Introducción
Los estudios en torno a la historia de la conquista de México-Tenochtitlan han dejado de lado factores importantes sobre la región del Caribe insular, la cual cumple un papel estratégico en la expansión de la Corona, no solo por tratarse de una región primordial para comprender los acontecimientos que dieron suerte al actual territorio de México por la conquista de Tenochtitlan, sino también porque sirvió de espacio para que el imperio español ensayara en torno a las estructuras administrativas, de dominación y de desarrollo para la causa europea. El llamado nuevo mundo fue la base para que sujetos históricos desarrollaran capacidades relacionadas a la expansión de la Corona, y obtuvieran posicionamiento para el crecimiento económico individual, tendencia vital para los hombres del contexto del siglo xv y xvi; (Ortwin, 1984, pp. 438-439) sirvió para consolidar los métodos de conquista adquiridos en este periodo, más las estrategias que se sumaron al momento del contacto con el grueso del continente y para dar aristas en el logro del acometido expansionista.
El presente escrito busca ofrecer una breve interpretación de los años que los conquistadores pasaron en las islas caribeñas previo a la llegada al actual territorio de México y su conquista, desde donde se construyeron diversos conocimientos, cambiaron ideologías y se dieron las adaptaciones pertinentes para el poblamiento de los europeos en los nuevos territorios. Concretamente, se sostiene que es en la región del Caribe insular desde donde conquistadores y civiles comprendieron el contexto al que se enfrentaban, modificando sus aspiraciones, sapiencia y vida cotidiana, para transformarse y trazarse nuevos objetivos desde una perspectiva en donde se vieron forzados a integrar, someter o aniquilar al indígena natural para alcanzar un lugar en la nueva propuesta de vida en América. Para estructurar lo anterior, en los siguientes párrafos se ofrece una interpretación producto de la revisión de las crónicas o fuentes primarias, desde donde se analizan diversos sucesos que muestran la importancia del Caribe como antecedente a la conquista de México-Tenochtitlan. Posteriormente, se señalará la trascendencia de involucrar dichos acontecimientos a la lectura histórica del tema para este periodo lo que, desde mi perspectiva, es una nueva manera de interpretar dicha conquista y responder cuestiones como, ¿en dónde aprendió Hernán Cortés los métodos de conquista empleados contra Tenochtitlan y demás grupos? ¿De dónde provienen sus estrategias? ¿Qué influyó en Cortés para determinar dicha campaña? ¿Cuál fue su motivación? O cuestionamientos tan básicos como, ¿cuáles fueron los alimentos que tuvieron que adaptar los europeos a las exploraciones y conquistas en América? ¿De dónde los conocieron? Tan solo por citar algunos cuestionamientos.
Respecto a la investigación, las fuentes primarias son la estructura base para las interpretaciones a las que me referiré, esas fuentes que Enrique Moradiellos cataloga como “reliquias del pasado”,1 (Moradiellos, 1994, p. 7) y que son la única forma de esclarecer y proponer respecto a los sucesos que atenderemos el día de hoy. Los más importantes documentos que se consultaron son los aportes de los cronistas de los primeros años de contacto con las islas del Caribe y los cronistas que dejaron testimonio de los avances en cuanto a población y conquista. La obra de Cristóbal Colón, Diario de a bordo, narración imprescindible al tratarse del documento pionero en donde se relatan los contactos con los naturales; Historia de las Indias de Bartolomé de las Casas, con su gran aportación de valor etnohistórico y etnográfico, nos brinda un panorama de las relaciones sociales y en las primeras etapas del contacto y establecimiento de los primeros pobladores de las islas del Caribe y el continente; así como su obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, que nos acerca a la cara negativa de los sucesos de conquista. La inagotable y excelsa obra de Bernardino de Sahagún, Historia General de las cosas de la Nueva España. Bernal Díaz del Castillo, Historia Verdadera de la Conquista de la Nueva España, crónica referente a los primeros poblamientos del continente y las conquistas de Hernán Cortés, sujeto histórico elemental para el tema; en cuanto a las crónicas, la importante obra de Francisco Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España, con sus datos siempre dignos de discusión. Trascendental es la obra Las Cartas de Relación, documento directo, que da voz al propio Hernán Cortés y que describe aspectos de la campaña de conquista y permite comprender las decisiones del capitán en función de establecer un gobierno y dar legitimidad a su avanzada conquistadora, sin duda una base importante para la revisión del tema.
El contexto del Caribe insular en la consolidación de la conquista de México-Tenochtitlan
El mundo de los conquistadores
La región del Caribe insular tiene un papel estratégico en la expansión de la Corona, tras la llegada de los europeos a estas islas, en 1492, (Duverger, 2017, pp. 49-52) la zona adquirió importancia para continuar con la exploración y el descubrimiento de más lugares para organizar conquistas y colonizar nuevas áreas. Es el Caribe insular una región primordial para comprender los acontecimientos que darían suerte a la actual región de México. Por supuesto que los sujetos históricos son de gran importancia, en ellos recae el rumbo de los acontecimientos, ellos son parte importante de lo adquirido y reproducido en el Caribe, lugar en el que muchos desarrollaron habilidades que permearon lo acontecido en la conquista de Tenochtitlan, comprendieron parte de la estructura de vida cotidiana del natural, ensayaron los primeros intentos de gobiernos y entendieron cómo tenían que actuar en próximas conquistas.
Al referirnos a los sujetos históricos, es primordial hablar de Hernán Cortés, artífice de la conquista que dio una de las transformaciones más radicales al mundo y lo cual se reflejó en diversos factores; pero también es vital referirnos a la relación de Hernán Cortés con Diego Velázquez, quien, con su posición de gobernador en Cuba, resultó ser el eje que dirigió o, por lo menos ideó, parte de las avanzadas conquistadoras hacia el continente. (Todorov, 2017, p. 66) Ambos, sin menospreciar la participación de algunos otros importantes expedicionarios, que son pilares no solo por lo realizado en la conquista de Tenochtitlan, bajo una revisión profunda, son también el reflejo y respuesta de los años que pasaron en La Española y Cuba, lo que antecede directamente a la campaña de conquista en México. Es necesario mencionar también a expedicionarios como Francisco Hernández de Córdoba y a Juan de Grijalva, que con sus aportaciones fueron fundamentales en el esclarecimiento del nuevo mundo para el caso particular del actual territorio que comprende México; bajo el apunte de sus experiencias, la próxima expedición de conquista a cargo de Hernán Cortés tuvo referentes a seguir.
El contexto en que vivieron muchos de los españoles que llegaron al nuevo continente, prácticamente todos bajo la motivación de encontrar riqueza, enfrentaron un panorama no del todo bueno para la mayoría. Para entonces era de gran importancia ser de los primeros conquistadores, ya que el reparto de beneficios, en concreto el reparto de indígenas en la encomienda, así como el reparto de las tierras, se hacía entre los primeros españoles llegados. Para el caso de Hernán Cortés, quien a partir de 1506 se establece de forma permanente en el nuevo continente en la isla La Española, se trató de una fecha algo tardía, que no le permitió desde un inicio desarrollar una gran proyección social, mucho menos económica, puesto que cuando se instaló en la isla, las asignaciones de encomiendas ya se habían realizado (Mira, 2021, p. 114). Entre los años 1506 y 1511, que Hernán Cortés permaneció en la isla, no logró prosperar, para entonces la isla ya se encontraba pacificada y con algunas problemáticas referentes a la administración (Mira, 2021, pp. 114-115). La conclusión fue que Cortés entendió perfectamente que “las Antillas le habían mostrado que la base de la prosperidad de las nuevas tierras es la mano de obra indígena, y que ésta se destruye con el trabajo exhaustivo y los tratos bestiales” (Martínez, 2015, p. 80).
Un reducido número de españoles se mantenían bien acomodados en esa sociedad, se trataba de conquistadores que habían llegado con Cristóbal Colón, con Francisco de Bobadilla o con Nicolás de Ovando; entre ellos estaba Diego Velázquez Cuellar, uno de los más antiguos pobladores; había llegado a la isla en 1493 al lado de Cristóbal Colón, y sería factor crucial para el acontecer de Hernán Cortés en el desarrollo de su contexto en el lugar2 (Mira, 2021, p. 115). Muy a pesar de la posición de Diego Velázquez, este no pudo ofrecer una oportunidad de ascenso social inmediato a Hernán Cortés. A este respecto, a Diego Velázquez se le habían asignado los cargos de teniente gobernador de algunas localidades, en donde, además, se le entregó la escribanía pública, de modo que la ayuda de una persona como Hernán Cortés, que dominaba el oficio de escribano, fue bien recibida (Mira, 2021, p. 116).
Un hecho de gran importancia para la transformación de Hernán Cortés, acontecido en el contexto antillano, es lo que refiere el Dr. Esteban Mira Caballos, en donde fuese por consejo de Nicolás de Ovando o por decisión propia, sin participar en conquistas y sin contar con una encomienda de peso económico que le diera creces, una alternativa de supervivencia fue emplearse como oficial en una notaría (Mira, 2021, pp. 116-117). La importancia radica en que, a estos niveles, Hernán Cortés logró relaciones influyentes; la primera ventana fue Diego Velázquez, quien, como ya se citó, poseía cierta riqueza, pero además sería la entrada a las próximas expediciones de las cuales Hernán Cortés formaría parte.
La construcción ideológica de Cortes ya comenzaba a encontrar motivos por alcanzar en otras regiones, por lo tanto, era primordial para él sumarse a las próximas expediciones, y bien fue sabido por el capitán, ya que intentó sumarse a la expedición de Diego de Nicuesa y Alonso de Ojeda a tierra firme, sin tener éxito (Mira, 2021, p. 117). Hernán Cortés, que a la postre sería el conquistador de Tenochtitlán, ya se había transformado, la isla ya le había fijado nuevos horizontes, la influencia del Caribe antillano ya había tocado a Cortes, y este solo esperaba la oportunidad adecuada para actuar tal como lo había aprendido y como los adinerados de la isla La Española habían hecho.
Cuando en 1511 supo que Diego Velázquez organizaba una empresa con destino a la vecina isla de Cuba por delegación de Diego Colón3 (Moya, 1986, pp. 56-57), Hernán Cortés acudió a la propuesta de expedición. Toda vez que consiguió enrolarse, el proyecto cambió para bien sus aspiraciones, la posibilidad de recibir recompensa por la conquista estaba latente y la posibilidad de mejorar su condición económica se presentaba. Los españoles que poblaban las islas del Caribe entendían, perfectamente, cuál era la forma de generar riqueza; es sabido que un gran número de personas buscaba enrolarse en estas campañas ya que las recompensas eran cuantiosas, muchos de ellos tuvieron que adaptarse al contexto, muchos nunca habían tenido actividad de guerra y en el nuevo continente lo terminarían por desarrollar.
Un grupo de hombres, bajo la empresa de conquista y de poblar, partieron rumbo a la isla vecina de Cuba; los isleños ya estaban prevenidos, pues algunos taínos de La Española habían huido y alcanzado sus costas. Y como se afirma, lo anterior sirvió más para una resignación que para una resistencia; la ocupación y sometimiento de la isla de Cuba fue rápido (Mira, 2021, pp. 118-119). Tal como lo refiere Bartolomé de Las Casas (2017) con respecto al cacique Hatuey, quien había escapado de La Española hacia Cuba y que sabía perfectamente del final que tendrían con la llegada de los españoles a esta isla:
… donde reinaba el señor que dije haberse huido de esta isla y llamarse Hatuey… Sabía que con la llegada de los nuestros, y entendido que de su venida no podía resultarles sino la servidumbre y tormentos y perdición, que en esta Española habían ya muchos dellos visto y experimentado… (pp. 522-524).
Situación clave resultó dicha acción de expansión territorial hacia Cuba, ya que Hernán Cortés no tenía experiencia previa en batalla, lo conocían solamente por escribano y por su conocimiento en leyes, razón suficiente para que Diego Velázquez lo reclutase como secretario, con la idea de que se desempeñase en labores administrativas. Sin embargo, desde su llegada a Cuba el futuro de Hernán Cortés cambió, es en esta isla en donde se fijaron nuevos horizontes, la influencia antillana transformó a Cortés y desde entonces pudo ostentar el mérito de ser uno de los primeros conquistadores y pobladores de la isla, y por más sencilla que hubiese sido la pacificación de la isla (Mira, 2021, pp. 118-119), Cortés desarrolló capacidades para comprender el entorno en estos nuevos territorios y hasta cierto punto, comenzó a entender el uso y aplicación de las estrategias de combate, y del cómo enfrentar a los naturales. López de Gómara refiere sobre las posesiones que alcanzó Hernán Cortés en Cuba, importantes para futuras exploraciones, tales como cabezas de ganado, empresa que combinaba con su actividad como secretario del gobernador (López, 1985, pp. 15-16). Lo anterior le permitió convertirse en uno de los personajes de mayor influencia en Cuba, acercándolo a las características que en el contexto funcionaban para alcanzar prosperidad económica.
Trascendentales fueron los viajes de exploración emprendidos hacia el continente, bajo órdenes de Diego Velázquez y a cargo de Francisco Hernández de Córdoba en 1517, y de Juan de Grijalva en 1518 (Grunberg, 2021, p. 55). Para Hernán Cortés fue claro que las dos expediciones citadas habían fracasado debido a sus reducidas dimensiones, tanto en aspectos de conquista como de poblamiento; sus pretensiones ahora lo direccionaban a preparar una poderosa escuadra mucho mayor que la de Juan de Grijalva, en la que descubrir, conquistar y poblar serían los objetivos principales. Para estas exploraciones la idea de poblar fue uno de los puntos principales, basta con retomar la obra de Bernal Díaz del Castillo cuando refiere sobre la controversia en la exploración de Juan de Grijalva, en donde fueron atacados por los naturales, incluso se recibió consejo del piloto Antón de Alaminos de no continuar la exploración hacia el norte. Se tomó consenso y se discutió sobre regresar a Cuba o poblar, la controversia refiere:
Y los capitanes, disconformes, porque Juan de Grijalva decía que quería poblar y Alonso Dávila y Francisco de Montejo decían que no, que no se podrían sustentar por causa de los muchos guerreros que en la tierra había, y también todos nosotros, los soldados, estábamos muy trabajados de andar en el mar. (Díaz, 1942, p. 76)
Juan Grijalva buscaba poblar porque se trataba de la acción cumbre de estas exploraciones y el acceso a riqueza o posesiones, no solo se trató de una idea de Hernán Cortés. La búsqueda de poblar, razonable en el contexto cotidiano de los hombres de finales del siglo xv y principios del xvi, era la acción entendida y compartida en las islas del Caribe que abría las puertas para mejorar las condiciones particulares de los españoles en esta región antillana, que los colocaba en la escala de los capitanes conquistadores.
Hernán Cortés fue seleccionado por Diego Velázquez para una nueva travesía de exploración, y desde mi perspectiva, también con intenciones de poblar; basta con analizar las ordenanzas de Velázquez en donde se pretende someter al vasallaje a los naturales de las tierras por descubrir. El ítem 11 refiere lo siguiente:
Llegado que con ayuda de Dios Nuestro Señor, seáis a la dicha isla de Cozumel, Santa Cruz, hablaréis a los caciques e indios que pudierdes della e de todos, las otras islas e tierras por donde fuerdes diciéndoles, como vos is, por mandato del rey Nuestro Señor, a las ver y visitar; e darles heis a entender como es un rey muy poderoso, cuyos vasallos e súbditos nosotros e ellos somos, a quien obedecen muchas de las generaciones deste mundo, e que ha sojuzgado e sojuzga muchas partidas e tierras del mar, de las cuales son estas partes del mar océano donde e otros muchos están e relatarles heis los nombres de las tierras e islas, conviene a saber toda la costa de tierra firme, hasta donde ellos están, e la isla española e San Juan e Jamaica e esta Fernandina e las que más supierdes, e que a todos los naturales ha hecho e hace muchas mercedes, e para esto en cada una de ellas tiene sus capitanes e gente e yo, por su mandado, estoy en esta isla he habido información de aquéllas donde ellos están, en su nombre os envío para que les habléis y requiráis se sometan debajo de su yugo e servidumbre e amparo real, e que sean ciertas que haciéndolo heis y sirviéndole bien e lealmente, serán de Su Alteza e de mí en su nombre muy remunerados e favorecidos e amparados contra sus enemigos; e decirles heis como todos los naturales destas islas ansí lo facen, e en señal de servicio le dan e envían mucha cantidad de oro, piedras, perlas e otras cosas que ellos tienen, e así mismo Su Alteza les face muchas mercedes, e decirles heis que ellos así mismo lo hagan e le den algunas cosas de las suso dichas e de otras que ellos tengan, para que Su Alteza conozca la voluntad que ellos tienen de servirle e por ello los gratifique. (Martínez, 1990, anexo 1)
Si bien el documento no confirma textualmente la orden de conquista, la profundidad del mismo hace referencia al sometimiento, tal como se muestra en la cita anterior, generando diversos debates de interpretación histórica; a mi parecer, la conquista y sometimiento son evidentes.
Las instrucciones de Diego Velázquez a Hernán Cortés refieren sobre el capitán que se trataba de una persona “cuerda, prudente y celosa del buen servicio a sus altezas” (Martínez, 1990, p. 48). Así mismo se constata en la carta dirigida al emperador el 10 de julio de 1519, en donde se indica que la elección se realizó por dos factores: primero, Hernán Cortés contaba con tres navíos y con un capital considerable, el cual estaba disponible para invertirse en dicha travesía; y segundo, por su gran simpatía, tal como lo refiere el Dr. Mira Caballos (2021) en la biografía sobre el capitán: “con él se creía que querría venir mucha más gente que con otro, como vino”. (p. 134)
Con estos antecedentes, el acontecer que Hernán Cortés experimentó en la isla La Española y, posteriormente, en la de Cuba, sumado a la travesía propuesta por Diego Velázquez, le otorgaban la experiencia, el aprendizaje y la oportunidad definitiva de alcanzar un renombre, riqueza y conquistas, tal cual era la usanza de los españoles del contexto del Caribe insular. Terminó por consolidar los objetivos de conquista en la exploración autorizada por Diego Velázquez, quien en ningún momento le prohibió poblar, lo cual es constatable también por las dimensiones de la expedición; se puede corroborar en los cuantiosos gastos para dicha empresa, la venta de prácticamente toda posesión del capital Hernán Cortés, hasta el endeudamiento: embarcaciones, sueldos de maestres, pilotos, marineros, bastimentos, etc. (Martínez, 2013, pp. 16-24)
Es indudable que la ambición de Cortés ya había alcanzado su máxima esencia, sus años en las islas del Caribe habían dejado en claro que la única vía para obtener la fortuna económica era participando en las conquistas expansionista de la Corona. Más allá de que en algunas partes de Europa ya se sabía sobre las características de los viajes hacia el Nuevo Mundo, fue en el Caribe insular en donde muchos españoles terminaron por consolidar su ideario y por entender cuál era el mecanismo preciso para dar el salto a ese sector económicamente próspero. Objetivos que prácticamente se centraron en poseer encomiendas, mismas que bajo la estructura comprendida y desarrollada por Nicolás de Ovando, (Moya, 1986, pp. 38-39; Mira, 1997, pp.100-111) en combinación con el pensamiento de que el indígena no estaba capacitado para vivir en libertad, surtió efecto provocado la destrucción de la cosmovisión y la filosofía de vida del natural.
Y para referencia directa, Bartolomé de Las Casas deja muestra de varios sometimientos a indígenas que redituarían en creces económicas para los pobladores españoles y para la Corona, vía de la encomienda. Por citar un caso, Pánfilo de Narváez en Cuba, en 1511, en la provincia que los naturales nombraban Maycí, recibió licencia para ayudar a la campaña de Diego Velázquez, apoyó en asegurar la isla por medio del sometimiento a indígenas, de Las Casas (2017) refiere lo siguiente:
Hostigados y atemorizados los indios de aquella provincia de Maycí, como esta dicho, comenzó Diego Velázquez a pensar en repartir los indios della por los españoles, como había hecho en esta isla el comendador mayor, y él mismo… y para esto constituyó una villa en un puerto en la mar del norte, cuyo asiento llamaban los indios Baracoa… que estaba en comarca de aquella provincia de Maycí, la cual fue la primera de aquella isla, a la cual, por ser la primera villa, decía que había de repartir a los vecinos della 200,000 indios. Desde la villa de Baracoa envío a Narváez con 25 o 30 hombres a una provincia llamada Bayamo… tierra llana y descubierta de montes y harto graciosa, que dista de Baracoa, si no me he olvidado, 40 o 50 leguas, la isla abajo hacia el Poniente, para asegurar los indios y gente natural della por bien y si no por guerra, porque mientras no los tienen seguros, no pueden repartillos ni servirse de ellos, que es, como dije, su último fin. (p. 525)
Sin lugar a duda, la obra de Bernal Díaz del Castillo es crucial para la búsqueda de fundamentos en torno a la importancia del Caribe insular con respecto a la conquista de México-Tenochtitlan. Realizando una revisión a la obra, nos encontramos con diversas pistas que nos hablan y nos permiten interpretar que en las islas del Caribe se gestaron potenciales aristas que fueron primordiales para las próximas campañas de conquista. Por ejemplo, me gustaría citar las situaciones de penuria que los españoles experimentaron, ante lo cual buscaban aconteceres a su favor. Bernal Díaz del Castillo (1942) fue uno de ellos; con base en su obra, en años previos a la conquista de México-Tenochtitlan, acordó con ciertos caballeros y personas, que él mismo denomina “personas de calidad”, (p. 43) solicitar licencia para residir en la isla de Cuba, permiso que se les otorgó y en donde recibieron la promesa de Diego Velázquez de darles indios en encomienda, lo que posiblemente fue una inicial esperanza de mejora. Tras tres años de encontrarse en la isla y de no haber hallado aspecto alguno a su favor, se organizaron algunos grupos de españoles, concertando con Francisco Hernández de Córdoba, un hombre con beneficios económicos, el intento por buscar y descubrir tierras nuevas en donde pudiesen encontrar indígenas que sirviesen para los proyectos monetarios pretendidos por los españoles (Díaz, 1942, pp. 43-44).
La alimentación de los conquistadores en el Caribe insular
En la obra de Bernal Díaz del Castillo, se conocen claramente los preparativos para las travesías, la alimentación que los españoles destinaron a dichas empresas y que a su vez correspondió a una forma de adaptación por parte de los peninsulares al contexto antillano. Ante esto se refiere lo siguiente:
… Y desde que nos vimos con tres navíos y matalotaje de pan cazabe, que se hace de unas raíces, y compramos puercos, que costaban a tres pesos, porque en aquella sazón no había en la isla de Cuba vacas ni carneros, porque entonces se comenzaba a poblar, y con otros mantenimientos de aceite, y compramos cuentas y cosas de rescate de poca valía… (Díaz, 1942, p. 44).
El Matalotaje hace alusión a las provisiones alimenticias en una embarcación, primordial para la travesía a la que hacemos referencia; y el pan cazabe, de yuca, esta especie de pan crujiente que sirvió de alimento en largos trayectos por su duración en buen estado, fue un elemento alimenticio adoptado por los europeos de las culturas naturales del Caribe insular, que se sumó a la lista de otros más, por ejemplo: ñame, calabaza, maíz, etc., la necesidad base obligó a los europeos a adoptar estos alimentos del nuevo continente (Bueno, 2015, p. 48).
El alimento primordial y la posibilidad de extender su duración, sin duda, es un factor de importancia aprendido por los conquistadores y explotado para sus campañas de conquista desde las islas del Caribe y que se repitió en las siguientes exploraciones, como lo refiere Bernal Díaz del Castillo (1942) en el avance que realizaron con Juan de Grijalva:
…teniendo ya por cierto que aquellas tierras no eran islas, sino tierra firme, y que había grandes pueblos y mucha multitud de indios, y el pan cazabe que traíamos muy mohoso, y sucio de fatulas, y amargaban, y los soldados que allí veníamos no éramos bastantes para poblar. (p. 73)
Hernán Cortés en los preparativos de su expedición, además de la compra de armas, sumar hombres en diversas regiones de Cuba y anexar naves para su contingente, preparó alimentos en donde el pan cazabe es considerado una alternativa primordial, bien aprendido desde las islas Caribeñas:
…vinieron desde la Villa de Santispíritus a la Trinidad, donde estaba Cortés, y como supo que venían los salió a recibir con todos nosotros, que estábamos en su compañía, y les mostró mucho amor, y ellos le tenían grande acato. Y estos vecinos que he nombrado tenían sus estancias de pan cazabe y manadas de puercos cerca de aquella villa, y cada uno procuró de poner el más abastimento que pudo. (Díaz, 1942, p. 87)
El cazabe fue de gran importancia, como podemos constatarlo, incluso Frank Moya Pons (1986), refiere sobre tal trascendencia cuando describe a Bartolomé Colón, tras ir a la región de Xaraguá a recoger un tributo de algodón y cazabe entregado por el cacique Bohechío en el año de 1497, tributo asignado en vista de que a los naturales les era muy difícil completar su tributo en oro (pp. 18-19); Bartolomé de Las Casas (2017) refiere sobre esto:
… habló D. Bartolomé Colón al rey Behechio… y notificarles que muchos señores y gente desta isla le eran ya tributarios, y los tributos les pagaban, y por tanto él venía a él y a su reino, para que lo mismo hiciese y los recibiese por señores, en señal de lo cual en cosas convenientes les tributasen.
Pero de oír es y notar la respuesta que le dio… respondió: ¿Cómo puedo yo dar tributo, que en todo mi reino ni en alguna parte ni lugar del nace ni se coge oro, ni saben mis gentes qué se es?
Respondió D. Bartolomé Colón: No queremos ni es nuestra intención imponer tributo a nadie, que no sea de aquellas cosas que tengan en sus tierras y puedan bien pagar; de lo que en vuestra provincia y reinos sabemos que abundaís, que es mucho algodón y pan caçabí, queremos que tributeís e que de lo que más en esta tierra hobiese, pero no de lo que no hay. (pp. 442-443)
Es necesario resaltar la importancia que tuvieron los alimentos americanos, mismos que se conocieron en los primeros contactos con las islas del Caribe, de gran significación no solo en la dieta de las comunidades indígenas, sino también de los europeos. De todos los alimentos que los europeos incorporaron a su dieta, el cazabe fue el de mayor relevancia, como puede atestiguarse en numerosos relatos de viajeros en el siglo xv y xvi. (Bueno, 2015, p. 48)
El conocimiento de las armas y la guerra en el Caribe insular
Otro asunto que, si bien se da en territorio continental, es decir, en el actual territorio mexicano, se gesta en la expedición que estuvo a cargo de Francisco Hernández de Córdoba en 1517, quien circundó la península de Yucatán, fue el conocimiento por parte de los españoles de las formas en que guerreaban los nativos, y que seguramente, para las próximas exploraciones, fue compartida con los subsecuentes capitanes; aprendizaje que se compartió en las islas caribeñas. La narración realizada por Bernal Díaz del Castillo (1942) en torno a los enfrentamientos con los naturales, describe aspectos de guerra que sin duda fueron revisados para próximas empresas:
… cerca de unos montes breñosos comenzó a dar voces el cacique para que saliesen a nosotros unos escuadrones de indios de guerra que tenía en celada para matarnos; y a las voces que dio, los escuadrones vinieron con gran furia y presteza y nos comenzaron a flechar, de arte que de la primera rociada de flechas nos hirieron quince soldados; y traían armas de algodón que les daba a las rodillas, y lanzas y rodelas, y arcos y flechas, y hondas y mucha piedra, y con sus penachos; y luego, tras las flechas, se vinieron a juntar con nosotros pie con pie, y con las lanzas a manteniente nos hacían mucho mal. (p. 46)
Lo anterior lo podemos corroborar en el mismo documento, ya que, al año siguiente, en la exploración a cargo de Juan de Grijalva, a su llegada a Champotón, en donde también les hicieron la guerra, Bernal Díaz del Castillo (1942) afirma que ya tenían experiencia, ya había conocimiento del armamento, e incluso se planificaron tácticas de guerra. Así lo refiere:
Y como ya teníamos experiencia de la otra vez, llevábamos en los bateles unos falconetes e ibámos apercibidos de ballestas y escopetas. Pues llegados que llegamos a tierra nos comenzaron a flechar, y con las lanzas dar a manteniente, aunque con los falconetes les hacíamos mucho mal… Y luego que hubieron saltado en tierra todos nuestros soldados, les hicimos perder la furia a buenas estocadas y cuchilladas y con las ballestas, porque aunque nos flecharon a terrero, todos nosotros llevábamos armas de algodón. (pp. 63-64)
Dos factores puedo relacionar: experiencia y aprendizaje en guerra; el primer factor, es que ya hay una planeación táctica para enfrentar a los naturales, iniciando con un ataque desde el agua, para rematar con enfrentamientos en tierra, los cuales tuvieron que haber sido cuerpo a cuerpo; y el segundo, es la réplica o uso de lo que denominan armas de algodón; en el primer enfrentamiento las citan como un recurso de los nativos, en la narración del segundo enfrentamiento se describe que ellos ya llevaban dichas armas de algodón4 (Díaz, 1942, pp. 63-64). Lo anterior deja en claro que la experiencia en la primera batalla se analizó y, a partir de ella, se planificó con miras a alcanzar objetivos plausibles, situación que se tuvo que haber dado en la isla de Cuba; con esta idea se reflexiona en torno a la importancia del acontecer en las islas del Caribe en contexto a la conquista de México-Tenochtitlan.
El armamento europeo fue un factor determinante, más allá de tomarse como un extraordinario adelanto tecnológico que significó para los europeos una relativa ventaja, fueron principalmente armas desconocidas que, en el entorno de los naturales, en más de una ocasión sembraron terror tan solo al verlas, y en diversas ocasiones fueron empleadas para atemorizar directamente a los indígenas de las ciudades a las que llegaban. Francisco Cervantes de Salazar relata en su crónica que, en una avanzada por Tlaxcala, Hernán Cortés en su intento por atemorizar y demostrar su poderío a los naturales solicitó lo siguiente:
Mandó, hecho esto, el artillero mayor que, puestas las piezas de artillería en el orden y asiento en menester para dar batería a una ciudad, disparase, sin quedar ninguna, contra cierto baluarte, para que los indios vives en la gran furia de los tiros y considerasen el mucho daño que podrían hacer en las personas, pues en las paredes le hacían tan señalado. (Cervantes, 2022, pp. 168-170)
Fray Bernardino de Sahagún refiere lo propio con respecto al temor que sintió Moctezuma Xocoyotzin cuando sus informantes tuvieron contacto con los españoles y le llevaron las noticias y descripción de los europeos, el texto deja la evidencia del terror provocado:
También mucho espanto le causó el oír como estalla el cañón, como retumba su estrépito y cuando cae, se desmaya uno; se le aturden a uno los oídos.
Y cuando cae el tiro, una como bola de piedra sale de sus entrañas: va lloviendo fuego, va destilando chispas, y el humo que de él sale, es muy pestilente, huele a lodo podrido, penetra hasta el cerebro causando molestia.
Pues si va a dar con un cerro, como que lo hiende, lo resquebraja, y si da contra un árbol, lo destroza hecho astillas, como si fuera algo admirable, cual si alguien le hubiera soplado desde el interior.
Sus aderezos de guerra son todos de hierro: hierro se visten, hierro ponen como capacete a sus cabezas, hierro son sus espadas, hierro sus arcos, hierro sus escudos, hierro sus lanzas.
Cuando hubo oído todo esto Motecuhzoma se llenó de grande temor y como que se le amorteció el corazón, se le encogió el corazón, se le abatió con la angustia. (Sahagún, 2013, p. 744) Estos ejemplos de terror a los que recurro, son la muestra de cómo se utilizó el terror de las armas en la conquista de México-Tenochtitlan, sin embargo, Hernán Cortés y sus huestes lo aprendieron de anteriores expediciones realizadas por españoles, volviéndose una ventaja que podían desarrollar en batalla y en el momento del contacto con los grupos naturales.
Las primeras formas de interacción entre el Caribe insular y Europa. Los intérpretes y los objetos de intercambio
La situación en torno a lo maravillado de algunos indígenas con los europeos y con los objetos que estos portaban, dio como resultado uno de los momentos de interacción entre los dos mundos. Desde la llegada de Cristóbal Colón, los españoles usaron los objetos como espejuelos, cuentas de vidrio, cascabeles, pedacería de imitación diamante, etc., como mecanismo de acercamiento con los naturales, sirviendo de gran ayuda para las primeras relaciones e intercambios (Bueno, 2022, p. 8). Cristóbal Colón, entre el 12 y 13 de octubre de 1492, realizó por vez primera esta acción; refiere lo siguiente:
… porque nos tuviesen mucha amistad, porque cognosçi que era gente que mejor se libraría y convertiría a nuestra sancta fe con amor que no por fuerça, les di a algunos d´ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se ponían al pescueço, y otras cosas muchas de poco valor, con que ovieron mucho placer y quedaron tanto nuestros que era maravilla. (Colón, 1492, citado por Varela, 2014, p. 75)
Esta situación se volvió trascendental para el contacto e interacción entre españoles y naturales, a tal grado que fue comúnmente usado por los recién llegados en el afán de establecer comunicación y dar pie a los objetivos de cada viaje. Desde mi punto de vista, es de gran relevancia porque se trata de una acción que se repitió y que tuvo que ser difundida en el contexto del Caribe antillano entre los viajeros en las diferentes campañas subsecuentes, cito a Bernal Díaz del Castillo (1942) quien, en 1517, ya en el contexto de las exploraciones hacia el continente precisa lo siguiente:
Y como entendieron la plática, vinieron cerca de nosotros cuatro canoas, y en ellas obra de treinta indios, y luego se les mostró sartilejos de cuentas verdes y espejuelos y diamantes azules. Y desde que lo vieron parecía que estaban de mejor semblante, creyendo que era chalchiuís, que ellos tienen mucho. (p. 66)
Las primeras relaciones interétnicas entre europeos e indígenas del nuevo mundo, dejaron importantes vínculos, y es fundamental destacar a los intérpretes. Está claramente demostrado que fueron importantes para el acontecer de la conquista de México-Tenochtitlan, y en esta categoría es lógico que de inmediato venga el nombre de Malintzin o doña Marina a nuestro pensamiento. La historia inmediata, la cual incluso forma parte de la educación básica para el caso de México, muestra a este personaje como factor clave en el desarrollo y conclusión de la guerra de conquista. Sin embargo, pensar en los intérpretes y analizar los documentos en donde podemos saber de ellos, nos deja claro que además de ser clave para el acometido, su búsqueda fue primordial y bien aprendida por los capitanes, no solo por la experiencia de los primeros años de poblamiento en el nuevo continente, en donde varios de ellos sirvieron de medio de comunicación con los naturales, sino también en las exploraciones y conquista en donde expresamente fueron fundamentales.
Para el caso de la conquista de México-Tenochtitlan, la primera mención de intérpretes fue lo relatado por Bernal Díaz del Castillo en esa primera exploración comandada por Francisco Hernández de Córdoba en 1517, en la tierra de punta de Cotoche, en el extremo noreste de la península de Yucatán, en donde fueron cautivos dos indígenas, quienes recibieron los nombres de Julián y Melchor, toda vez que fueron bautizados (Espino, 2021, pp. 134-135). Díaz Del Castillo (1942) deja testimonio:
Y en aquellas escaramuzas prendidos dos indios, que después que se bautizaron se llamó el uno Julián y el otro Melchor, y entrambos eran trastabados de los ojos. Y acabado aquel rebato nos volvimos a los navíos y seguimos la costa adelante descubriendo hacia donde se pone el sol, y después de curados los heridos dimos velas. (p. 47)
Los indígenas en mención fueron llevados a Cuba y en La Habana fueron presentados con Diego Velázquez, quien los aprovechó para tratar de establecer comunicación y consultar si en sus tierras había oro, situación a la que los indígenas contestaban que sí, muy a pesar de que en Yucatán no había abundancia del mineral. (Díaz, 1942, p. 56)
Refiriéndome a estos indígenas, son ellos quienes en la expedición de 1518 a cargo de Juan de Grijalva fueron importantes dado que, cuando se tuvo contacto con la isla de Cozumel y cuando se estableció diálogo con los grupos locales, Julián y Melchor sirvieron de intérpretes:
Y los naturales de aquel pueblo se habían ido huyendo desde que vieron venir el navío a la vela, porque jamás habían visto tal, y los soldados que salimos a tierra hallamos en unos maizales dos viejos que no podían andar, y los trajimos al capitán; y con los indios Julianillo y Melchorejo, que trajimos cuando lo de Francisco Hernández, que entendían muy bien aquella lengua, les hablo, porque su tierra de ellos y aquella isla de Cozumel no hay de travesía de lo uno al otro sino obra de cuatro lenguas, y todo es una lengua. Y el capitán halagó a los dos viejos que les dio unas contezuelas, y les envió a llamar a los caciques de aquel pueblo; y fueron y nunca volvieron. (Díaz, 1942, pp. 61-62)
Se confirma que los europeos habían entendido perfectamente que contar con intérpretes de estas características les restaría obstáculo en la comunicación con los grupos naturales para establecer contacto pacífico, el diálogo servía como un intento por sustituir los enfrentamientos bélicos, y fue ocupado no solo en esta ocasión, también fue replicado por Hernán Cortés en su viaje de conquista de 1519. En dicha expedición, Julián enfrentó problemáticas para comunicarse con los indígenas enviados por Moctezuma, quienes hablaban náhuatl; de hecho, en este lugar tomaron a otro indígena al que llamaron Francisco, lo llevaron en los navíos y, posteriormente, realizaría funciones como un intérprete más (Díaz, 1942, pp. 70-71). El indígena Francisco daría la información sobre las usanzas cotidianas mexicas, como el sacrificio humano y el lugar en donde se encontraban sus tierras y recinto sagrado, “Ulúa, Ulúa”, como lo refiere la crónica (Díaz, 1942, p. 73).
En la expedición de 1519, el indígena Melchor fue parte del contingente, siendo importante para los intentos por establecer comunicación y obtener más información sobre los grupos que dominaban en la cuenca en el valle central, en este caso los mexicas. Para el caso concreto de Melchor y travesía de Cortes es en Cozumel donde tuvo una participación clave, y es justo aquí en donde el capitán le pide que haga el aviso a los caciques de este pueblo que se presentaran ante él. Refiere Bernal Díaz del Castillo (1942) lo siguiente:
… con el indio Melchorejo, que llevábamos de la punta de Cotoche, que entendía bien aquella lengua, les hablo, porque Julianillo, su compañero, ya por mi memorado, ya se había muerto: que fuesen a llamar a los caciques indios de aquel pueblo, y que no hubiesen miedo. (p. 95)
La respuesta a la intervención de Melchor fue positiva para la causa de los españoles, ya que el cacique con su gente y gran parte del pueblo acudieron a donde se encontraban los españoles y, con base en la narrativa de Bernal Díaz del Castillo, parecía haberse disipado el temor, pues convivían de manera tranquila entre los españoles (Díaz, 1942, p. 96).
En estas instancias se tuvo el conocimiento de dos españoles que sobrevivieron al naufragio de una expedición en 1511, misma que tenía por ruta de Santa María de la Antigua, en el Darién, hacia Santo Domingo. Se trató de veintidós náufragos, en donde una veintena murió o fueron sacrificados y solo dos de ellos se adaptaron, sobrevivieron; (Mira, 2021, pp. 167-168); por supuesto, eran pretendidos por Hernán Cortés por tratarse de un importante factor de comunicación con los naturales. Con Melchor de por medio, quien entendía cada vez más la lengua de Castilla y, por supuesto, excelente entendimiento de la de Cozumel, se le cuestionó a los caciques de la región sobre los españoles que se encontraban en estas tierras. Las naturales confirmaron la presencia de dichos españoles:
… y con Melchorejo, el de la punta de Cotoche… se le preguntó a todos los principales, y todos a una dijeron que habían conocido ciertos españoles, y daban señas de ellos, y que en la tierra adentro, andadura de dos soles, estaban y los tenían por esclavos unos caciques, y que allí en Cozumel había indios mercaderes que les hablaron pocos días había. (Díaz, 1942, p. 97)
A partir de estas conversaciones, Hernán Cortés tomó la decisión de enviar a que fuesen buscados dichos españoles. La orden fue acompañada de una carta escrita en donde se invitaba a que se presentasen ante él y estuviesen en la posibilidad de regresar a España, es el caso concreto de Gonzalo Guerrero y Gerónimo de Aguilar, (Bernand y Gruzinski,1996, pp. 273-275) este último de vital importancia en próximas participaciones e interacción con otros intérpretes como es el caso de Malintzin.
Los intérpretes fueron un eslabón primordial para la cadena de acontecimientos que consolidaron la conquista de México-Tenochtitlan, ellos y la experiencia obtenida en Cuba por los relatos de los capitanes y de todos aquellos que participaron en las expediciones anteriores a 1519, fueron, sin duda, un importante aprendizaje para Hernán Cortés, que se consolidó con la excelente aplicación y la atinada práctica para ampliar los conocimientos del territorio que para entonces era desconocido. El caso de Melchor y Julián, posteriormente la suma de Francisco, fueron un notable aprendizaje para los objetivos de la empresa española, y desde mi percepción, además de gestarse en el Caribe insular, fue decisivo en los objetivos particulares de Hernán Cortés. Puedo objetar que desde un principio el capitán tenía claro que requería rodearse de intérpretes que le sirvieran de guía y luz para su campaña, excelsa táctica para el logro de sus pretensiones.
El uso de la violencia y el terror como mecanismo de conquista
Sucesos similares en cuanto al aprendizaje se dieron como consecuencia de la estadía de los europeos en el Caribe insular, aprendieron de forma precisa sobre las técnicas y tácticas de sometimiento de los pueblos del continente americano. Los objetivos de conquista y de expansión, como ya lo hemos referido, fueron la base primordial para desarrollar diversas habilidades en torno a la milicia. Dentro de estas habilidades, el terror fue fundamental para la trascendencia y victorias hispanas, se convirtió en un arma psicológica imprescindible en las conquistas indianas, mediante violentos escarmientos que atemorizaban a los naturales. El uso del aperreamiento cumplió una función militar de esta índole (Espino, 2022, pp. 250-159).
Fueron varios los capitanes que utilizaron caninos con una función militar en sus campañas de conquista; el almirante Cristóbal Colón fue el primero que los usó en las campañas represivas en la isla La Española en 1494 (Bueno, 2011, p. 178). En la conquista de México-Tenochtitlan los perros acompañaron a las huestes de Hernán Cortés, siendo un factor de gran importancia para sembrar terror en la empresa de sometimiento. Refiere sobre esto Bernal Díaz del Castillo (1942):
…llevábamos un lebrel de gran cuerpo, que era de Francisco de Lugo y ladraba mucho de noche, parece ser preguntaban aquellos caciques del pueblo a los amigos que traíamos de Cempoal, que si era tigre o león o cosa con que matábamos los indios. Y respondieron: Tráenlo para cuando alguno se enoja, los mate. (p. 184)
Bartolomé de Las Casas, en su Brevísima relación de la destrucción de las Indias, indica lo propio respecto al uso de los perros como arma atemorizadora, mismos que fueron empleados en Jamaica y San Juan, quedando en claro el pánico que los caninos generaban en los naturales:
Passaron a la isla de sant Juan y a la de Jamayca (que eran unas huertas y unas colmenas) el año de mil e quinientos y nueve los españoles, con el fin e propósito que fueron a la española. Los quales hizieron e cometieron, los grandes insultos e peccados susodichos, y añadieron muchas señaladas e grandissimas crueldades más, matando y quemando y assando y echando a perros bravos, e después oprimiendo e atormentando y vexando en las minas y en los otros trabajos, hasta consumir y acabar todos aquellos infelices ynnocentes, que avia en las dichas dos yslas… (de Las Casas, 2005, p. 17)
Uno de los casos más estudiado es de los perros de ataque en la conquista de México-Tenochtitlan, descrito en el de Manuscrito del Aperreamiento.5 Con base en el documento, queda la evidencia de la ejecución de siete indígenas pertenecientes a la nobleza Cholulteca por un grupo de perros hambrientos y acostumbrados a estas agresiones, acción ordenada por Hernán Cortés en el año 1523 (Valle, 2015, p. 107). No se trató de un hecho aislado, en los años siguientes a la derrota de Tenochtitlan se continuó realizando la persecución y el castigo a los grupos indígenas en diferentes regiones, en algunos casos bajo la misma técnica. Es el caso particular de Pedro de Alvarado, quien, en 1529, en su incursión en el territorio de Tututepec, Oaxaca, obligó a los indígenas a que le dieran tributos en oro y a los que se negaron: “les hacía aperrear por dos perros bravos”, ya fueran señores o principales (Valle, 2015, p. 103).
Estos mecanismos de terror aplicados a las civilizaciones del nuevo continente, de los cuales solo cité algunos casos, fueron parte de las técnicas aprendidas y puestas en acción en el Caribe insular y desarrolladas al punto en que funcionaron posteriormente de forma importante en la avanzada de la conquista de México-Tenochtitlan.
Europeos en el Caribe insular. ¿Hombres o dioses?
En la guerra de conquista, como ya lo hemos aludido, Hernán Cortés echó mano de diferentes factuales llevadas a cabo en las expediciones anteriores a su travesía de conquista o realizadas en las mismas islas de La Española y Cuba, factores que han sido dignos de análisis, incluso merecedores de reinterpretaciones históricas bajo una perspectiva caribeña como antecedente a la conquista de Tenochtitlan. Un asunto que igualmente es digno de valorarse, es lo acontecido respecto al contacto entre indígenas y españoles con relación al imaginario de los primeros en torno a si eran o no dioses los recién llegados, ¿los indígenas pensaban a los europeos como dioses o seres divinos venidos del cielo? Para interpretar en torno a este tema, Hernán Cortés es claro en su segunda Carta de relación escrita en 1520, en ella alude al mito de los esperados y llegados por el oriente, que posteriormente se relacionó con el mito del regreso de Quetzalcóatl, (Grunberg, 2021, p. 71) y que fue aprovechado de forma conveniente para continuar con su proyecto de conquista, la carta refiere lo siguiente en palabras del propio Moctezuma Xocoyotzin:
Muchos días ha que por nuestras escrituras tenemos de nuestros antepasados noticia que yo ni todos los que en esta tierra habitamos no somos naturales della, sino extranjeros y venidos a ella de partes muy extrañas; e tenemos asimismo que a estas partes trajo nuestra generación un señor, cuyos vasallos todos eran, el cual se volvió a su naturaleza y después tornó a venir dende mucho tiempo… E siempre hemos tenido que los que dél descendiesen habían de venir a sojuzgar esta tierra y a nosotros, como a sus vasallos. E según de la parte que vos decís que venís, que es a do sale el sol, y las casas que decís deste gran señor o rey que acá os envió, creemos y tenemos por cierto el ser nuestro señor natural; en especial que nos decís que él ha muchos días que tiene noticias de nosotros. (Cortés, 1960, pp. 64-65)
La idea fue bien entendida y ejecutada por Hernán Cortés, así como por los españoles que lo acompañaron porque se volvió la base de los argumentos que el capitán usó para legitimar la toma de Tenochtitlan. En el mismo documento, se conoce la situación en la que Moctezuma Xocoyotzin se encontró referente a dichos argumentos, las palabras usadas por el Tlatoani son de abnegación y aceptación ante la situación que se vivía, la carta refiere:
…y él se volvió, y dejó dicho que tornaría o enviaría con tal poder que los pudiese costreñir y atraer a su servicio. E bien sabéis que siempre lo hemos esperado, y según las cosas que el capitán nos ha dicho de aquel rey y señor que lo envió acá, y según la parte de do él dice que viene, tengo por cierto, y así lo debéis vosotros tener, que aquéste es el señor que esperábamos, en especial que nos dice que allí tenía noticias de nosotros. E pues nuestros predecesores no hicieron lo que a su señor eran obligados, hagámoslo nosotros, y demos gracias a nuestros dioses porque en nuestros tiempos vino lo que tanto aquéllos esperaban. Y mucho os ruego, pues a todos es notorio todo esto, que así como hasta aquí a mí me habéis tenido y obedecido por señor vuestro, de aquí adelante tengáis y obedezcáis a este gran rey, pues él es vuestro natural señor, y en su lugar tengáis a este su capitán; y todos los atributos y servicios que hasta aquí a mí me hacíades, los haced y dad a él, porque yo asimismo tengo de contribuir y servir con todo lo que me mandare; y demás de hacer lo que debéis y sois obligados, a mí me haréis con ello mucho placer. (Cortés, 1960, p. 74)
Esta idea se llevó a cabo desde los primeros momentos en que Hernán Cortés tuvo contacto pacifico con los naturales, incluso usándolo a favor para atemorizar a algunos grupos, es el caso de Cingapacinga, pueblo actualmente desaparecido, en donde bajo su posición de supuesto dios, y con el fin de estrechar relaciones de conveniencia, ofreció su apoyo para librarse de la sujeción de los culúas. Bernal Díaz del Castillo (1942) refiere lo siguiente:
Y estuvo pensando en ello, y dijo riendo a ciertos compañeros que estábamos acompañándole: Sabéis, señores, que me parece que en todas estas tierras ya tenemos fama de esforzados, y por lo que han visto estas gentes por los recaudadores de Moctezuma nos tienen por dioses, o por cosas como sus ídolos… (pp. 154-155)
En mi percepción, la idea misma de saberse dioses fue bien ejecutada por los europeos desde los primeros contactos, redituando con grandes creces a las diversas causas. Cristóbal Colón, en 1492, experimentó esta sensación de ser percibidos como seres llegados del cielo, en su Diario de abordo lo refiere así:
… y la gente que venía todos a la playa llamándonos y dando gracias a Dios. Los unos nos traían agua; otros otras cosas de comer; otros, cuando venían que yo no curava de ir a tierra, se echavan a la mar nadando y venían y entendíamos que nos preguntavan si eramos venidos del cielo. Y vino uno viejo en el batel dentro, y otros a bozes grandes llamavan todos, hombres y mujeres: Venid a ver a los hombres que vinieron del cielo, traedles de comer y de beber. (Colón, 1492, citado por Varela, 2014, pp. 78-79)
La experiencia vivida por el Almirante Cristóbal Colón el 6 de noviembre de 1492 asevera lo citado, cuando dos enviados a explorar tierra adentro le narraron su vivencia. En tal evento expresaron ser tratados como dioses llegados del cielo; una referencia importante es, principalmente, la descripción que hicieron los enviados, sobre haber sido invitados a sentarse en unas sillas de madera, tuvo que tratarse de un Duho,6 que, en su cosmovisión, fue considerado un asiento de ritual taíno, desde donde los jefes o caciques mostraban su poder sobre el mundo de los espíritus y su capacidad para administrar y controlar las fuerzas que gobiernan el mundo natural y los asuntos humanos (Robiou, 2019, pp. 125-127), lo que nos deja evidencia que los enviados por Colón fueron tomados por dioses. Se refiere lo siguiente:
Dixeron que los avían recibido con gran solenidad, según su costumbre, y todos, así hombres como mugeres, los venían a ver, y aposentáronlos en las mejores casas, los cuales los tocavan y les besavan las manos y los pies, maravillándose y creyendo que venían del cielo, y así se lo davan a entender. Dávanles de comer de lo que tenían. Dixeron que en llegando los llevaron de braços los más honrados del pueblo a la casa principal y diéronles dos sillas en que se asentaron, y ellos todos se asentaron en el suelo en derredor de ellos… Después saliéronse los hombres y entraron las mugeres y sentáronse de la misma manera en derredor de ellos, besándoles las manos y los pies, atentándolos si eran de carne y de güeso como ellos. Rogávanles que se estuviesen allí con ellos al menos por cinco días. (Colón, 1492, citado por Varela, 2014, pp. 78-79)
Retomando la directriz de la conquista de México-Tenochtitlan, Hernán Cortés conocía perfectamente la concepción de los naturales con respecto a ellos, eran considerados deidades que se asociaban al mito, lo que en casi todas las regiones se repitió. Para 1519, año en que Cortés comenzó su conquista, lo anterior ya estaba aprendido a la perfección, todo desde el contexto antillano que de manera previa había dado lugar y concepción a los españoles por los naturales.
Conclusión
A partir de las anteriores afirmaciones, las cuales constantemente aumentan dado que el estudio de las fuentes primarias cada vez muestra más pistas sobre la importancia del Caribe insular en la conquista de Tenochtitlan, podemos determinar la vital relevancia que tuvo la estadía de los españoles entre 1492 y 1517 en esta región del Caribe, cuando comenzaron las exploraciones al actual territorio mexicano. La región cumplió un papel estratégico en el proceso de expansión de la Corona, no solo para la continuación de las exploraciones y los descubrimientos, sino que funcionó como espacio para que los sujetos históricos desarrollaran capacidades particulares relacionadas y obtuvieran posicionamiento para el desarrollo económico individual, tendencia vital para los hombres del contexto del siglo xv y xvi. Con ello también se dio apertura a la época del auge minero, a la explotación de muchos miles de amerindios y se dio el impulso decisivo para el desarrollo de un capitalismo temprano en Europa (Semo, 2019, pp. 11-12). Aumentó contundentemente el ritmo de acumulación de capital y posibilitó la conversión de la Corona española en el epicentro universal y económico del contexto, un gran imperio.
La conquista de México-Tenochtitlan vista desde una perspectiva y presencia caribeña, modifica puntos de vista en torno a su interpretación, y es que basta con analizar lo anteriormente referido para comprender la magnitud de todo lo aprendido y desarrollado en esta región en vísperas de su conclusión en cuanto a conquistas. La lectura histórica, con relación a la conquista, ha dejado de lado los años que los españoles pasaron en el Caribe insular, por lo tanto, mi interpretación refiere a que es en el Caribe desde donde se gestó gran parte de lo correspondiente a la derrota de Tenochtitlan.
El Caribe insular muestra su importancia estratégica derivado de las aristas citadas en el texto, tal como se propuso, se confirman las experiencias que los conquistadores adquirieron en las islas caribeñas previo a la llegada al actual territorio de México para su conquista, desde donde se construyeron diversos conocimientos, cambiaron ideologías y se dieron las adaptaciones pertinentes para el poblamiento de los europeos en los nuevos territorios. Es en la región del Caribe insular desde donde conquistadores y civiles comprendieron el contexto al que se enfrentaban, modificando sus aspiraciones, sapiencia y vida cotidiana, para transformarse y trazarse objetivos desde una nueva perspectiva, en donde se vieron forzados a integrar, someter o aniquilar al indígena natural para alcanzar un lugar óptimo en la propuesta de vida en América.