Para ser honesto, confieso de inicio que no me impresionan los premios institucionalizados, sobre todo aquellos que intentan reconocer la obra total de un escritor o artista, y no una obra en particular. Generalmente, tales designaciones se atienen más al impacto de la vida del autor, a la relevancia de su posicionamiento dentro de la sociedad, que a la calidad intrínseca de su obra. Solo cuando el premiado se sitúa fuera del canon institucionalizado (y promocionado) por las estructuras del poder; solo cuando detrás de ese nombre hay una obra indiscutible, recibo con satisfacción el otorgamiento de tales lauros, aunque nada más sea porque, si bien puede ser que las excepciones confirmen la regla, también es cierto que de muchas formas la cuestionan.
Ese es el caso del educador, escritor e investigador Manuel Matos Moquete, Premio Nacional de Literatura 2019, en la República Dominicana.
Matos Moquete ha sido un soldado de la educación y la creación. Su bibliografía y su vida nos dejan frente a un obrero impenitente, alguien a quien los puestos, los premios o los halagos no han podido hacer que levante la cabeza de sus proyectos intelectuales. Solo hay que echar una mirada a su bibliografía, donde se desparrama una cincuentena de libros.
Narrador de pulso recio, su labor se ha movido con igual soltura en la novela, el cuento y el testimonio. Ha sido un trabajo al que la crítica literaria (tan lenta y acomodada en nuestros países) no ha prestado la atención que merece, con textos gobernados sin concesiones por una técnica depurada, un manejo riquísimo del lenguaje y una notable reciedumbre en la elaboración de los personajes, todo lo cual hace de textos como Los amantes de abril o Dile adiós a la época obras de gran valor. A lo hasta aquí dicho se debe sumar la relevancia histórica que alcanzan testimonios como Caamaño: la última esperanza armada, imprescindibles a la hora de abordar la historia de la República Dominicana.
Pero, quizás sea en la investigación lingüística y literaria donde el escritor Matos Moquete ha ganado mayor visibilidad. Su denodado esfuerzo investigativo por abrir los límites de la Lingüística, arar su área más pragmática y extender las posibilidades de esta ciencia al estudio de la sociedad, han traído como resultado textos que, centrados en el discurso de lo político cotidiano, permiten un inusual punto de abordaje a lo que es la República Dominicana como país y como acontecer cultural.
Descendiendo de las frías cumbres en que a veces se encaraman los especialistas, Matos Moquete nos ha permitido un punto de vista esencial y novedoso para entender a figuras históricas (Discurso y acción: Manolo, Caamaño y El Moreno) o a personajes clave de la política contemporánea en el país (El lenguaje del progreso en los discursos de Leonel Fernández) o a intelectuales cuya relevancia está en el corazón de la nacionalidad dominicana (Aproximaciones al discurso político de Juan Bosch).
No obstante, tan importantes como los anteriores (y cuidado si no más) son los aportes de Matos Moquete a la educación dominicana, no solo con una laureada y larguísima trayectoria en la planificación, dirección y ejecución de proyectos educativos, sino también en la investigación, coronada por ese texto totalizador que es Cien años de la enseñanza del Español en la República Dominicana.
El Premio Nacional de Literatura 2019 reconoce, también, al ser humano de enormes valores que hay detrás de esa obra. En su juventud, Manuel Matos Moquete se entrenó en Cuba con la idea de combatir el régimen de Joaquín Balaguer. Pasados aquellos ardores, encausó su energía hacia la educación dominicana y la literatura, sin desmayos ni concesiones. Desde esa trinchera ha rendido una extraordinaria labor. La suya ha sido una guerrilla contra el fantasmeo farandulero, la corrupción y el allante intelectual, una guerra larga que ha sabido enfrentar sin perder el sentido del humor.
Felicidades a Matos Moquete. El Premio Nacional de Literatura se prestigia al reconocerlo.