Introducción
La investigación psicológica sobre la violencia interpersonal se ha enfocado desde diversas perspectivas, sobre todo, en aras de adaptarse a las condiciones y las necesidades del contexto sociocultural donde está presente. En ese sentido, en las últimas décadas se ha observado un gran auge en torno a posturas ideológicas y teorías que implican diversos factores, características y tipos de conductas que existen en la violencia hacia la pareja y la violencia doméstica, aspectos que son descritos y utilizados de diversas maneras, a veces sin una definición clara o un uso indistinto para referirse al mismo fenómeno.
Es así como en los últimos años ha surgido una gran atención hacia un problema catalogado de salud pública: la violencia en la pareja. Dentro de ese contexto, aparecen algunos tipos de violencia, tales como:
1) La violencia de género, la cual hace referencia a aquella ejercida por hombres hacia mujeres, pero no aquella que pudiese ocurrir de mujeres hacia hombres o sobre otras mujeres (Adam, 2013; González, 2016). El motor en este fenómeno es el poder y se estructura a través de la desigualdad entre los sexos (Alencar-Rodrigues & Cantera, 2012); 2) la violencia basada en el género, la cual implica relaciones de poder asimétricas donde existe desigualdad y estereotipos, afectando principalmente a mujeres, pero con la posibilidad de que haya hombres víctimas (Zambrano, Perugache & Figueroa, 2017), 3) la violencia doméstica, que puede ser vista como un acto abusivo para ejercer el poder y el control sobre otros, causando en las víctimas sentimientos de miedo e intimidación (Barber, 2008); 4) la violencia hacia la pareja, que se puede entender como cualquier conducta en las relaciones íntimas, actuales o pasadas, que cause daño físico, psicológico o sexual a un miembro de la díada (Centers for Disease Control and Prevention, 2017; World Health Organization, 2018), sin importar su sexo, de modo que se debe considerar que ambos pueden desempeñar tanto el rol de perpetrador como el de víctima. No obstante, gran parte de las pesquisas realizadas tienen como población objeto de estudio a las mujeres, a quienes se asigna un rol de víctimas, pues es comúnmente asumido que el hombre es el perpetrador de la violencia (Perryman & Appleton, 2016). Hasta el momento se han implementado programas de intervención y ayuda para reducir la violencia, pese a lo cual la protección hacia las mujeres sigue siendo insuficiente, por lo que se necesita seguir otorgándole importancia y atención a dicha acuciante y grave problemática.
Ahora bien, algunos estudios han permitido identificar que tanto hombres como mujeres pueden ser violentos dentro de una relación (Kumar, 2012). Investigaciones realizadas sugieren que ambos miembros de la pareja sufren violencia (Barber, 2008; Holtzworth, 2005; Tsang, 2015). En ese mismo sentido, se ha llegado a sugerir que los hombres también pueden ser víctimas de este fenómeno y que el número de estos casos va en aumento, aunque a juicio de Shuler, se siga ignorando esta situación (2010). En este tenor, quizás sea entendible que hasta hace poco en la literatura científica y académica internacional era muy escasa la información respecto a la violencia hacia la pareja cometida por mujeres hacia hombres (Hines & Douglas, 2009).
De acuerdo con Cheung, Leung & Tsui (2009), Hines & Malley-Morrison (2001) y Tsui (2014), la VhH se presenta en diferentes formas; estas pueden ser físicas, sexuales y psicológicas. Aunado a esto, los hallazgos sobre agresión física hacia el hombre señalan que aquellos que han sido agredidos por su pareja actual o su expareja podrían estar vinculados a sufrir una agresión sexual (Hines & Douglas, 2009). Sin embargo, en comparación con los otros dos tipos de violencia, las agresiones psicológicas por parte de las mujeres hacia los hombres son las que se presentan en un nivel más alto, causando un impacto negativo que recae significativamente en sus emociones y su conducta (McHugh, Rakowski & Swiderski, 2013; Randler & Graham, 2011; Stockdale, Tackett & Coney, 2013).
Ante esto, Cheung et al. (2009) mencionan que los servicios de atención y apoyo a las víctimas masculinas son limitados en algunos países; a pesar de esto, han resaltado que Canadá, Reino Unido y Estados Unidos cuentan con centros de refugio exclusivos para proteger a los hombres víctimas de violencia, en donde se les brinda ayuda, tanto de manera presencial como por medios electrónicos.
Por otra parte, las denuncias de la población víctima en los departamentos de justicia penal son escasas, ya que los hombres se muestran renuentes a reportar dicho abuso. Cabe señalar que las autoridades encargadas de proporcionarles un servicio de protección no hacen válidas sus declaraciones o, simplemente, las ignoran (Barber, 2008; Shuler, 2010).
Mientras tanto, en países hispanohablantes las investigaciones sobre la VhH continúan siendo insuficientes debido a que el fenómeno no ha obtenido relevancia hasta el momento, razón por la cual la información encontrada es poco clara y precisa, lo que dificulta el acceso al conocimiento acerca de cómo se encuentra este fenómeno dentro del contexto regional e internacional. De ese modo, los objetivos que coadyuvaron a contestar esta cuestión fueron: 1) describir la manifestación del fenómeno en cuanto a los factores socioculturales asociados a su presencia y 2) conocer aspectos como los recursos, las repercusiones y las razones de permanencia de las víctimas en la relación.
Metodología
El método utilizado fue la revisión bibliográfica. Así se llevó a cabo una revisión con elementos de búsqueda y organización sistemáticos, para lo cual, en primer lugar, se realizó un rastreo de palabras clave como violence, violence against men, intimate partner violence, male victims, domestic violence, abused men y review, en una serie de bases de datos como Google Académico, EBSCO, SCOPUS, Web of Science, Science Direct, Wiley y Springer Link. Además, con el fin de delimitar la búsqueda se realizaron diferentes enlaces entre las palabras clave como violence, and, man; male victims, and, violence, and, review; male victims, or, male survivor, and, violence; domestic violence, and, male victims. Pero, fue la unión de intimate partner violence, and, male victims la que arrojó mejores resultados. No se utilizó la expresión gender violence debido a que esta arrojaba textos cuyo contenido versaba sobre la violencia hacia la mujer.
Criterios de inclusión
1) Investigaciones publicadas entre los años 2001 y 2018; 2) el tipo de artículo incluido fue el de revisión, ya sea teórica, sistemática o metaanalítica; 3) artículos arbitrados e indizados y cuyo acceso fuera a texto completo; 4) en idioma inglés 5) artículos que, principalmente, se enfocaran en hombres como víctimas de violencia.
Criterios de exclusión
1) Artículos empíricos –cuantitativos, cualitativos o mixtos–; 2) tesis o tesinas; 3) actas, memorias o ponencias en congresos; 4) artículos sobre violencia intragénero o teniendo como foco a la mujer como agresora; 5) en otro idioma que no fuera inglés.
Procedimiento
La búsqueda se realizó entre abril y agosto de 2018. En un primer momento se obtuvo un total de veinticinco artículos; sin embargo, aplicando los criterios de inclusión, la elección final estuvo constituida por doce trabajos. Los datos obtenidos fueron codificados en una base de datos para su posterior análisis y discusión.
Codificación de los resultados
De cada una de las revisiones se extrajo información por medio de las siguientes categorías: año de publicación, país, autor, tipo de revisión –que pudo ser teórica o sistemática, ya que no se hallaron meta analíticas–, los principales conceptos usados para referirse al objeto de estudio, las lagunas y limitaciones que se hallaron con respecto a la VhH, las principales líneas de investigación derivadas de la revisión, así como las principales conclusiones de cada trabajo incluido en la revisión.
Resultados
A continuación, en la Tabla 1 se presenta un resumen de las principales características y los resultados derivados de la revisión de las investigaciones incluidas.
Principales características del fenómeno
Factores socioculturales
La VhH ha sido vista como una situación en la que únicamente el ámbito privado de la pareja es el involucrado; pese a esto, no se ha considerado que en dicha díada se encuentran inmersos algunos factores que influyen en sus formas de pensamiento y sus acciones, tales como la ideología y la cultura, implementados por la sociedad; de modo que Shuler (2010) sugiere que el fenómeno se estudie como un problema social.
El sistema y los valores culturales vinculados al rol que desempeña el hombre, al considerarlo dominante económica, social y políticamente sobre la mujer, le ha enseñado a no verse afectado por el abuso de una mujer; por lo tanto, le resulta difícil aceptar que es víctima de violencia, lo cual hace que llegue a experimentar sentimientos de culpabilidad, debilidad, vergüenza, miedo y una tendencia a querer mantener su masculinidad incuestionada (Barber, 2008; Holtzworth-Munroe, 2005; Kumar, 2012; Tsang, 2015; Tsui, 2014).
Se ha señalado que un mecanismo de defensa hacia la VhH es subestimar o negar el daño que se experimenta, al considerar la perpetración femenina como una broma e incluso hablar al respecto con tintes de humor. Otra forma de hacerle frente es la simplificación de sus emociones, lo que podría llevarlos al aislamiento y a presentar baja autoestima (Espinoza & Warner, 2016; McHugh et al., 2013; Perryman & Appleton, 2016). Esto sugiere que los hombres pueden no ser conscientes de la violencia que sufren por parte de su pareja femenina, llegando a considerarla como algo natural.
Recursos
Pedir asistencia legal cuando se sufre VhH resulta complicado para la víctima. Algunas de las razones por las que algunos hombres no acudirían a solicitar ayuda son el temor a que su testimonio no sea considerado verídico, la manipulación de la información por parte de la mujer a favor de ellas, la confusión emocional, y debido a que muchos de ellos han sido arrestados o amenazados con catalogarlos como los iniciadores de los actos violentos (Barber, 2008; Machado, 2017; McCarrick, 2015; Shuler, 2010; Tsang, 2015), esto último sin que implique avalar un acto de violencia cometido por el hombre, “porque la mujer inició primero”.
Las víctimas masculinas reciben amenazas, insultos y tácticas de control por parte de su pareja femenina. Debido a esta manifestación de violencia podría no considerarse seria su situación (Kumar, 2012; McHugh, et al., 2013), causándole invisibilidad a este tipo de abuso. Sin embargo, no toda la violencia que pueden llegar a sufrir es a través de estos medios. Barber (2008), Hines & Douglas (2009), Machado (2017) y Tsui (2014) sugieren que, al ser las mujeres las iniciadoras de la violencia, en ocasiones pueden arrojarle un objeto, golpearlo con un vehículo, morderlo y usar un arma contra él, provocándole lesiones físicas, tales como heridas y golpes graves.
Consecuencias
El abuso que sufre un hombre puede llegar a tener repercusiones que podrían significar un riesgo para su estado de salud mental y, como se mencionó anteriormente, verse afectado en sus emociones y conductas de manera significativa, presentándose como un miedo y un daño emocional (Barber, 2008; Hines & Douglas, 2009).
Los hombres víctimas de violencia de pareja pueden llegar a presentar diversas consecuencias, entre ellas el hábito prolongado de consumo del alcohol y otras sustancias nocivas utilizadas como un intento de enfrentamiento a la situación (Kumar, 2012); sentimientos de desvalorización, aislamiento y frustración podrían ser también un resultado de la VhH (Tsui, 2014).
Algunos estudios proponen que un posible resultado de la VhH es el trastorno de estrés postraumático (Douglas & Hines, 2011; Machado, 2017; McCarrick, 2015); mientras tanto, HoltzworthMunroe (2005) hace referencia a que, debido al uso del humor, los hombres podrían reducir la probabilidad de presentar dicha afección. Hines & Douglas (2009) también menciona que en una relación de violencia hacia el hombre se pueden presentar algunos problemas de salud mental, tales como síntomas depresivos, psicosomáticos y desórdenes psicológicos generales.
A pesar de los efectos que la VhH pueda causar, algunos autores han pretendido resaltar otro aspecto dentro de este fenómeno: las razones de las víctimas masculinas para continuar en una relación violenta. Esto sigue siendo poco abordado en las víctimas femeninas, aclarando que estas pueden tener similitudes; sin embargo, la forma en que los hombres las experimentan suelen ser particulares y se requerirían mayores estudios, sobre todo, de tipo cualitativo, para profundizar en ellas (Tsang, 2015).
Permanencia de la víctima en la relación
Kumar (2012) y Hines & Malley-Morrison (2001) encontraron posibles motivos por los cuales los hombres podrían permanecer dentro de una dinámica violenta con su pareja; algunos de ellos son: 1) la idea y la expectativa de que las cosas en la relación mejoren debido a la existencia de un supuesto amor verdadero a su pareja; esto podría estar relacionado con la dependencia emocional; 2) el compromiso de mantener la estabilidad dentro de la relación y, en el caso de que esta no funcione, los invade un sentimiento de culpabilidad; 3) la dependencia económica hacia su pareja, dado que en ocasiones se presenta un nivel de vida al que se está acostumbrado a llevar estando con ella.
Particularmente, una razón más para permanecer en pareja es el amor hacia los hijos, en el caso de tenerlos, puesto que el temor de ceder la custodia legal a una mujer que ha cometido actos violentos dentro de la familia es más fuerte que el abandonar la relación. En aspectos más generales, el miedo a perder el estatus y respeto social, como se mencionó con anterioridad, forma parte del argumento de los hombres para seguir en una situación de violencia ejercida por la mujer.
Discusión
El propósito de este trabajo ha sido describir las características relacionadas con la VhH y las del hombre víctima que están presentes en las relaciones de parejas heterosexuales. En concreto, se buscó describir la manifestación del fenómeno en cuanto a los factores socioculturales asociados a su presencia y conocer los recursos, las repercusiones y la permanencia de las víctimas en la relación.
Así, de acuerdo con las investigaciones revisadas, este fenómeno resulta muy difícil de identificar debido a factores socioculturales porque, como sugiere Espinoza & Warner (2016), existiría un estigma social impuesto al hombre y su consideración como víctima. En ese sentido, Randler & Graham (2011) y Shuler (2010) mencionan que sería importante realizar un cambio en el pensamiento de la población general en aras de reducir dicho estigma y así evitar que se siga ignorando a las víctimas masculinas. Así, quizás sería necesario repensar la violencia relacionalmente y evitar vicios epistémicos (Christiansen, 2014) que impidan ver otras aristas del fenómeno de la violencia interpersonal donde quepa la posibilidad de un autor femenino en la violencia (Cantera, 2004; Cristóbal, 2014). En ese sentido, las implicaciones teóricas y sociales de los anclajes socioculturales de los estereotipos de género demandarían revisiones en la agenda de la investigación de la violencia en pareja (Cantera & Blanch, 2010).
Con respecto al segundo objetivo y, en particular, en lo referente a los recursos, la VhH como un problema que involucra a la salud pública y social de la población requiere el desarrollo de intervenciones y estrategias apropiadas para las víctimas (Kumar, 2012) y enfatizar la seriedad que conlleva el fenómeno para un posible reconocimiento de la victimización masculina en áreas relacionadas con la investigación y las ciencias de la salud, lo cual, además, permitiría favorecer el apoyo a los hombres y las familias afectadas por el problema (Perryman & Appleton 2016; Randler & Graham, 2011). Asimismo, sería conveniente considerar la posibilidad de una mejora en los servicios específicos que brindan ayuda a los hombres víctimas de violencia, los cuales aún no cuentan con la información y la actitud adecuada para tratar casos relacionados con la VhH (Hines et al., 2009), pues un aumento en el conocimiento del fenómeno favorecería un mejor apoyo a las víctimas (Barber, 2008). En ese sentido, es esperable la necesidad de aumentar estos servicios en distintos sectores de la población, lo cual, paradójicamente, podría significar un factor de impedimento para la búsqueda de ayuda (Cheung et al., 2009). No menos importante es señalar la necesidad de evitar fenómenos colaterales en los hombres víctimas de violencia, como la “violencia institucional”, es decir, aquella que pueden percibir y vivir al sentirse maltratados por las instituciones sociales y jurídicas que se niegan a atender sus demandas de ayuda o protección (Folguera, 2014).
En lo concerniente a las repercusiones de la violencia sobre la salud mental de la víctima es preciso destacar que podrían ser susceptibles de presentar síntomas psicológicos significativos, como lesiones, depresión, síndrome de estrés postraumático e ideación suicida, así como síntomas psicosomáticos que se relacionan con una respuesta de su victimización (Hines et al., 2009, 2011; Randler & Graham 2011).
Ahora bien, ¿por qué permanece un hombre víctima de violencia en la relación? puede estar añadido a una posible dependencia emocional o económica hacia la pareja, un supuesto amor verdadero, el compromiso de mantener la estabilidad dentro de la relación o la culpabilidad. Es preciso no olvidar el control social manifestado en la gestión de la imagen pública a través del sentimiento de vergüenza por una imagen social no deseada o un aplanamiento afectivo y la autorepresión para buscar ayuda en aras de proteger una imagen de masculinidad ante sí mismo o ante los demás (Folguera, 2014).
De forma adyacente a los objetivos planteados, es conveniente decir que los trabajos revisados apuntaron diversas limitaciones en el estudio de la VhH, entre las que se pueden resaltar: el déficit en el estudio de la victimización masculina que da lugar a la falta de información al respecto (Barber, 2008; Espinoza & Warner, 2016; Hines et al., 2009; Kumar, 2012; Randler & Graham, 2011; Shuler, 2010; Tsang, 2015), quizás debido a la falta de claridad del objeto de estudio, puesto que no existe una delimitación y especificidad de la población masculina que se analiza (Hines et al., 2001, 2009; Randler & Graham, 2011). Paralelo a esta escasez en el estudio del tema, Tsang (2015) da cuenta de que las investigaciones internacionales siguen siendo escasas, a lo que podría añadirse la falta de estudios cualitativos que permitan conocer y profundizar en la experiencia, la significación o la vivencia de los hombres víctimas, procedentes desde distintas poblaciones con arreglo a zonas geográficas, franja etaria, condición social, etc.
De la misma manera, otro obstáculo para el estudio de este fenómeno es la ausencia de claridad en la definición y los términos empleados que indiquen la naturaleza multidimensional del tipo de abuso que reciben los hombres. (McHung et al., 2015; Randler & Graham, 2011; Tsang, 2015). Por su parte, en la metodología y la medición de la VhH se subrayan las deficiencias que se presentan al respecto; de este modo, los conocimientos para la evaluación del riesgo de victimización para los hombres resultan ser limitados (McHung et al., 2013; Perryman & Appleton, 2016).
Ideas finales
Los trabajos revisados presentan a la VhH como un fenómeno al cual aún se le considera un tabú en la sociedad y en el que existen algunas limitaciones que impiden su desarrollo y reconocimiento como un problema social (Barber, 2008 & Shuler, 2010). Dentro de las restricciones que obstaculizan este proceso parece que se encuentran las ideas erróneas en los hombres con respecto al concepto de masculinidad, pues este se ha concebido ideológica e históricamente como un conjunto de prácticas normativas respecto a lo que define a un individuo como hombre o no (Schongut, 2012). Es posible que esta situación represente una dificultad para la víctima masculina en la aceptación de la violencia hacia la pareja ejercida por la mujer. De esta manera, de acuerdo con Cheung et al. (2009) y Tsang (2015), si esta situación continúa siendo ignorada por la población general, se dificulta ofrecer la atención por parte de profesionales y autoridades, así como el apoyo de sus pares a los involucrados; estos últimos se muestran renuentes a causa de mantener un estatus hegemónico entre los grupos de hombres, pues mantienen una idea de masculinidad ejemplar, la que implica que un hombre tiene que ser opresivo, dominante y macho (Schongut, 2012). No obstante, la violencia en la pareja puede ser ejercida por ambos miembros, por lo que es oportuno resaltar que este fenómeno puede ser bidireccional y el impacto en ambos sexos es igualmente un objeto válido de investigación (Espinoza, 2016; González, 2016).
A partir de lo anterior, no es de extrañar que el resultado de la violencia ejercida por la mujer hacia el hombre repercute en el estado emocional y mental de él, debido a que el daño causado es de origen psicológico. Asimismo, es preciso señalar que, dependiendo de la teoría que se utilice para explicar la presencia de la violencia, se primará un tipo de factores explicativos; en ese sentido, el sexo no sería un factor explicativo único, como tampoco el género, por lo que es necesario revisar las numerosas teorías que existen sobre la agresión (Carrasco & González, 2006) y la violencia (Alencar-Rodrigues & Cantera, 2012; Muñoz, González-Lozano, Fernández-González & Fernández-Ramos, 2015).
Sin detrimento de lo antes planteado, es conveniente identificar algunas futuras líneas de investigación con el propósito de enriquecer el estudio de la VhH, entre ellas la concepción que la sociedad tiene respecto a la victimización de los hombres y la reacción que estos presentan ante la violencia sufrida (Espinoza & Warner, 2016; Hines & Douglas, 2009; Tsang, 2015); en ese mismo sentido, se abre la oportunidad de seguir aumentando los estudios de hombres (Téllez & Verdú, 2011) y de las (nuevas) masculinidades (Castillo & Morales, 2013; Prieto, Blasco & López, 2008).
Otro aspecto que podría considerarse es la elaboración de más revisiones teóricas, sistemáticas y meta-analíticas del fenómeno (Randler & Graham, 2011), al igual que un mayor número de estudios cualitativos en donde se profundicen las experiencias de las víctimas masculinas (McHung et al., 2013; Tsang, 2015). En cuanto a este punto, sería pertinente la realización de instrumentos de medición para la detección oportuna del fenómeno desde una perspectiva de género inclusiva (Chikara, 2015) para lograr una especificidad de los resultados de la VhH (Perryman & Appleton, 2016). Asimismo, sería recomendable el desarrollo de investigaciones en las que se considere a la perpetración como un acto que puede ser cometido por ambos miembros de la díada (Giordano & Copp, 2018; Hines & Douglas, 2009, HoltzworthMunroe, 2005). Además, sería apropiado que el estudio de este tema considere a poblaciones que representan una minoría, algunas de ellas son las comunidades étnicas y LGBTT.
Aunado a lo anterior, es preciso reconocer que en el presente artículo no se utilizaron investigaciones de campo, cuantitativas, cualitativas o mixtas, porque se trata de una revisión sistemática de revisiones teóricas; esto no impide señalar que futuros estudios incluyan este tipo de investigaciones a fin de indagar los principales abordajes teóricos o ideológicos, así como los enfoques, diseños, instrumentos y principales resultados derivados de trabajos empíricos, a ser posible en la región latinoamericana. En ese mismo sentido, es justo aclarar que no se incluyeron revisiones teóricas o sistemáticas sobre la materia realizadas en dicho contexto porque no se halló ninguna al momento de llevar el presente manuscrito.
En suma, es importante enfatizar que este estudio se realiza desde una perspectiva de género que no pretende denostar ni minusvalorar la imperiosa necesidad de seguir luchando contra la violencia hacia la mujer ni mucho menos trata de equiparar el fenómeno de la violencia en la pareja heterosexual que sufre la mujer con la que sufre el hombre; empero intenta abonar al fortalecimiento de un corpus teórico sobre el fenómeno de la VhH y el impacto que se está presentando en las víctimas masculinas; todo esto en aras de relaciones libres de violencia para mujeres y hombres (Toldos, 2013).
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Datos de filiación
José Luis Rojas-Solís. Doctor en Psicología por la Universidad de Salamanca (España) y Profesor–Investigador en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México). Líneas de investigación: Violencia, agresión y factores asociados en relaciones de pareja de adolescentes y jóvenes. Correo electrónico: jlrojassolis@gmail.com
Mayte Guzmán-Pimentel. Estudiante de la licenciatura en Psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México) y becaria del Programa xxiii Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2018. Correo-electrónico: maytergp@gmail.com
Margarita Paloma Jiménez-Castro. Estudiante de la licenciatura en Psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México) y becaria del Programa xxiii Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2018. Correo-electrónico: paloma.j1997@gmail.com
Laura Martínez-Ruiz. Estudiante de la licenciatura en Psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México) y becaria del Programa xxiii Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2018. Correo-electrónico: lauramr1107@gmail.com
Bibiana Gabriela Flores-Hernández. Estudiante de la licenciatura en Psicología en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México) y becaria del Programa xxiii Verano de la Investigación Científica y Tecnológica del Pacífico 2018. Correo-electrónico: vivian.flores408@gmail.com
Estudiante de la licenciatura en Psicología Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México).