Ciencia y Sociedad, Vol. 49, No. 2, abril-junio, 2024 • ISSN (impreso): 0378-7680 • ISSN (en línea): 2613-8751

UN MAR DE ENCUENTROS. EL CARIBE: ARTE, SOCIEDAD Y CULTURA (SIGLOS XV-XVII) (2023). EDICIONES COMPLUTENSE, MADRID. 325 PÁGINAS. ISBN 978-84-669-3798-6

DOI: https://doi.org/10.22206/cys.2024.v49i2.3168

María Montserrat León Guerrero
Universidad de Valladolid
Directora del Centro de Estudios de América - Casa Colón de Valladolid
mariamontserrat.leon@uva.es
https://orcid.org/0000-0002-3850-4728

INTEC Jurnals - Open Access

Cómo citar: León Guerrero, M. M. (2024). Un mar de encuentros. El Caribe: arte, sociedad y cultura (siglos XV-XVII) (2023). Ediciones Complutense, Madrid. 325 páginas. ISBN 978-84-669-3798-6. Ciencia y Sociedad, 49(2), 1-4. https://doi.org/10.22206/cys.2024.v49i2.3168

Nos encontramos ante el número 1 de la colección Historia de la Editorial Complutense. El libro Un mar de encuentros. El Caribe: arte, sociedad y cultura (siglos XV-XVII), que inaugura esta prometedora Colección, está editado por Manuel Gómez y Alfredo Bueno. Es este una muestra de la tarea de colaboración y coordinación de los historiadores editores de la obra que reseñamos, pues han sabido presentar de manera lógica y ordenada los trabajos de los 18 autores (sumando al prologuista) de los capítulos que componen el libro, autores que han trabajado sobre el Caribe de los siglos XV, y especialmente XVI y XVII. Nos gustaría destacar además la peculiaridad de que esta es una publicación impresa en España y México, y que ha logrado ver la luz con la ayuda de instituciones como la Universidad Complutense de Madrid, la Universidad Anáhuac México y El Colegio de Michoacán.

En la obra se presentan interesantes estudios de historiadores, historiadores del arte y especialistas en arqueología del Caribe pertenecientes a instituciones académicas de ambos lados del Océano Atlántico que trabajan consultando numerosas y variadas fuentes. Todos ellos ofrecen al lector nuevas perspectivas sobre las relaciones existentes en ese período en aspectos relativos al arte, la sociedad y la cultura y las relaciones al respecto desarrolladas entre la Corona española y esta área geográfica mostrando su necesidad de establecer un control territorial.

A pesar de trabajar diversidad de autores y sobre temáticas distintas, que nos ofrecen capítulos independientes, la tarea de los editores hace que encontremos en el libro una cierta homogeneidad que nos permite hilar lo descrito por cada uno de los autores. Los trabajos se ocupan de aspectos más formales de cara a la presencia y control peninsular ante las poblaciones caribeñas y otros países europeos a través de los sistemas defensivos, o el intercambio cultural de piezas de arte por motivos comerciales o puramente culturales, reflejando la similar o dispar evolución de este entorno caribeño. Esta integración o globalización de aspectos variados son precisamente el hilo conductor de los diversos estudios del libro, como veremos a continuación.

Si hacemos alusión al título del libro, es evidente que el Mar Caribe se convirtió en “un mar de encuentros” entre diversos países europeos, no solamente España, y las nuevas entidades (gobernaciones, capitanías, virreinatos, etc.) que iban surgiendo al otro lado del Atlántico. Pero no olvidemos que también fue un lugar de desencuentros, donde cada uno de estos elementos, de estas piezas, son parte importante y necesaria del puzle que constituye la región caribeña. Puzle que podemos deshacer cuando jugamos o trabajamos con él. Pero que permite su reconstrucción cuando nos preocupamos por conocer cada uno de estos elementos o piezas.

Como ya indican los editores en la introducción, “Las relaciones políticas, sociales y culturales que tradicionalmente se han puesto de manifiesto entre el Caribe y los diferentes imperios europeos que marcaron su devenir, continúa siendo una línea de investigación básica para las nuevas generaciones de académicos e interesados en el tema. Como prueba material de este fenómeno destaca el ingente patrimonio artístico conservado en los países limítrofes con dicho mar, conformando una prueba de la importancia histórica atesorada por este territorio”. Asimismo, ha sido continuo el análisis y estudio de temas como los conflictos geopolíticos del entorno caribeño producidos por su estratégica localización. El constante y abundante tráfico de mercancías y personas hizo necesaria la creación de fortificaciones en los puertos establecidos en esas rutas americanas que comunicaban la zona con distintos países europeos. Destaca el hecho que esta obra se centra en conflictos y cultura material de los siglos XVI y XVII, pues la historiografía habitualmente se centra en el análisis de lo acaecido en el siglo XVIII.

Debido a la variedad de temas analizados, vemos que el libro se ha estructurado en cuatro bloques, que acogen distinto número de capítulos que ahora comentamos, no sin antes señalar la pregunta que nos hace el prologuista al acercarse a la obra ¿es el Caribe un simple espacio de “aclimatación”? En el sentido de que la llegada de europeos a tierras americanas comienza en el Caribe, para desde allí seguir expandiendo su presencia al resto del continente americano. Pues bien, utilizando una terminología contemporánea podemos decir de manera escueta que tal y como responden los 16 capítulos del libro, el Caribe constituyó una referencia y una pieza articuladora clave de un puzle que dio como resultado la primera globalización.

En el primero de los cuatro bloques mencionados, «El Caribe. Una simbiosis para dos extremos», cuatro autores nos ofrecen una visión global de los acontecimientos que hicieron que se constituyera como lo hizo la realidad social y política caribeña desde el momento de la llegada de los primeros europeos hasta el siglo XVII. Encontramos un análisis del proceso de aculturación producido en ese período, visibilizando el trasvase de formas de vestir, religiosas, artísticas, etc. ya al modo renacentista de la cultura occidental, pero sin obviar el proceso de asimilación y adaptación entre las culturas europeas y las de los pueblos originarios de los lugares de asentamiento en la etapa de conquista y exploración. Así vemos cómo en el arte aparece una “cierta hibridación” producida también por el afán evangelizador y catequético de las primeras construcciones.

Como bien podemos ver en estos capítulos, paulatinamente se hacen evidentes las características propias de este territorio que fusiona las culturas y sociedades que que están llegando desde territorio europeo, con las que allí conviven, donde se puede ver su expresión en elementos cotidianos como el vestido, o ya no tan cotidianos como la producción de pintura y escultura. Esa asimilación de maneras de hacer se puede apreciar también en diversos tratados y otras fuentes de socialización, y circulación de saberes que llegamos a ver reflejados incluso en los modelos cartográficos.

En un segundo apartado, «Un campo de experimentación. Las primeras defensas del Caribe», sus cinco capítulos se ocupan de la aparición de un claro y definido sistema de defensa para los puertos marítimos del Caribe que consolidan la red de intercambio comercial enmarcado en la Carrera de Indias. Parece evidente que esa riqueza atrajera a otras coronas europeas que intentaron hacerse con parte de esa creciente riqueza de la Corona española. Así, ya en el siglo XVI se produjeron numerosos ataques de piratas y corsarios que hicieron necesaria la defensa del Caribe. Desde la Península Ibérica se enviaron ingenieros militares para que diseñaran sistemas defensivos, pues los modelos europeos no siempre resultaban efectivos en el entorno caribeño y americano en general. Planificaron murallas y baluartes en ciudades como Veracruz, La Habana o Cartagena, complementando y contando con el apoyo del importante sistema de flotas instaurado en las Antillas, asegurando o mejorando así la seguridad y defensa de rutas y puertos comerciales. Por lo tanto, el sistema defensivo caribeño contó con la navegación y con la construcción de defensas terrestres que miraban hacia el mar.

El tercero, «Desde la otra orilla. Indigenismo y poblaciones locales», cambia de temática en sus tres capítulos y se centra en el análisis de la heterogénea población que convive en el entorno caribeño. Estudian la poco uniforme población nativa y de origen africano del Caribe de los siglos XV a XVII analizando la situación ya desde las primeras resistencias presentadas por los taínos a la llegada de pobladores foráneos, así como los macorix, ciguayos y otros, hasta ya el establecimiento de acercamientos en zonas como el Darién. Los autores de este apartado estudian y analizan cómo ya en el siglo XVI se asentaron las bases de lo que serán las políticas sociales, culturales y poblacionales del Caribe. Poniendo así de manifiesto la problemática que surge con la imposición de la presencia de potencias europeas que tuvieron repercusión más allá del entorno caribeño, con la presencia de alzamientos locales constantes, como es el caso de los cimarrones. Levantamientos o revueltas que evidencian el descontento vivido por las poblaciones originarias y las que se van creando en distintas zonas del entorno del Caribe. En estos capítulos se puede ver cómo precisamente ese descontento moldeó o condicionó la manera en que se catequizó a estos pueblos, pues las estrategias de control que pretendían aplicar las potencias europea tuvieron que adaptarse a las realidades de las comunidades nativas. Así, tuvieron que conseguir una pacificación “diplomática” cambiando su planificación de asentamiento de conquista agresivo a otros modelos más aperturistas.

Ya en el último de los bloques, «La materialización del poder. Instituciones, conflictos y conocimientos», los cuatro capítulos que lo conforman nos muestran la imagen de autoridad y poder que se traslada desde la Península al otro lado del Océano. Imagen que hace que del interés por el Caribe se potencie la aparición y uso de nuevos mapas. Imagen del poder peninsular que intenta implantarse a través de la cultura hispana, no solo como modo de asegurar el asentamiento, sino como propaganda hegemónica ante las demás potencias europeas. Para ello, el Imperio español establece nuevas dinámicas en el ámbito geopolítico, creando o fundando instituciones que facilitaran los sistemas de comunicación, nuevos sistemas de fortificación que se fueron adaptando a la orografía y necesidades del lugar donde se construía, valiéndose para ello de la ingeniería y la cartografía. Estableciendo ciudades que cumplían con la idea de asentamiento no solo de población, sino de la autoridad española con la construcción de iglesias, palacios y otros edificios oficiales que dejaban constancia de su presencia y autoridad a través de edificios gubernamentales, muestras artísticas a través también de la iconografía y piezas y representaciones creadas en esos asentamientos.

Por todo lo indicado, nos encontramos ante una obra coral que de manera inteligente ha sabido dar coherencia a numerosos trabajos que, pensados como trabajo científico pues cuentan con abundantes fuentes y referencias bibliográficas, hacen que el lector disfrute y entienda los numerosos conceptos y contenidos recogidos en sus páginas.