EDITORIAL

Vivimos tiempos de incertidumbres. Se estima que más de un 90% de la población mundial se encuentra actualmente confinada y se reportan más de 50 mil muertes oficiales por causa del Coronavirus (El Día, 2020). Los sistemas educativos no están exentos de la crisis. 

El cierre temporal de centros educativos e institutos de educación superior ha derribado abruptamente las tradicionales paredes de los aprendizajes “formales”, presentándose la formación a distancia o en línea como la alternativa para continuar, e incluso personalizar, los procesos enseñanza – aprendizaje en todos los niveles y modalidades de la educación. Sin embargo, con esto se han vuelto a evidenciar las grandes brechas que persisten en nuestras sociedades. 

Debemos preguntarnos: ¿cuenta todo el profesorado y estudiantado de la región, en igualdad de condiciones, con acceso a internet y con dispositivos adecuados? La pobreza, la inseguridad laboral y el desempleo, el hacinamiento, la carencia de tecnología y recursos para el aprendizaje en los hogares, la nula o pobre conectividad, la desigual distribución de las labores domésticas… son factores que incrementan las desigualdades educativas en nuestros países. 

La Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI) lanzó el informe “Efectos del Coronavirus en la Educación” (2020). Entre sus datos más relevadores destaca el hecho de que, según un estudio de Woessmann (2003), un 10% en la reducción de la duración de la instrucción educativa disminuye en un 1,5% de la desviación estándar en el rendimiento académico. Además, la OEI ha estimado que el proceso educativo de alrededor de 177 millones de estudiantes iberoamericanos está siendo actualmente afectado y que el 20% no puede acceder a formación en línea (Servimedia, 2020).

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) coincide en que el cierre temporal de los centros escolares afecta de manera particularmente grave al estudiantado de contextos desfavorecidos en lo relativo a sus aprendizajes, alimentación y, en algunos casos, también en su propia seguridad. Además, UNESCO alerta sobre el posible incremento del abandono escolar como consecuencia del cierre de las escuelas. 

En medio de esta crisis, en nuestro equipo editorial hemos mantenido la fortaleza y nuestro horizonte de aportar a la calidad de la educación en la región desde el sentido de “solidaridad y rebeldía” de Ciencia y Educación. Este nuevo número de nuestra revista presenta diez trabajos sobre temáticas muy diversas: formación del profesorado, acoso escolar en República Dominicana y España, educación por competencias, autoevaluación y acreditación en la educación superior, lectura en la secundaria y en la universidad, y la enseñanza de la historia.

Aprovechamos para invitarles a publicar en Ciencia y Educación. Actualmente, y hasta el 24 de septiembre, se encuentra abierto el llamado a someter artículos para los números 1 y 2 del 2021. Sus reflexiones, hallazgos y propuestas continuarán fortaleciendo esta red de conocimiento y cambio. 

Sin lugar a duda, el Coronavirus, o Covid-19, ha abierto un eminente proceso de cambios acelerados en nuestros centros educativos e institutos de educación superior, llevando a repensarnos los significados de la calidad, la innovación y la evaluación. Ojalá también sea una puerta que posibilite la transformación profunda de nuestras sociedades para que la educación de calidad y a lo largo de toda la vida, como vía para el pleno desarrollo, sea un derecho para todas y todos.

Mucha salud para ustedes, nuestros lectores, y sus familiares. Seamos parte de esa transformación.