados, pioneros ejemplares, y de personajes de cuentos infantiles entre otros muchos, tratando así de que los niños perciban sus valores a través de las diferentes acciones que estos realizaron, de esta manera estaremos contribuyendo a la formación de presentaciones en ellos.
La formación de orientaciones valorativas en los preescolares requiere por parte de las educadoras darle una fuerte connotación afectiva a esta labor, unida estrechamente al aspecto cognitivo.
En este largo camino de la formación moral en los niños, en la formación de representaciones y valoraciones morales se va diferenciando paulatinamente el estado emocional directo y la valoración moral haciendose esta mas independiente. Así mismo el niño teniendo como patrón las valoraciones que le ofrecen los adultos comienza a autovalorarse, siendo los indicadores las reglas y normas morales asimiladas.
Inmerso en el proceso de socialización, al inicio el niño cumple las reglas para lograr la aprobación del adulto, posteriormente su experiencia vivencial positiva ante la aprobación recibida condiciona que el niño lo perciba como algo agradable y positivo en sí, como algo necesario. Lo necesario constituye la primera instancia motivacional moral por la que comienza a regirse el niño, dándose ya aquí la unidad de lo afectivo y cognitivo, o sea el conocimiento y la vivencia directa de la necesidad de actuar así. Estamos en presencia entonces de un rudimentario sentido del deber. A esta altura del desarrollo en la edad preescolar mayor y con el surgimiento del sentido del deber los niños experimentan una diversidad de sentimientos y emociones conforme a las exigencias de su sentido moral. Esta primera instancia motivacional moral facilita el surgimiento de nuevos rasgos en la actividad volitiva en la conducta de los niños y ya son capaces de subordinar motivos dando la prioridad a los morales, obedeciendo así a estímulos morales internos.
Como se puede apreciar en el marco de psicología dialéctica, la formación se concibe guiada socialmente como un proceso de fuera hacia dentro, donde el niño es un sujeto activo y el medio social constituye, determina, modela la personalidad del individuo y para esta formación tiene la misma significación o valor el factor cognitivo que el afectivo y el conductual.
No quisiéramos concluir sin citar los criterios de doctor Fernando Gonzalez Rey a manera de concretar nuestra posición en cuanto al desarrollo moral en estas edades.
«En la ruptura del enfoque atomista de lo cognitivo y lo afectivo en el estudio de la personalidad tiene su base una nueva comprensión del pensamiento y la reflexi ón del sujeto, que deben ser comprendidos no solo como aspectos de la cognición, sino como elementos esenciales de la regulación de la conducta. En su función reguladora el pensamiento aparece indudablemente unido a los motivos de la personalidad.»
Afiliada a estos criterios del doctor Fernando Gonzalez Rey. considero que sin desechar, ni subestimar los valiosos aportes de J. Piaget en cuanto a la necesidad de contar con las estructuras intelectuales necesarias para la formación de una conducta moral en determinado estadio de la vida, no podemos dejar de entender, que debe tener en cuenta en todo momento de la formacion moral, el aspecto afectivo motivacional que participa indudablemente ligado al aspecto intelectual o cognitivo.
En la formación de orientaciones valorativas en los preescolares un elemento esencial lo constituye la educadora. El la es la fuente de la cual los niños interiorizan las primeras nociones y orientaciones valorativas. Los niños y las niñas preescolares asimilan tambicn de sus familiares los Valores quc orientaran su conducta. Es por esto por lo que la institución preescolar debe establecer los estrechos lazos de comunicación y orientación con la misma sobre los mejores metodos para la formación moral de los niños, logrando asi la unidad de influencia educativa.
En el desarrollo del proceso educativo, las educadoras deben ser capaces de desarrollar las actividades programadas con un caracter cientifico, emotivas y de forma positiva de manera que las mismas expresen manifiestamente los valores de nuestra historia, de los trabajadores, de la familia, de la naturaleza, de los personajes de cuentos infantiles con contenido etico, etc. Ademas deben organizar adecuadamente la vida de los niños en el circulo infantil, brindandoles un ambiente emocional favorable respaldado por su ejemplo personal positivo en todos los momentos del quehacer diario en la instit ución. Tenemos la convicción que desde las edades mas tempranas se debe establecer un sistema de influencias educativas que propicien el desarrollo en los niños de orientaciones valorativas y hacia los principios morales de nuestra sociedad, creando una base orientadora hacia las cualidades morales y contribuir asi al desarrollo en valores en los niños de edad preescolar.
BIBLIOGRAFIA
Baxter Perez E. La formación de valores. Una tarea pedagógica. Edit. Pueblo y Educación, 1989.
Boschovich, L.I. La personalidad y su formación en la edad infantil. Edit. Pueblo y Educación, La Habana. 1976.
Gonzalez Rey Fernando. Motivación moral en adolescentes y jóvenes. Edit. Científico Tecnica, 1983.
Venguer L.A. Temas de psicologia preescolar. Edit. Pueblo y Educación. 1981