EDITORIAL

Una vez que el médico ha egresado de la universidad, la cual lo certifica, es necesario desarrollar mecanismos que garanticen que este profesional, a través del tiempo, cumple con las competencias establecidas para un correcto ejercicio de su especialidad.

La recertificación es un mecanismo que tiene como objetivo central velar para que los médicos actualicen su formación acorde a los nuevos avances de las ciencias, lo que se traducirá en una mejoría en la calidad de la atención hacia la comunidad y mejor eficiencia de los servicios sanitarios. Esto es válido para el médico general o el especialista.

Para realizar la recertificación se dispone de organismos que, por lo general, son los colegios médicos, donde se designa una comisión ejecutiva que, siguiendo lineamientos establecidos en muchos países, delimita la periodicidad, usualmente anual o cada cinco años, y los ítems a evaluar, así como el valor de estos: cursos, congresos, seminarios, talleres, investigaciones, etc. estableciéndose además un valor total mínimo a acumular en la evaluación.

En 1934, en Washington, algunas sociedades científicas de los Estados Unidos crearon el American Board of Medical Specialities (AMBS), constituyéndose esta en la experiencia más exitosa de recertificación y cuyo sistema es voluntario. Posteriormente, en 1999, en Europa, se crea el The European Accreditation Council for CME (EACCME) y con el tiempo los diferentes países han adaptado alguno de estos modelos.

La recertificación es apropiada para todos, pero su implementación en países de Latinoamérica es difícil, donde los colegios médicos no existen en algunos lugares y en aquellos donde están establecidos su accionar es muy débil.