Ciencia, Economía y Negocios, Vol. 7, No. Especial, 2023 ISSN (Impreso): 2613-876X • ISSN (En línea): 2613-8778 • Sitio web: https://revistas.intec.edu.do/
Bernardo Vega sobre Joaquín Balaguer
Bernardo Vega about Joaquín Balaguer
Cómo citar:Vega, B. (2023). Bernardo Vega sobre Joaquín Balaguer. Ciencia, Economía y Negocios, 7(Especial), 45–51. doi: https://doi.org/10.22206/ceyn.2023.v7iEspecial.pp45-51
Creo que la última vez que estuve aquí fue cuando encabecé la última reunión, mientras presidía la Junta Directiva del INTEC. Ya no recuerdo el año.
Yo me gradué de economista en 1959, en la Universidad de Pennsylvania. Llegué a la República Dominicana el 14 de junio de ese año, coincidiendo con el arribo de los guerrilleros en Constanza, Maimón y Estero Hondo. Me enteré saliendo del aeropuerto. Yo ya había tomado la decisión de que, aunque la única función del economista en esa época era trabajar para un gobierno, no iba a trabajar para Trujillo1. Conseguí un empleo en la mina de bauxita de Cabo Rojo y allí pasé tres años, teniendo entre 19 y 21 años de edad, lugar que en mis memorias he denominado “Macondo Sur Mer”, porque aquello era un sitio totalmente aislado. Yo era de los pocos que tenía un vehículo, y los viernes y sábados me “tomaba un trago allí”2 . Me acuerdo de una ocasión en que me llamaron porque había una mujer a punto de “dar a luz”3 , para que la llevara al hospital en mi carro. Luego, corrió el rumor de que había hecho eso y, un día, oí el grito de una muchacha que me decía: “¡blanquito préñame!, para que seas tú quien lleve al hospital mi barriga y no una ajena”. Así era la época aquella.
Pero caído el régimen de Trujillo, cuando ya dos de mis hermanos habían sido torturados, conseguí un empleo a principios de 1962 en el Ministerio de Hacienda para hacer la Reforma Tributaria4. Me mandaron a Centroamérica y allí estudié un proyecto de ley, unificado para toda Centroamérica, que habían preparado sobre desarrollo y protección industrial. Esto devino en un proyecto de ley auspiciado por Bosch5, el cual envió al Congreso el mismo día que lo “tumbaron”6 y que, luego, el Triunvirato7 lo convirtió en la Ley No. 4 de Incentivo Industrial8, que en el fondo eran las ideas de Prebisch9 y la CEPAL10 de industrialización a través de la sustitución de importaciones. Y este fue el proyecto que auspició Balaguer en 1966 para recibir apoyo político de los industriales dominicanos, ofreciendo alta protección con base en la sustitución de importaciones. Ese modelo predominó hasta 1991. Ya eso es anatema, pero en esa época era lo que estaba de moda.
Balaguer también adoptó otras líneas muy básicas. Según un estudio que realicé en el mismo 1962, durante la primera reunión internacional, luego de la muerte de Trujillo, efectúe un cálculo de que el 56 % del PNB (Producto Nacional Bruto) estaba representado por empresas estatales de Trujillo: fincas, 12 ingenios, más de 30 industrias y otros comercios. Balaguer se opuso radicalmente a privatizar esas empresas. Tenían que mantenerse en manos del Estado, aunque, posteriormente, se vería cómo, poco a poco, iban quebrando casi todas.
Otra línea de Balaguer tiene que ver con su memoria sobre la historia dominicana de principios del siglo xx, al oponerse a préstamos internacionales porque eso había provocado la intervención norteamericana de 1916. Pero la realidad es que una vez los americanos en 1961 decidieron que aquí había que evitar una segunda Cuba, dieron una cantidad enorme de recursos para el Presupuesto Nacional, para proyectos de inversión. Pero era dinero prestado a 40 años, al 2 % de interés y Balaguer los aceptó. El grueso del desarrollo de los años de 1960-70 se nutrió de recursos del gobierno norteamericano.
Balaguer sí tomó una medida que en retrospectiva fue la más importante: el cierre de los aserraderos. Con eso él se fue en contra de todos los intereses económicos de la oligarquía dominicana, pero preservó que los pinares dominicanos se mantuvieran, algo también ayudado por el gran éxodo de campesinos dominicanos de las zonas montañosas hacia los Estados Unidos.
Balaguer estudió un poco de economía en París —tengo entendido que nunca se graduó, pero ese es otro tema de discusión—, aunque nunca le escuché hablar de las ideas de Friedman, ni mucho menos de los economistas ingleses, como John Maynard Keynes. Él creía mucho en presupuestos equilibrados y en el no endeudamiento, y, sobre todo, en minimizar el gasto corriente y maximizar la inversión pública —había años en que el 60 % del presupuesto era inversión pública. Hoy en día, es solo un 12 %. El resto se va en la nómina de los “compañeros” y todas esas cosas—. Entonces lo de Balaguer fue presupuesto equilibrado, no endeudamiento, un mínimo de gasto corriente y un máximo de inversión pública, paralizar el deterioro de los problemas de los bosques dominicanos y la sustitución de importaciones, como forma de crear un grupo dinámico de industriales dominicanos. Luego, con el tiempo, se cambiaría a otro modelo, resultado de la unificación cambiaria y la devaluación de 1983-1985; cuando fructificaron las zonas francas industriales y el empresariado dominicano se orientó hacia las exportaciones y el turismo.
Yo tengo una experiencia interesante sobre el tema del turismo. En 1968, trabajando como asistente económico de Diógenes Fernández11, quien era gobernador del Banco Central, fui a una conferencia en México donde había hecho amistades con funcionarios de Hacienda y el Banco Central, y me dijeron que me quedara el fin de semana para ir con ese grupo, en un avión fletado12, a Yucatán, donde había una gran cantidad de tierras estatales baratas13, que ellos iban a comprar con un préstamo del Banco Mundial para desarrollarlas para el turismo. Hoy eso es lo que se conoce como Cancún. Fui a la zona y volví con esa idea, y le dije a Diógenes Fernández que era un proyecto interesante y que deberíamos pedir al Banco Mundial ayuda para eso. Y, efectivamente, Diógenes estuvo de acuerdo; vino un técnico del Banco Mundial —recuerdo que era libanés, lo cual me preocupó porque, ¿qué sabían los libaneses sobre turismo en el Caribe?—. Se determinó que había dos zonas importantes: Puerto Plata y Macao-Punta Cana. A este técnico le dije: “Macao-Punta Cana tiene las mejores playas”. Sin embargo, él concluyó que debía ser Puerto Plata, porque contaba con los recursos que no había en el Este, como agua, agricultura, infraestructura, capital humano, etc. Diógenes, quien había nacido en Puerto Plata, estuvo feliz y se decidió construir un aeropuerto en Puerto Plata con recursos del Banco Mundial. Algo parecido es lo que se piensa hacer hoy día en Pedernales, con la diferencia de que ahora parece que se va al extremo de que los hoteles también los debe construir el Estado, en vez de dejar que el sector privado los haga. Además de que la mano de obra allí tendría que ser básicamente haitiana, pero me estoy alejando del tema. El desarrollo turístico funcionó por esa política inicial de crear una infraestructura física donde antes no existía, invirtiendo el Banco Central también en la infraestructura de Playa Grande y Playa Dorada. Como no se utilizaron recursos del presupuesto nacional, Balaguer no objetó el proyecto. Después de Puerto Plata, el sector privado promovió hoteles y obras de infraestructura en Punta Cana, zona que hoy recibe más del 50 % de todos los turistas.
Con motivo de la guerra civil de 1965 y el interés de los norteamericanos en disminuir la presión política en el país, Washington auspició una ley en ese año que facilitó una mayor migración hacia los Estados Unidos, lo que resultaría en una enorme cantidad de remesas. Es decir, remesas y zonas francas fueron estimuladas por leyes que se aprobaron pensando en cómo evitar que la izquierda terminara controlando, como estaba ocurriendo en Centroamérica con las guerras civiles en Nicaragua y El Salvador. Es decir, nos fuimos moviendo hacia una economía de servicios y alejándonos de una economía de agricultura e industria.
Pero volviendo a Balaguer, yo hablé con él varias veces, aunque básicamente estuve allí como historiador, pidiéndole información para los libros que estaba escribiendo. Pero sí me di cuenta de que sus conocimientos de economía eran bastante limitados. Él me consultaba porque sabía que era economista profesional, pero sus ideas giraban entorno a: presupuesto equilibrado, mínimo de gasto corriente, máximo de inversión, mínimo de endeudamiento externo y empresas estatales no privatizadas. Ese fue su modelo. Las empresas estatales terminaron casi todas quebradas. Pero, para mí, su gran contribución, que tuvo un alto costo político para él en esa época, y económico también, fue terminar con el corte de los pinos y clausurar los aserraderos, cuyos dueños tenían una enorme influencia política. Él logró parar eso. En retrospectiva, esa fue su gran contribución.
Que Balaguer haya leído a Keynes, lo dudo. Que haya leído a Milton Friedman, mucho menos. Sus conocimientos en esas áreas eran limitados. Él más bien veía hacia atrás los excesos que habíamos cometido con los endeudamientos a finales del siglo xix e inicios del siglo xx. Balaguer era honesto, murió “sin un centavo”14. Ojalá que algún político dominicano, hoy en día, pueda decir lo mismo. Lo acusaron de enriquecimiento, algo que no es verdad. Sus hermanas abusaron de él; eran demasiadas. No le interesaba un sucesor; su partido desapareció poco después de haber muerto. Hoy en día, cuenta tal vez con un 2 % o 3 % del voto. Con el PRD también ocurrió lo mismo. Es decir, los partidos que dependen de personalidades, desaparecen con el tiempo. ¿Quién lo sustituye a él [Balaguer] en la derecha dominicana? Quien sabe. No creo que lo tengamos. Pero él sí, en su exilio, leyó bastante. Iba a la biblioteca pública de New York, buscaba libros, tratando de más o menos ponerse al día. Lo que escribió de economía fue poco y no necesariamente organizado. Pero sí dejó para nosotros un ejemplo de austeridad económica que, en estos momentos, donde más del 80 % del gasto total gubernamental es gasto corriente, con un endeudamiento total que llega a 60 % del PIB, nos debe poner a pensar que debemos mirar un poco hacia atrás, hacia lo que él hacía y dejó.
Notas
- Rafael Leónidas Trujillo Molina (1891-1961) fue presidente y dictador de la República Dominicana durante el período 1930 hasta 1961.
- Forma de indicar que durante esos días visitaba un bar o cantina de la localidad para compartir con otras personas tomando bebidas alcohólicas.
- A punto de tener un bebé.
- Refiere a la Reforma Tributaria de 1962 introducida por el Consejo de Estado.
- Juan Bosch Gaviño (1909-2001) fue el primer presidente electo constitucionalmente, luego de la muerte de Trujillo, y gobernó desde el 27 de febrero de 1963 hasta que fue derrocado, mediante un golpe de Estado, el 25 de septiembre de 1963.
- Refiere al día en que Bosch recibió el golpe de Estado, el 25 de septiembre de 1963.
- Refiere al Triunvirato, gobierno militar que emergió tras el derrocamiento de Bosch y que fue presidido, inicialmente, por tres personas: Emilio de los Santos, Manuel Tavares Espaillat y Ramón Tapia Espinal. Posteriormente, Donald Reid Cabral sustituyó a Emilio de los Santos, y lo presidió hasta 1965.
- Refiere a la Ley No. 4 de Protección e Incentivo Industrial, publicada en la Gaceta Oficial No. 8793, del 9 de octubre de 1963.
- Raúl Prebisch (1901-1986), economista argentino, promotor de la escuela estructuralista y que fungió como el primer director ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en Chile, desde 1950 hasta 1963.
- La Comisión Económica para América Latina (CEPAL) es un organismo de Naciones Unidas con el objetivo de promover la cooperación económica en Estados miembros y que, durante las décadas de 1950-1980, promovió ideas estructuralistas y el desarrollo de las economías a través de la política de sustitución de importaciones.
- Diógenes H. Fernández fue gobernador del Banco Central de la República Dominicana desde 1963 hasta 1976.
- Un avión alquilado por un grupo para un viaje exclusivo.
- A bajo precio.
- Expresión para indicar que al morir no tenía acumulado dinero ni riquezas.