Ciencia y Sociedad, Vol. 48, No. 1, enero-marzo, 2023 • ISSN (impreso): 0378-7680 • ISSN (en línea): 2613-8751 • Sitio web: https://revistas.intec.edu.do/
Validación del cuestionario de experiencia sexual en línea (OSEQ) en estudiantes universitarios mexicanos
Validation of the Online Sexual Experience Questionnaire (OSEQ) in Mexican University Students
Cómo citar: Guajardo Garcini, D. A., De la Rosa Gómez, A., Mancilla Díaz, J. M., & Serrano Zárate, B. (2023). Validación del cuestionario de experiencia sexual en línea (OSEQ) en estudiantes universitarios mexicanos. Ciencia y Sociedad, 48(1), 33–50. https://doi.org/10.22206/cys.2023.v48i1.pp33-50
Introducción
El ser humano, en su búsqueda por conocer, experimentar y satisfacer su sexualidad, acude a los modos más seguros y conocidos para cumplir dicha necesidad, recurriendo así, en esta época moderna, al internet (Papalia et al., 2012). El internet ha estado con nosotros desde hace algunas décadas como un producto de fácil y rápido acceso que, por su escaso o nulo precio, entre otras características, ha favorecido la aparición de portales pornográficos (Efrati y Amichai-Hamburger, 2020; Gay y Villoria, 2021; Grubbs et al., 2016; Mazo, 2019) que comparten y divulgan contenido sexual explícito en diferentes formatos: auditivo, escrito o gráfico, entre una enorme cantidad de consumidores (Morelli et al., 2016; Peña, 2012).
Es así que esta época moderna, caracterizada por las tecnologías digitales, como el internet o los medios móviles, tales como los smartphones, tiene una gran cantidad de población cautiva, que ha crecido de forma exponencial gracias a las características y apps que ofrecen, provocando que los jóvenes sean quienes más rápido integren estas tecnologías a sus actividades diarias y, al mismo tiempo, influya en la forma de relacionarse con los otros, tanto de manera online como offline (Cao et al., 2017; Li y Zheng, 2017); por estas situaciones, se convierten en la población más expuesta y vulnerable a incurrir en conductas relacionadas con la sexualidad en internet, ya sea de forma accidental o por curiosidad (Ballester et al., 2014; Ucar et al., 2016; Festl et al., 2019). En la actualidad, por la facilidad y el acceso a medios digitales, los jóvenes son productores de videos, fotos o videoconferencias de contenido sexual casero, con casi cualquier dispositivo (Mazo, 2019), provocando que existan más de 500 millones de páginas web con contenido sexual explícito (Lupo, 2015) y creciendo día a día.
También, se tiene que considerar la situación sanitaria actual, debido a que, como mencionan Amaro-Hinojosa et al. (2020), Attanasio (2020), Córdoba e Ibarra-Casals (2020), el confinamiento y, en algunos casos, el aislamiento generado por la pandemia por COVID-19, incitó a una gran cantidad de personas al consumo de pornografía en internet. Al respecto, Pascual (2021) menciona que los portales de material pornográfico más grandes del mundo (Pornhub, Xvideos y Xhamster) comenzaron a difundir su contenido premium en diferentes regiones (entre los países figuran España, Italia, Francia, México, Argentina y Colombia), con el fin de contribuir al entretenimiento y satisfacción de la población que, durante la cuarentena, fue obligada a mantener una distancia social para prevenir contagios, provocando que, en marzo del 2020, se contabilizaran más de 120 millones de personas visitando estos sitios de forma diaria; por su parte, Escobedo (2019), Martínez (2020) y Pornhub (2019) informaron que en México hubo un incremento de 37 % de consumo de pornografía en hombres y 25 % en mujeres a partir del confinamiento. La pandemia y las medidas de distanciamiento social motivaron a los jóvenes a consumir contenidos sexuales para poder sobrellevar el encierro y, al mismo tiempo, intentar satisfacer sus necesidades sexuales y de contacto físico (Villena, 2021).
En este sentido, Shaughnessy y Byers (2014), y Sniewski et al. (2018) expresaron que, debido a la flexibilidad que ofrece el internet, el consumo de pornografía se ha masificado, siendo la plataforma idónea para la difusión de esta clase de contenidos a nivel global, permitiendo a los usuarios el acceso sin restricción a un suministro, aparentemente, infinito de contenido gratuito y diverso, lo que genera una amplia gama de experiencias sexuales, con múltiples cantidad de personas en todo momento (Ballester et al., 2010).
Este fenómeno ha cobrado relevancia en los últimos años, debido a que diversos países han constatado que el aumento de páginas pornográficas ha conquistado gran parte del internet, donde se ha visto el aumento de consumo; como menciona Villena (2021), en Estados Unidos de América (EUA) y otros países se ha convertido en una crisis de salud pública, debido a los altos índices de consumo que hay en la población de jóvenes adultos, generando así investigación al respecto.
Es así que el interés que ha adquirido el estudio de las actividades sexuales en línea se basa en la incidencia de estas prácticas, cada vez más comunes, entre los jóvenes; y como menciona Beutel et al. (2017), estas actividades son llevadas a cabo la mayoría de las veces por los adolescentes y jóvenes adultos menores de 34 años, y esto es debido tanto a la asequibilidad como disponibilidad, y al anonimato que ofrece su realización; ejemplo de ello, es el estudio realizado por Shalbafan et al. (2019), en donde informan que el 75 % de los encuestados, que eran estudiantes, participaban en alguna práctica relacionada con las Actividades Sexuales en Línea (ASL).
No obstante, en México, la revisión de la literatura científica respecto a los estudios publicados en este tema ha arrojado resultados incipientes; destacando los estudios realizados por Pulido et al. (2015) y Ballester-Arnal et al. (2017), que hacen referencia al consumo de estas actividades en la población mexicana. Esto es un indicador del porqué esta problemática pasa desapercibida; sin embargo, diversos diarios periodísticos en México han puesto de manifiesto esta problemática, como lo hizo la Encuesta científica en internautas mexicanos, que revela que 90 % accedió a cibersexo (2016), dando cifras respecto al consumo y mencionando que un 87 % de los mexicanos admite haber entrado a internet, donde realizó alguna actividad relacionada con ASL. También, Mañón (2019) establece que México se encuentra en el Top 10 de los países que más acceden al portal web de pornografía Pornhub, encontrándose en décimo lugar; otro dato lo informa Girón (2021), que expone que México es el mayor consumidor de pornografía en Latinoamérica, esto hace evidente que México no es ajeno a este fenómeno, siendo necesaria su medición.
Un consenso tiende a nombrar esta clase de conductas como las Actividades Sexuales en Línea (ASL, Online Sexual Activities, OSA, por sus siglas en inglés) (Shaughnessy et al., 2017); de esa manera, Cooper et al. (2004) hacen la primera mención de este concepto (en español, Actividad Sexual en Línea) y lo describieron como: “uso de Internet para cualquier actividad (texto, audio, gráficos) que involucre sexualidad” (p. 131). En esta se pueden incluir la recreación, entretenimiento, exploración, apoyo en asuntos sexuales, educación, compra de materiales sexuales, tratar de encontrar parejas sexuales, entre otras. Shaughnessy et al. (2017) las definen como: “el uso del internet para participar en una amplia gama de actividades y comportamientos que involucran contenido sexual, temas y estímulos” (p. 60); mientras que, para Li y Zheng (2017) y Wéry et al. (2018) son: “cualquier actividad en línea que involucra la sexualidad”. De este modo, a pesar de ser relativamente nuevo el fenómeno de estudio, se ha investigado desde mediados de los años 90, intentando explicar el porqué de las conductas sexuales en la era digital (Eleuteri et al., 2014).
A pesar de contar con evidencia de estudios previos que abordan las ASL, la Organización Mundial de la Salud no las clasifica como categoría diagnóstica como una adicción, no se incluyen en ningún sistema de clasificación internacional (como el DSM-V). Al respecto, Sniewski et al. (2018) explican que la adicción a la pornografía se ha excluido de la clasificación formal, debido a que el uso compulsivo de esta clase de material, a menudo, se considera un subconjunto de otros trastornos sexuales. Esto, consecuentemente, ha causado dificultad para su medición y tipificación (Eleuteri et al., 2014; Schraer, 2018).
No obstante, existen estudios que proponen agrupamientos dimensionales respecto a las ASL, entre ellas podemos mencionar las expuesta por Ballester-Arnal et al. (2017); Ballester-Arnal et al. (2021); Hermand et al. (2020); Scandurra et al. (2021) y Shaughnessy et al. (2017), quienes mencionan que las conductas relacionadas con la ASL se dividen en tres grandes rubros, los cuales dependen de si su realización está o no acompañada de excitación sexual subjetiva y si se requiere el contacto con una tercera persona vía internet para que se pueda realizar. Las categorías son: 1) Actividad sexual en línea sin excitación, que consiste en actividades que no aumentan la excitación sexual subjetiva y que la mayoría de las veces se realizan en solitario; algunas conductas que pueden ser consideradas en este grupo son: la búsqueda en línea de información acerca de salud sexual, actividades sexuales en línea, orientación sexual, juguetes, material, ropa, dispositivos, anuncios de relaciones sexuales, problemas sexuales, unirse a una comunidad online relacionada con la orientación sexual, a servicios de citas online, a grupos kink, grupos de ayuda relacionados con salud sexual, intercambiar mensajes con alguien a través de un servicio de citas en línea, coquetear con alguien a través de mensajería instantánea o a través de alguna red social, y usar un sitio de citas específico para buscar un compañero sexual. 2) Actividad sexual en línea en solitario con excitación, que son todas aquellas conductas que aumentan la excitación sexual subjetiva y no requieren el contacto con otros usuarios; algunas actividades que se pueden incluir son: observar imágenes o videos sexualmente explícitos que involucran hombre-mujer, dos o más hombres y mujeres, transexuales, grupos kink; observar a alguien enganchado en actividades sexuales vía webcam, pagar para acceder a imágenes o videos sexualmente explícitos, leer o publicar vía online historias sexuales, publicar online un video de sí mismo en una actividad sexual y entrar en un mundo virtual sexual usando un avatar para mirar alrededor, pero sin interactuar con nadie. 3) Actividad sexual en línea en pareja con excitación; en este caso, son todas aquellas actividades que están orientadas a aumentar el deseo sexual subjetivo y que requieren el contacto con otros usuarios; algunas actividades que entran en esta categoría son: tener un avatar y participar en una actividad sexual con otro avatar, participar en actos sexuales para alguien que ve por webcam, participar en un chat o discusión grupal para excitarse, participar en juegos sexuales online, usar o controlar algún tipo de juguete sexual electrónico a través de internet con alguien más o para alguien más, enviar o recibir mensajes sobre actos sexuales que alguien haría contigo por correo o por alguna red social; escribir, enviar o recibir historias acerca de sexo que alguien envió por correo o alguna red social, intercambiar mensajes instantáneos acerca de actos sexuales que harías con otras personas; participar u observar a alguien participar en actos sexual con alguien más, por medio de mensajes instantáneos, donde te dice qué hacer por medio de webcam; actuar historias sexuales que alguien más escribió para ti, participar en actos sexuales mientras estás en webcam, participar en actos sexuales mientras otra persona usa webcam, ver a alguien participar en actos sexuales por vía webcam y participar en actos sexuales con alguien con otra webcam mientras se realizan otros actos sexuales.
Ahora bien, uno de los principales motivos por los que este fenómeno ha causado un mayor interés en la comunidad científica en años recientes es debido a las consecuencias e impactos, por ejemplo, Castro-Calvo et al. (2019), Giménez-García et al. (2020), Grubbs et al. (2019) y Gutiérrez-Puertas et al. (2020) mencionan que hay consecuencias positivas e incluso benéficas por la realización de estas prácticas, ayudando a las personas a conocer más sobre su cuerpo, su sexualidad y el disfrute de la misma, así como tener fantasías y nuevas ideas para aplicarlas con su pareja; por el otro lado, Agastya et al. (2020), Beutel et al. (2017), Bolshinsky y Gelkopf (2019), Chen y Jiang (2020), Chen et al. (2020), Grubbs y Perry (2018), Okabe et al. (2021), Shalbafan et al. (2019) y Snagowski y Brand (2015) han encontrado que el consumo de las ASL es dañino para la salud psicológica, emocional y física, ocasionando afectación en sus relaciones familiares, los círculos sociales y laborales cercanos.
Al respecto, Eleuteri et al. (2014) mencionan que el empleo de diferentes instrumentos de medición para evaluar el mismo constructo, a través de las investigaciones, ha provocado que la recopilación de información sea obtenida a partir de instrumentos creados únicamente para la investigación, donde rara vez se han introducido nuevas escalas o cuestionarios validados o confiabilizados, lo que provoca que haya desacuerdos y sesgos en las conductas que se pretenden medir, generando resultados que no pueden compararse con otros estudios. De este modo, Wéry et al. (2015) expresan que, a pesar del aumento en los estudios sobre ASL y sus problemáticas, las herramientas de evaluación son muy heterogéneas en términos de cobertura de síntomas y calidad psicométrica. Por su parte, Shaughnessy et al. (2017) mencionan que la mayoría de los investigadores han creado sus propias medidas de experiencias sexuales sin examinar y describir sus propiedades psicométricas; también, Serrano-Villalobos et al. (2018) mencionan que no existen muchos cuestionarios que se dirijan de una manera más específica a las actividades sexuales en línea ni a los problemas sexuales en internet, y que los pocos instrumentos existentes que las miden, no están creados para población juvenil. Además de eso, Shalbafan et al. (2019) afirman que las encuestas estandarizadas son el método más utilizado para medir las ASL, pero en raras ocasiones se han diseñado, adaptado o examinado nuevos instrumentos que las midan adecuadamente, haciendo hincapié en que las evaluaciones son sumamente importantes en la identificación y tratamiento en los comportamientos sexuales en línea, para así poder realizar una adecuada diferenciación de los mismos, que son considerados anormales en internet. Por todo ello, Chen y Jiang (2020) concuerdan con los anteriores autores, ya que expresan que existe la dificultad para poder medir este fenómeno, porque la mayoría de los estudios que se han llevado a cabo durante la última década han utilizado elementos de desarrollo propio, provocando que sea difícil comparar los resultados de diferentes estudios por la falta de concordancia en las evaluaciones.
Aun así, Eleuteri et al. (2014), Serrano-Villalobos et al. (2018) y Chen y Jiang (2020) refieren que de los pocos instrumentos existentes, hay algunos que han mostrado tener una buena confiabilidad, validez y han sido usados en diferentes investigaciones, como son: Internet Sex Screening Test (ISST), creada por Delmonico en 1997, el cual evidenció un alfa de Cronbach de 0.86; Cyber-Pornography Use Inventory (CPUI), desarrollado por Grubbs et al. en 2010, que cuenta con un alfa de Cronbach 0.84; Online Sexual Experience Questionnaire, creado por Shaughnessy et al. en 2014 (en el cual se centra esta investigación), obtuvo en el instrumento original un alfa de 0.90; el Internet Addiction Test-Sex (IATsex), hecho por Brand et al. en 2011, mostró un alfa de Cronbach de 0.84; el Internet Usage Scale for Sexual Purposes, realizada por Velezmoro, Negy y Livia en 2012, encontró que tiene un alfa de Cronbach de 0.88, y el Sexual Addiction Screening Test-Revised (SAST-R), creado por Carnes, Green y Carnes en 2010, que muestra un alfa de 0.86.
En Latinoamérica, se presenta el mismo problema, debido a que se carece de instrumentos confiabilizados o validados para estas poblaciones, lo que ha provocado que se atrase el estudio de este fenómeno, debido a que no se disponen de instrumentos o sus equivalentes en poblaciones de habla hispana (Ballester et al., 2010). La falta de instrumentos validados y confiables es un problema, especialmente en la población latinoamericana. En el caso de México, el único instrumento que ha sido validado en el país fue realizado por Pulido et al. (2015), quienes validaron el ISST, obteniendo una consistencia interna (Alfa= 0.85), similar al instrumento original.
Por todo ello, es importante que haya una mayor cantidad de instrumentos que estén validados para la población juvenil mexicana, que puedan ayudar a evaluar las Actividades Sexuales en Línea para tener un análisis más certero de este fenómeno. Así, el principal objetivo de esta investigación fue el adaptar, confiabilizar y validar en estudiantes universitarios mexicanos el “Cuestionario de Experiencia Sexual en Línea” (Online Sexual Experience Questionnaire), creado por Shaughnessy et al. (2014).
Método
Participantes
La muestra inicial estuvo compuesta por 554 estudiantes de una licenciatura en Psicología, en modalidad a distancia, del ciclo escolar 2020-2022, quienes aceptaron participar de manera voluntaria; es importante mencionar que desde el inicio se informó que el participar no tendría remuneración de ningún tipo y que se podía abandonar el cuestionario, si así lo deseaban.
Entre los criterios de inclusión que se tomaron en cuenta inicialmente, fueron: a) estudiantes de educación a distancia (sin importar el semestre); b) hombres y mujeres de nacionalidad mexicana; c) que contaran con mayoría de edad; d) que tuvieran un aparato electrónico que se conectara a internet para responder el cuestionario. Se descartaron 71 participantes debido a que no cumplían los criterios de inclusión expresados por Shaughnessy et al. (2014), los cuales son: a) no haber respondido en su totalidad el instrumento; b) expresar no haber realizado ninguna actividad sexual en línea y c) que se hayan encontrado incongruencias en sus respuestas.
A partir de los diferentes criterios mencionados anteriormente, la muestra final estuvo compuesta por 483 participantes, de los cuales 145 (29.8 %) fueron hombres y 338 (70.2 %) mujeres, entre los 18 y 69 años de edad (M = 32.6, D.E.=9.2). La mayoría de la muestra residía en el Estado de México (40 %), seguido de la Ciudad de México (25.7 %), Oaxaca (6.1 %), Puebla (3.93 %) y el resto de los participantes se distribuye a lo largo de la República Mexicana (24.27 %).
El muestreo fue no probabilístico por conveniencia, empleando la técnica de encuesta a través de una plataforma digital (Google Forms), en donde todos los participantes antes de responder los instrumentos aceptaron el participar dando su consentimiento.
Instrumentos
Cuestionario de información sociodemográfica. Cuestionario diseñado ex profeso para el estudio, con la finalidad de indagar variables sociodemográficas como: sexo, edad, nivel de estudios, preferencia sexual, estado civil, carrera.
Cuestionario de experiencia sexual en línea (Online Sexual Experience Questionnaire, de Shaughnessy et al., 2014). Es un instrumento que consta de 48 ítems, desarrollado para examinar la experiencia de la Actividad Sexual en Línea, el cual se divide en tres subescalas que evalúan la experiencia sexual en internet, donde 14 ítems abordan las ASL con no excitación (por ejemplo, buscaron información sobre actividades sexuales en línea), 16 ítems miden las ASL con excitación en solitario (por ejemplo, ver imágenes sexualmente explícitas que involucraban hombres y mujeres) y 18 ítems evalúan la ASL con excitación en pareja (por ejemplo, escribir y enviar historias sobre actos sexuales a alguien a través del correo electrónico y/o algún sitio de redes sociales).
El instrumento indica con qué frecuencia se ha tenido la experiencia en los tres meses anteriores en una escala de frecuencia de siete puntos con opciones de respuesta que van desde nunca (0) hasta más de una vez al día (6). Por último, la consistencia interna que se midió, utilizando el alfa de Cronbach estandarizado para las puntuaciones, las cuales fueron consideradas de aceptables a buenas: sin excitación (α = .75), excitación en solitario (α = .82), excitación en pareja (α = .84) y, en general, (α = .90). Estos datos fueron encontrados por los autores del instrumento.
Test de Detección Sexual en Internet (Internet Sexual Screening Test, ISST, de Delmonico, 1997). Validado y adaptado al español por Ballester et al. (2010) y, posteriormente, validado en población mexicana por Pulido et al. (2015). Este instrumento consta de 25 ítems de respuesta dicotómica (verdadero-falso), que permiten determinar el grado en que el consumo de cibersexo puede resultar problemático. Este instrumento permite una solución factorial en cinco dimensiones: compulsividad sexual online, cibersexo solitario, cibersexo social, gasto económico y percepción de gravedad. Aparte, este cuestionario permite una interpretación general del nivel de gravedad, a través de la puntuación global en el cuestionario. Los autores informan una confiabilidad de α =0.88.
Diseño
Se empleó un diseño transversal, puesto que los datos se recabaron en un único momento, y de tipo instrumental, debido a que se midieron las propiedades psicométricas de un instrumento (Montero y León, 2007).
Procedimiento
Se realizó la traducción al español del Online Sexual Experience Questionnaire (Shaughnessy et al., 2014) y la posterior retraducción al idioma original, con la finalidad de comparar para que se mantuviera la coherencia y correcta traducción. Más adelante, se digitalizaron los instrumentos a la plataforma de Google Forms para su posterior diseminación.
Se contactó a los participantes a través de la plataforma educativa institucional de la universidad, alumnos de la licenciatura en Psicología del sistema a distancia. Se les envió el enlace de la plataforma de encuestas de Google Forms, donde se encontraban los instrumentos y se les explicó la finalidad del estudio. Es importante mencionar que se solicitó, al final del cuestionario, que si tenían conocimiento de alguien que hubiese realizado alguna actividad sexual en línea y fuera estudiante, se lo compartieran.
Antes de iniciar, se les indicó a todos los participantes que no habría ningún tipo de retribución por su participación y que la investigación no vulneraría la intimidad o los datos personales; también, se recalcó que podían abandonar la investigación en cualquier momento, además, el proyecto fue valorado y aceptado por el Comité de ética de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, con número de oficio CE/FESI/102020/1372.
Análisis de datos
Se examinó la normalidad de los datos, se calcularon la media, desviación estándar, asimetría y curtosis de todos los ítems que componen el instrumento. Como menciona Rhemtulla et al. (2012), se realizó un análisis factorial exploratorio y confirmatorio, basado en correlaciones bivariadas de Pearson, debido a que el cuestionario cuenta con más de 5 opciones de respuesta tipo Likert. Asimismo, se efectuó un análisis factorial exploratorio; los puntos de corte fueron los valores mayores a .40, como refiere Doral et al. (2018). Dicho análisis se realizó en el programa estadístico SPSS versión 25.
Para el ajuste del modelo se tomaron en cuenta los resultados a partir de los siguientes índices, que mencionan Escobedo et al. (2016) y Doral et al. (2018): CMIN/gl > 3, CFI (> .90), NFI (> .90), RFI (> .948), RMSEA (< .06). Este análisis se llevó a cabo utilizando el programa de SPSS versión 25 y AMOS en su versión 23.
Por último, para el análisis de confiabilidad del alfa de Cronbach, se tomó el valor mínimo aceptable de .70 y el máximo esperado de .90, y los valores entre .80 y .90 como adecuados (Oviedo y Campos-Arias, 2005).
Resultados
Asimetría y curtosis
A partir del análisis de las medidas de asimetría y curtosis, de los 48 ítems originales que conforman el instrumento, solo 13 cubrieron el criterio de normalidad, se incluyeron solo aquellos ítems cuya asimetría fuera más cercana al cero y, por tanto, fueron incluidos en la versión final (véase Tabla 1).
Análisis factorial exploratorio
Posteriormente, se llevó a cabo el análisis factorial exploratorio; al inicio se realizó la prueba KMO y la prueba de esfericidad de Barlett, obteniendo en la primera .790 y en la segunda x2=2868.32, con una significancia de .000, lo que permitió realizar el análisis factorial. El instrumento respetó los tres factores originales del instrumento (sin excitación, excitación en solitario y excitación en pareja), mostrando los resultados obtenidos en la Tabla 2.
Análisis factorial confirmatorio
Posteriormente, se utilizó el programa AMOS versión 23 para realizar el análisis confirmatorio, obteniéndose el siguiente modelo, el cual se muestra en la Figura 1.
Los valores a partir de este segundo análisis fueron los siguientes: Chi= 134.72, gl= 58, Cmin/Df= 2.323.135, p= .000, NFI= .961, RFI= .948, CFI= .977 y RMSEA= .052.
Confiabilidad
Posteriormente, se realizó una prueba Alfa de Cronbach para conocer la confiabilidad del instrumento, dichos resultados se analizaron tanto a nivel general como por factores. Los resultados obtenidos se muestran en la Tabla 3.
Adicionalmente, se realizó un análisis alterno para conocer si, eliminando alguno de los ítems del instrumento, su confiabilidad aumentaba. Dicho análisis fue negativo, debido a que, al eliminar algún ítem, el Alfa de Cronbach se reducía, por lo que se tomó la decisión de conservar los 13 ítems.
Con la finalidad de conocer si el cuestionario medía la variable de interés, se hizo una validación concurrente con el Internet Sexual Screening Test (ISST), creado por Delmonico en 1997, adaptado al español por Ballester et al. (2010) y validado en población mexicana por Pulido et al. (2015). Los resultados de la correlación bivariada entre factores y valor total se muestra en la Tabla 4.
Finalmente, se aplicó una prueba t para grupos independientes para comparar ambos instrumentos por la variable sexo, donde se obtuvo que las diferencias entre las medias por instrumento eran significativas (t= 41.082 gl= 482, p= .000). Por lo que se puede concluir que ambos instrumentos miden el mismo constructo.
Discusión
El objetivo de la presente investigación fue el adaptar, confiabilizar y validar en estudiantes universitarios mexicanos el Cuestionario de Experiencia Sexual en Línea (Online Sexual Experience Questionnaire, creado por Shaughnessy et al., 2014), por lo que, derivado de los resultados de esta investigación, se demostró que el instrumento mide la frecuencia de consumo de las ASL y esto se pudo comprobar a partir de los puntajes similares a los arrojados por el ISST.
Con ello podemos decir, que el boom tecnológico ha propiciado el desarrollo de nuevas herramientas en cuestión de comunicación y esto ha generado, como menciona Cao et al. (2017), que la población más joven se enganche con mayor facilidad a estas tecnologías, provocando, a su vez, que se desarrollen nuevas y diferentes formas de relacionarse, las cuales son propiciadas por el internet (Li & Zheng, 2017), entre ellas, el consumir el contenido sexual explícito, al igual que participar en una amplia gama de conductas relacionadas a las ASL, tanto de manera individual como interactuando con una o más personas al mismo tiempo, con el fin de satisfacer la necesidades sexuales.
Con el aumento a nivel internacional de estos materiales y su consumo, se ha tenido la necesidad de medir los niveles de consumo entre la población y, de esta manera, crear instrumentos los cuales evalúan la frecuencia, intensidad y tipo de conductas que más se realizan. Pero, como mencionan Eleuteri et al. (2014), junto con Serrano-Villalobos et al. (2018), son pocos los instrumentos que han sido creado para medir específicamente estas conductas, siendo la mayoría de ellos autoinformes que carecen de confiabilidad y rigurosidad, debido a la poca investigación que ha tenido las ASL.
El caso de México no es diferente a lo que ocurre a nivel internacional, ya que, de los pocos instrumentos que cuentan con un validez y confiabilidad demostradas, únicamente el ISST ha sido validado en población mexicana por Pulido et al. (2015), por lo cual, debido a la falta de instrumentos, se decidió traducir, adaptar y validar en población estudiantil de México el Online Sexual Experience Questionnaire (Shaughnessy et al., 2014), aunque se tiene que resaltar el choque cultural que sufrió dicho instrumento, donde gran cantidad de ítems fueron eliminados porque culturalmente son conductas que el mexicano no realiza o lo hace en menor medida que el canadiense.
Podemos mencionar que, de acuerdo a lo encontrado en la presente investigación, el cuestionario conserva los tres factores del instrumento original (Sin excitación, Excitación en solitario y Excitación en pareja), aunque es importante resaltar que hubo una reducción considerable en el número total de ítems en comparación del instrumento original, debido a que de 48 ítems solo 13 conformaron el instrumento final, siendo el factor Sin Excitación el que conservó la mayoría de los ítems; al contrario, el factor Excitación en pareja fue el que mayor reducción de ítems presentó. Otro cambio importante que se realizó es que varios ítems que pertenecían al factor de Excitación en pareja fueron reubicados en el factor de Sin Excitación sexual.
Una probable explicación a los cambios tan notorios que se dieron en ambas versiones del instrumento se puede deber al país/cultura donde fue creado el instrumento, en comparación a la cultura e idiosincrasia del mexicano respecto a la sexualidad; al igual que al acceso a las tecnologías y al internet que tiene México en comparación a un país como Canadá. De la misma forma, se debe tener en consideración que es un tema que aún no ha sido investigado a profundidad en México si lo contrastamos con Canadá, que es un país que ha estudiado la sexualidad en línea desde hace varios años.
A pesar de los cambios realizados y la reducción del instrumento, se encontró que tanto la consistencia interna y la confiabilidad del instrumento fueron adecuados, obteniendo una alfa de .85 con respecto al original de .90, por lo que se puede concluir que puede ser utilizado para posteriores investigaciones y mediciones en muestras de México.
Por último, es necesario mencionar las limitaciones que se encontraron en la investigación, entre las que podemos mencionar: la muestra con la que se validó el instrumento, no todos los participantes habían mencionado el haber realizado o participado en alguna ASL en los últimos meses, hecho que impactó en los resultados finales. Aunado a ello, la muestra estuvo conformada únicamente por estudiantes de educación a distancia de la UNAM (SUAYED) que, aunque sus actividades cotidianas se realizan en internet, no significa que tuvieran el interés en realizar ASL, por lo que se cree importante aplicar el mismo instrumento en estudiantes de modalidad presencial para saber si estos resultados son similares, además de aplicarlo en muestras homogéneas respecto a las edades.
Continuando con la anterior idea, otro factor que puede impactar en los resultados, son las edades y el sexo de los participantes, debido a que el rango de la población iba de los 18 a 69 años, generó que no hubiera una homogeneidad en las edades; además, según Beutel et al. (2017), la mayor cantidad de consumidores de ASL están en rangos entre los 18 y 34 años, por lo cual puede haber un sesgo en las respuestas, debido a la dificultad que personas mayores a 34 años puedan tener con el uso de tecnologías. Además, el sexo puede impactar en los resultados, debido a que participaron una mayor cantidad de mujeres (70 %) en comparación con los hombres (30 %), lo cual generó diferencias sociodemográficas importantes y, por consiguiente, en la realización de estas conductas e, inclusive, en la frecuencia.
Por todo lo mencionado con anterioridad, los resultados deben tomarse con cautela y no ser generalizables todavía hasta haber realizado más investigaciones con dicho instrumento, y así obtener resultados similares en poblaciones más grandes y variadas, para saber si el OSEQ es sensible a medir esta clase de conductas. Aunado a ello, es importante estimar la validez de constructo para saber si es discriminante con la población mexicana o, en su defecto, construir un instrumento que mida estas conductas únicamente en dicha población. Por lo cual, se sugiere que se realicen más trabajos, pero con una población completamente diferente, con una muestra que no esté únicamente constituida por estudiantes, que se cuente con rangos de edad más delimitados y que se aplique en población consumidora de ASL, buscando participantes en páginas o sitios en internet exclusivamente dirigido a temáticas sexuales y que puedan involucrar las diversas categorías de ASL.
Conflicto de interés
Los autores declaran no tener ningún conflicto de interés de tipo moral, económico, laboral y de investigación.
Responsabilidad ética
Confidencialidad de los datos
En el desarrollo de la presente investigación no se realizó ningún procedimiento experimental, sino que únicamente fue de medición. Antes de iniciar la aplicación de los instrumentos, se les informó a los participantes sobre el objetivo de esta investigación, además se les mencionó que la participación era voluntaria, anónima y que el uso de la información proporcionada sería usado con fines meramente académicos; aunado a ello, se les comentó que no habría retribución de ningún tipo por su colaboración. Todos los participantes aceptaron estas condiciones y firmaron el consentimiento informado, que se le presentó al inicio de los cuestionarios. Además, los instrumentos y procedimiento usados fueron avalados por el Comité de Ética de la Facultad de Estudios Superiores Iztacala, con número de oficio CE/FESI/102020/1372.
Derecho a la privacidad y consentimiento informado
Los autores declaran que en este estudio no aparece ningún dato de los participantes que pueda vulnerar su identidad.
Agradecimientos
La investigación fue financiada gracias al programa de maestría y doctorado en Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y a la beca de posgrado otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) con el CVU número 852439.
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